8 de junio 2012 - 22:34

"Deberíamos demandar a la Argentina ante la OMC"

Andrés Velasco.
Andrés Velasco.
SANTIAGO (enviada especial) - Con 51 años y cuatro de experiencia en el poder como ministro de Hacienda de Michelle Bachelet (2006-2010), Andrés Velasco es uno de los presidenciables más jóvenes de la Concertación de centro-izquierda de Chile. Ya está lanzado al ruedo para las elecciones presidenciales de fines de 2013 y el test pre-electoral de las primarias, de principios del año próximo. Critica el anquilosamiento y falta de propuestas de su coalición y dice que no le importa competir con Bachelet, que ahora hay que nivelar la cancha . 

Con ese lema, "Ahora hay que nivelar la cancha", la campaña de Velasco ya pivotea sobre dos premisas: abrirle el juego a una clase política nueva y darle igualdad de oportunidades a los millones de chilenos que en la última década ascendieron en la escala social. "Demandan calidad", dice Velasco, un economista que no necesita certificación de antipinochetismo (en los 70, debió exilarse con su familia en EE.UU), ni de títulos académicos en Yale, Columbia, MIT y Harvard. Le tocó enfrentar la crisis energética ocasionada por el incumplimiento de Argentina con el suministro de gas. Y no lo olvida: por eso, y por las prácticas proteccionistas comerciales, cree que Chile debería haberse sumado a los otros países que denunciaron a la Argentina ante la OMC.  

Periodista: ¿Va como candidato de la Concertación?
Andrés Velasco: Ya anuncié que soy candidato: me presento a las primarias, que espero sean lo más amplias, transparentes y abiertas posibles. Voy: aunque tenga que hacerlo contra la ex presidente. 

P.:¿En qué estado está la Concertación?
A.V.: Está mal. Después de 20 años bastante exitosos en el poder, en la Concertación se fueron cristalizando varias malas prácticas políticas. Algunas tienen que ver con la manera de hacer el debate público, donde la Concertación está volcada hacia adentro por la disputa por cargos y parcelas de poder, donde tiene una capacidad muy limitada para plantear alternativas y proyectos y se le han hecho comunes o corrientes las prácticas clientelistas. Por eso, al cabo de 20 años la gente decidió darle su voto a otra coalición, que a su vez lo ha hecho bastante mal en el poder.  

P.: ¿Hacia dónde debe ir la Concertación? ¿Más a la izquierda o más hacia el centro?
A.V.: Lo importante es agregar ideas, porque Chile cambió. Se dan dos fenómenos: la inserción de Chile en el mundo, los movimientos sociales. ¿Por qué tuvimos en 2011 una revolución universitaria? Cuando echamos a Pinochet los universitarios eran 200.000. Eso se multiplicó por 6 en 20 años: hoy son 1,2 millones, en los que casi la mitad de cada generación va a la universidad (45%). Por eso, a realidades nuevas ... necesidades nuevas. Por eso la discusión es cómo se financia, cuánto de prestamos, cuánto de beca, cómo se arancela, qué modelo, si europeo o anglosajón. Es un país que cambió dramáticamente. El ingreso per capita se triplicó, la población se urbanizó muy rápido, con una clase media extendidísima, con casi todos los indicadores de calidad de vida que subieron muchísimo en los últimos 25 años, con una de las economías más abiertas del planeta (por eso que lo que sucede globalmente nos afecta).  

P.: ¿Cómo se acompañan esos cambios desde la política?
A.V.: El país cambió pero la política no. Al revés, se congeló en un Estado noventoso. Los señores feudales del Congreso actual son los mismos que los de los 90. También cambió la percepción sobre las instituciones, que siempre fueron respetadas y vistas como sólidas por la ciudadanía. Pero la encuesta de principios de año de Giro País, sobre las profesiones más respetadas muestra en primer lugar a los futbolistas con el 44%. Después a los actores de la TV, con el 39%, después los médicos. Las cuatro últimas categorías van para los empresarios con 11%, los líderes sindicales con 10 %, sacerdotes con 8% y políticos con 4%.  

P.: ¿A qué lo atribuye?
A.V.: A una doble vía de desconfianza en las élites. Por un lado, la de centroizquierda perdió credibilidad con las prácticas "feudales" en el poder ("este cargo está reservado para un miembro del partido tal"). Siempre hubo algo de eso en Chile pero se masificó en los últimos años de la Concertación. En cuanto a este gobierno ... si algo tenían los gabinetes de la Concertación es que se parecían a Chile: entre los 22 ministros había gente de Santiago y de las provincias, de las universidades privadas y de las públicas, pero la mayoría del gabinete de Piñera proviene de una misma universidad y de un mismo sector de Santiago. 

P.: ¿Cómo se cambia el sistema?
A.V.: Los sistemas cambian de dos maneras. A veces, muy raras veces, por decisión. La más de las veces porque les llega competencia. Nunca en la historia de Chile la Alianza de los cuatro partidos de centroizquierda tuvo un rechazo del 70% y una aprobación del 17%. Nunca los presidentes de los partidos políticos tuvieron 50% de rechazo y 15% de aprobación. Nunca la clase política tuvo 4% de aprobación y 60% de rechazo. Nunca tuvimos movimientos sociales tan fuertes, y autónomos de todos los partidos. Chile transita por avenidas muy distantes de la política tradicional.  

P.: ¿Cómo traslada ese cambio a su campaña?
A.V.: Mi campaña tiene un leitmotiv: nivelar la cancha. Este es un país que progresó mucho pero en el que quedan aun muchas brechas, desigualdades, que cada día a la gente le parecen menos tolerables. Algunas son el acceso a la educación, que son desigualdades sociales, pero hay otras diferencias como el acceso al empleo, o la disparidad del poder entre Santiago y las regiones, o la influencia nefasta del dinero en la política. Estoy convencido de que la política tradicional no puede cambiar esos reclamos. La mía es una campaña con gente joven, menores de 30 años, algunos de ellos nunca han militado, todos son del mundo de la Concertación pero ninguno de ellos se reconoce en los partidos actuales. 

P.: Un consejo económico para el gobierno de Piñera.
A.V.: Ser más audaz en asuntos tributarios. Se lanzaron con un anuncio de reforma tributaria muy grandilocuente pero de contenido pobre. Dicen que éste es el gobierno de la letra chica, porque ni el título ni los primeros párrafos se condicen con lo que en realidad es. Se habló de una reforma tributaria histórica. No es así: en el mejor de los casos recaudaría u$s 700 millones. Chile tiene un déficit fiscal estructural de un punto de PBI (u$s 2400 millones) y la reforma educacional se va a llevar de 2000 a 5000 millones, según sea quien la estime. Al poner el tema tributario sobre la mesa abrió expectativas que está muy lejos de satisfacer.   

• Cómo nos ven

P.: Hábleme de la integración regional.

A.V.: Si viviéramos en un continente razonable, la retórica de la integración latinoamericana debería dar paso a la realidad latinoamericana y quizás el punto prioritario sea la integración energética. Chile limita con tres países productores de gas y en los hechos ninguno lo provee. Hoy le compramos gas a Indonesia y gastamos más de u$s 1000 millones en dos plantas regasificadoras para el centro y norte del país.  

P.: Bolivia.
A.V.: Es hora de que Bolivia no utilice esto con fines políticos domésticos (el reclamo por una salida al mar). Creo que todo lo que se intentó negociar hasta ahora no tuvo éxito. Y éste no es un punto para los gobernantes sino para la población en Chile. 

P.: ¿Habla de convocar a un plebiscito para darle la salida al mar a Bolivia?
A.V.: Es una alternativa pero la pregunta es en qué condiciones y con qué beneficio para Chile. Pero no quiero especular respecto de lo que no está en la agenda de hoy. Lo cierto es que Bolivia ha planteado el tema de un modo que para Chile jurídicamente no corresponde. 

P.: Perú y las diferencias limítrofes planteadas ante La Haya.
A.V.: La posición de Chile es bien conocida y yo no voy a innovar respecto de ello. 

P.: Ahora, Argentina.
A.V.: Los costos para Chile de los incumplimientos repetidos por parte de Argentina han sido altos. Pienso en el gas: en los cuatro años que fui ministro me tocó preocuparme todos los días sobre cómo íbamos a calentar a Santiago y al país. Había contratos firmados y no nos llegaba ni la décima parte de volumen de gas acordado. Había días en que no era suficiente para que los 7 millones de santiaguinos pudieran cocinar. Chile modificó su matriz energética para funcionar con gas argentino y significó encarecimiento de tarifas y perder hasta dos puntos de crecimiento económico algunos años. Significó decenas de miles de puestos de trabajo perdidos. Fue un costo gigantesco. Eso no puede volver a repetirse.  

P. ¿Qué precaución tomaría con Argentina si fuera presidente?
A.V.: Las políticas comerciales argentinas no sólo son proteccionistas sino que causan un tremendo perjuicio a todos los países de la región. Yo soy de los que piensan que Chile pudo haberse hecho parte de los requerimientos ante la OMC, por ejemplo. Porque hay un claro perjuicio a los exportadores chilenos. Creo en los mecanismos multilaterales y hay que usarlos cuando el derecho así lo permite.  

P.: ¿Se refiere al caso de Enap y sus concesiones rescindidas por YPF?
A.V.: No: hablo sobre las trabas permanentes que encuentran los exportadores chilenos. En transporte, en el cruce de la frontera, en certificación sanitaria y fitosanitaria, en las dificultades de distribución, en las demoras en los almacenes, etcétera y etcétera. 

P.: ¿Cómo ve la relación de Chile con Brasil?
A.V.: En el último año estuve cuatro veces en Brasil y nunca en Buenos Aires. Tanto Brasil como Chile han mostrado que se puede tener una sucesión de gobiernos de centroizquierda que pueden ser cuidadosos y respetuosos en macroeconomía y a la vez audaces en materia social. Hemos estrechado lazos comerciales y financieros, somos complementarios. Chile es productor de materias primas, Brasil de manufacturas. Creo en esa relación.

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