26 de mayo 2010 - 18:13

Defensores y Excursionistas, un clásico más allá de la cancha

Leonardo Almanza.
Leonardo Almanza.
El partido está 1 a 0 a favor de Defensores de Belgrano. Van 45 minutos del segundo tiempo y Excursionistas juega con ocho. Miguel Robles recibe la pelota en tres cuarto de cancha e inicia el ataque para el equipo rojinegro. Leonardo Almanza cerca de la medialuna del área mete una diagonal de derecha a izquierda y logra despistar a su marcador.

Robles lo ve y le mete un pase en cortada. Almanza la adelanta con pierna derecha para acomodarse ante la salida de San Martino. El arquero de Excursionistas quiere anticiparlo con el pie, pero ya es tarde. Es el momento justo para definir, Almanza toca la pelota con un tiro rasante y suave de derecha al segundo palo. Gol, el segundo tanto del partido y de la cuenta personal del delantero. Defensores de Belgrano le gana a Excursionistas 2 a 0.

Este es el comienzo de una historia que ocurrió en la tarde del 27 de mayo de 1995 en la cancha de Platense. Allí, Defensores de Belgrano hizo las veces de local ante Excursionistas, el rival de toda la vida. Esa jornada el equipo del Bajo descendió a la C a manos del Dragón y desde entonces no volvió a subir de categoría. Y desde aquel día, este clásico no volvió a jugarse. El verdugo fue Leonardo Almanza, un jugador que militó en varios clubes del ascenso, pero su paso por Defe marcó a fuego su carrera.

Almanza nació futbolísticamente en Boca, a pesar de ser hincha de River, el delantero vivía en Morón con lo cual La Candela de San Justo le quedaba más a mano para ir a entrenar. Llegó al club al club xeneize a los 9 años y permaneció allí hasta que en la cuarta no había lugar para él. En 1993 había demasiados delanteros en esa división y le surgió la oportunidad de ir a jugar a Defensores de Belgrano.

Luego de una prueba de veinte minutos el joven Almanza de 19 años convenció al técnico Ángel Hugo Vargas y se quedó. Sin embargo, sus primero pasos en el club no fueron fáciles ya que estuvo parado durante varios meses porque no le pagaban. Almanza quería jugar, pero al no costerale los viáticos se le dificultaba viajar para entrenarse. Un abogado de Agremiados aconsejó intimar al club e inmediatamente vino la sanción por parte del equipo: Almanza se podía entrenar pero no jugar.

A fin de 1993 le iban a rescindir el contrato hasta que Ricardo Caruso Lombardi entró en escena. Por ese entonces el hoy técnico de Tigre entrenaba a la tercera de Defensores y puso a Almanza en un partido de visitante ante Dock Sud. El equipo de Belgrano ganó 2 a 0 con goles del delantero relegado. Luego de la actuación del goleador Caruso Lombardi los convenció a los dirigentes para que el atacante pudiese volver a Primera. A la semana siguiente Almanza estaba sentado en el banco de Primera esperando su oportunidad y la chance no tardó en llegar. Entró en el segundo tiempo e hizo un gol de rebote tras un tiro libre ejecutado por Guillermo Aldaz. A partir de allí Almanza ganó continuidad y se quedó con el puesto.

Un partido, dos goles y la idolatría

Para que un ídolo se convierta en tal tiene que haber un acontecimiento que lo bautice y eso es lo que le sucedió a Leonardo Almanza en la tarde del 27 de mayo de 1995. Sin saberlo, ese día el delantero se transformó en ídolo de Defensores de Belgrano. Definir un partido con dos goles suyos y sentenciar el destino del clásico rival a la C bastaron para que Almanza se convirtiera en el nuevo héroe del club.

Desde el 2007, los hinchas organizan la Copa Almanza, un torneo fútbol en el que los aficionados de Defe se dividen en equipos con el único objetivo de alzar el trofeo que lleva el nombre del ídolo. Pero eso no es todo ya que como parte del ritual Almanza no sólo es invitado a jugar un rato para cada equipo sino que, al mejor estilo Aldo Pedro Poy en Rosario, los hinchas le hacen repetir el segundo gol de aquel partido: "La primera vez lo erré dos veces porque lo quería meter en el mismo lugar. Después empecé a pegarle para que entre, nomás", recuerda Almanza. Este año por cumplirse 15 de la "gesta" el festejo promete ser diferente. Entre algunas perlas preparadas para el próximo 30 de mayo en el Estadio Juan Pasquale está prevista la llegada de Almanza en limousine enfundado en frac y vistiendo la camiseta de aquel partido.

Periodista: ¿Qué significa para vos la Copa que organizan en tu honor?
Leonardo Almanza:
Hay dos cosas en la vida que no me puede quitar nadie: uno es este acontecimiento y otro es mi hijo. No pensé que iba a pasar todo esto. Hoy me encuentro en una vorágine en la que me llaman y me dicen: "vamos a tener una fiesta que no sabés lo que va a ser". Te juro por Dios que no lo puedo creer. Esto es algo que ellos disfrutan tanto porque lo hacen de corazón y ponen de su bolsillo un montón de cosas y eso es muy gratificante.

P: ¿Lo vivís con mucho orgullo?
L.A.:
Es algo muy lindo porque el día de mañana cuando ascienda Excursionistas a mí me va a quedar ese momento. Se siga festejando o no se siga festejando. Para mí el 27 de mayo me va a quedar marcado.

P: ¿Cómo viviste ese partido del '95?
L.A.:
Hoy tomo conciencia de eso. Sabía que no era un partido más, que era el clásico rival a vencer. Pero yo todos los partidos entro a la cancha con ganas de jugar y siempre quiero que el equipo gane. Dio la casualidad que hice los dos goles y quedé marcado para toda la vida.

P:¿Cómo te había ido en los clásicos anteriores?
L.A.:
En el partido de la primera rueda me había errado un gol en cancha de River. Excursionistas hacía de local ahí y ese día no jugué bien porque me comí un gol abajo del arco. Estaba en el área chica y la quise poner en el ángulo y se me fue por arriba del travesaño. Me quería morir. Pero en el otro partido salió todo redondo.

Hoy Almanza trabaja en una fábrica de snacks envasando chizitos y maníes. Sin embargo, sigue ligado al fútbol desde el lado de formador en el Club Rivadavia de Morón. Allí entrena a los chicos de baby fútbol, incluido su hijo de seis años. Es su faceta como jugador el otrora delantero del Dragón sigue despuntando el vicio a los 36 años, en un torneo para mayores.

A pesar de que sus tobillos le pasan factura por los más de veinte esguinces que sufrió a lo largo de su carrera para Almanza el fútbol es su vida y dice que jugará hasta que ya no pueda moverse. Luego de su retiro en Deportivo Italiano en 2001 Leonardo estuvo de "duelo" por tres años. Nunca pudo volver a la cancha de Defensores ya que se emocionaría al ver a los jugadores en la cancha porque quisiera estar en su lugar.

P: ¿Volverías a jugar en Defensores de Belgrano?
L.A.:
Sí, toda la vida. No nací en Defe, pero lo quiero al equipo. Incluso mi nene es hincha del club. A mí siempre me interesó jugar. Si hoy Defe me dice ponete a punto, no tengo problemas.

P: Al menos para los clásicos
L.A.:
Estaría bueno que los de Excursio suban, así Defe tiene otro clásico para jugar. Y para que me vuelvan a llamar (risas). Que me pongan al menos 20 minutos.

P: ¿Y si te llaman de Excursionistas?
L.A.:
Ni en pedo. Es algo impensado. Cuando jugué en All Boys se hizo un amistoso con Excursionistas y acusé que estaba mal del estómago para no jugar el partido. No sé qué podría llegar a pasar porque a lo mejor por lo de los goles vos provocás un montón de cosas en el rival y no se sabe cómo pueden reaccionar.

Las crónicas de la época cuentan que luego de aquel clásico del 27 de mayo de 1995 un grupo de 150 hinchas de Defensores de Belgrano se reunieron en la esquina del estadio del Dragón con banderas y velas en señal de luto por el descenso de su eterno rival. Hoy el equipo rojinegro milita en la Primera B, mientras que el equipo de Bajo Belgrano está peleando por ascender a esa categoría. Pasaron quince años desde el último clásico, pero los goles de Almanza se recuerdan cada 27 de mayo con un festejo en su honor.

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