1 de julio 2011 - 00:00

Los secretos del “lado B” de la ópera

Una escena de «L’arbore di Diana», de Martín y Soler (y libreto de Da Ponte), que la compañía argentina Lírica Lado B representa en el Abasto.
Una escena de «L’arbore di Diana», de Martín y Soler (y libreto de Da Ponte), que la compañía argentina Lírica Lado B representa en el Abasto.
Nacida a fines del 2009 con el proyecto casi utópico de brindar exclusivamente piezas desconocidas en nuestro país (y en algunos casos en América), Lírica Lado B trae este año a Buenos Aires dos óperas de Vicente Martín y Soler (1754-1806), el valenciano que trabajó a la par de Mozart y Salieri en la Viena de finales del siglo XVIII. Hasta el 15 de julio está presentando en el teatro El Cubo del Abasto porteño «Larbore di Diana (El árbol de Diana)», con libreto de Lorenzo Da Ponte, mientras que en noviembre brindará «La festa del villaggio (La fiesta del pueblo)». La régie de «Larbore...» corresponde a Diego Rodríguez y el elenco está encabezado por Patricia Villanova, Alejandro Spies y Selene Lara. Dialogamos con el fundador y director musical de la compañía, Camilo Santostefano.

Periodista: ¿Cuáles son las razones de que estas óperas sean estrenos locales?

Camilo Santostefano: La programación de los teatros responde a tres variables fundamentales: el gusto personal de sus directivos, la demanda del público -que lleva a hacer obras de autores muy conocidos- y lo relativo a las editoriales tanto discográficas como en papel, que están siempre a la búsqueda de nuevos productos, que no son los de autores contemporáneos sino en general remakes de materiales olvidados. En los últimos años se fueron encontrando autores fetiche que reactivaron esa actividad, y en el caso de España uno fue Martín y Soler, que sólo era conocido por los eruditos, pero que tiene una producción muy importante de música para la escena y trabajó en las cortes de Viena y en San Petersburgo, donde murió.

P.: ¿Cuál es la génesis de «Larbore di Diana»?

C.S.: En circunstancia de una boda real, la corte le encarga a Da Ponte que escriba tres libretos, y él decide hacer una ópera seria con Salieri, el «Don Giovanni» con Mozart y «Larbore...» para Martín y Soler. Escribe en un mes los 3 textos, de los cuáles el único que es original es éste. Durante los festejos, que duraban mucho más que ahora, «Larbore» tuvo tres veces más cantidad de representaciones que «Don Giovanni», lo cual no significa que sea mejor sino en que en ese momento tuvo mayor repercusión. El libreto es extraordinario, y es muy probable que haya influenciado también el de «La flauta mágica», que es posterior.

P.: En el final de «Don Giovanni» Mozart cita una melodía de «Una cosa rara» de Martín y Soler y otra de su «Bodas de Fígaro», diciendo que esta última es más popular...

C.S.: Son chistes de empleado público como los que puede haber entre los colegas de un banco sobre el equipo de fútbol de cada uno.

P.: ¿Cómo llegaron hasta esta ópera?

C.S.: Después de «Don Quijote en las bodas de Comacho» de Telemann, que fue nuestra primera producción, seguimos investigando, y en un artículo sobre nuestra segunda ópera, «Lisola disabitata» de Haydn, encontramos una referencia a Martín y Soler, de manera que nos pusimos a leer sobre él y encontramos todo este material y programamos estas dos óperas, que tienen un orgánico similar. Descubrimos que no sólo la obra de Martín y Soler no había sido hecha aquí sino tampoco en Sudamérica.

P.: ¿Cómo se financia una producción de ópera sin apoyo estatal ni abonados ni grandes sponsors?

C.S.: Hay cuatro puntales: uno fue la cesión gratuita del material, que se logró a través del contacto que hizo el musicólogo cordobés Leonardo Waisman, responsable de la edición del Instituto Valenciano de la Música, la Universidad Complutense y la Sociedad General de Autores de España (SGAE). Otro es la orquesta de 24 músicos que se sumaron al proyecto «a borderau», al igual que los cantantes y el equipo escenotécnico, y en ese sentido es una experiencia inédita: las más de 60 personas que participan están promocionando la producción y asumiendo la factura como propia. El tercero es el elenco de once cantantes y sus respectivos covers, y el cuarto es la institución en sí misma, cuyo núcleo es un grupo de 8 personas. Lo vemos como una epopeya: una cosa es hacer una función de una ópera con 3 ó 4 personajes al piano en una sala, y otra es montar un espectáculo de 6 funciones con orquesta, y sólo se puede hacer desde el momento en que todos remamos para el mismo lado.

Entrevista de Margarita Pollini

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