4 de enero 2011 - 18:22

Una denuncia por abuso revela otra faceta de Disney

Una reciente denuncia revela otra faceta del parque temático en la que se mezclan drogas, sexo y abusos.
Una reciente denuncia revela otra faceta del parque temático en la que se mezclan drogas, sexo y abusos.
Año tras año, niños y grandes quedan fascinados tras su visita a las instalaciones de Disney World. Un lugar mágico, rodeado de edificios que recuerdan a las películas infantiles, castillos y casas de ensueño. El paseo lo coronan los personajes del Pato Donald, Mickey Mouse y las princesas de los cuentos que saludan al paso de los turistas. Fotos, autógrafos, bromas, entre las cosas a las que se prestan los muñecos vivientes. Pero una reciente denuncia revela otra faceta del parque temático en la que se mezclan drogas, sexo y abusos.

En Estados Unidos, varios periódicos locales cuentan que April Magolon, una joven de 27 años, ha puesto una demanda en contra de Disney World porque el Pato Donald abusó de ella cuando visitaba el parque con su familia.

Al parecer, según informa el diario español El Mundo en su sitio web, la joven le pidió a Donald que le hiciera una fotografía y éste le tocó el pecho y le hizo "gestos como simulando que no había hecho nada".

Ahora Mogolan sufre estres post traumático, según afirma su abogado, que exige una indemnización de 50.000 dólares.

Pero el archivo de su caso incluye además otros tantos casos de "pervertidos" disfrazados de cariñosos personajes infantiles en los parques temáticos. Entre otras anécdotas, rechaza la de un empleado disfrazado de Tigger -el tigre de Winnie the Pooh-, que aprovechó de la confianza que le aportaba su disfraz para abusar de una niña de 13 años.

Por otra parte, este mes se publican las polémicas memorias de un ex empleado de Epcot Center, uno de los parques temáticos de Disney World, en las que revela el uso habitual de drogas entre el personal disfrazado y las orgías celebradas en algunas de las atracciones.

Según 'Cast Member Confidential', escrito por Chris Mitchell, un empleado disfrazado de Winnie the Pooh vendía drogas en el parque temático, y la actriz que hacía de la reina mala en el espectáculo de 'La Bella Durmiente' era adicta a la cocaína. También relata los extraños fetiches de dos empleadas que se robaron disfraces de Mickey y Minnie para satisfacer sus intereses 'furries' -subcultura de personas que practican el sexo disfrazados de animales antropomórficos-.

Mitchell también confiesa que regularmente tenía sexo en los baños del parque temático, frecuentemente con una empleada que se disfrazaba de la ardilla Chop.

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