25 de agosto 2016 - 00:15

Con duros cruces e insultos, comenzó en Brasil el juicio final para destituir a Dilma

La presidente suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, se enfrenta a su destitución a partir de este jueves.
La presidente suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, se enfrenta a su destitución a partir de este jueves.
Un tenso cruce de acusaciones, y hasta insultos, marcaron el inicio del histórico impeachment contra la presidenta suspendida, Dilma Rousseff, que se tramita en el Senado de Brasil.

El presidente del Supremo Tribunal Federal, Ricardo Lewandowski, ordenó pasar a un cuarto intermedio para restablecer el orden en el plenario debido a un acalorado embate entre aliados y adversarios de Rousseff.

"Qué moral tienen ustedes para juzgar a la presidenta Dilma Rousseff, qué moral tiene este Senado?", disparó la senadora Gleisy Hoffmann, del Partido de los Trabajadores (PT) .   

Además de pertenecer al mismo partido de Rousseff, Hoffmann fue jefa de gabinete durante el gobierno de la presidenta que está separada de sus funciones desde el 12 de mayo.   

Ese día de mayo, el Senado aprobó la "viabilidad" de la apertura de un proceso contra la jefa de estado y, automáticamente, asumió la presidencia Michel Temer, que hasta entonces era vicepresidente de la República.   

La acusación de la senadora Hoffmann causó la indignación de legisladores que respaldan la condena de Rousseff, que es acusada de maquillar las cuentas públicas para disimular el exceso de gastos en 2014, año en el que fue reelecta.

Uno de los legisladores más molestos fue Ronaldo Caiado, del partido Demócrata, que gritó a Hoffmann "ladrones de jubilados".   

Esto porque el marido de la senadora, otro ex ministro de Rousseff, fue procesado por corrupción por el mal manejo de fondos destinados a los jubilados.   

En ese momento, Caiado fue acusado, por un petista, de "explotar trabajo esclavo" con lo que se trajo al ruedo que ese senador fue procesado por haber sometido a situaciones humillantes a los campesinos que trabajaban en su finca.   

En eso terció el senador Lindbergh Farias, aliado de Rousseff, que despotricó contra los "golpistas" y fue repelido por Caiado que le espetó: "usted por qué no se hace un control antidoping". Esa propuesta de Caiado hizo "estallar" al Senado.   

El amplio y moderno recinto de la Cámara Alta, diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer, se convirtió en poco menos que un estadio de lucha libre, donde algunos congresistas se amenazaron.

"Acá el sucio se queja del mal lavado, esta gente es una lata de residuos (...) están demorando las cosas para tardar en llevar la corona de flores para la presidenta Rousseff", comentó el senador Magno Malta, del Partido Republicano.

Otros senadores se sumaron a la polémica elevando la voz dando lugar a un clima de descontrol por lo que el juez del Supremo Tribunal Federal Lewandowski pidió suspender la sesión por algunos minutos.

El magistrado instó a los senadores a dejar sus "ideologías" de lado y proceder con mesura, además de recordarles que en este "impeachment" deben asumir responsabilidad de "jueces".

Y en su condición de "jueces en esta grave" circunstancia se espera de los senadores procedan "con la mayor objetividad considerando solo los hechos y las leyes, actuando con cortesía y decoro", señaló Lewandowski.   

La ley de "impeachment" establece que el proceso al Jefe de Estado esté a cargo de un tribunal ad hoc, formado por los 81 miembros de la Cámara alta y el titular del Supremo Tribunal.   

Pero aunque los embates daban la sensación de que el Senado está dividido la realidad es otra: hay una amplia mayoría de congresistas que votarán por la destitución de Rousseff.

Para que la presidenta sea destituida se requiere el voto de dos tercios del Senado, esto es 54 de los 81 miembros, una cifra que todos los analistas consideran prácticamente segura. 

El excandidato presidencial y actual senador Aecio Neves expresó total confianza en que se alcanzarán y hasta superarán los 54 votos para destituir a Rousseff que también perdería sus derechos políticos durante ocho años.   

"Hoy es un día histórico (...) estoy un 110% seguro (...) de que vamos a terminar con la arrogancia y prepotencia que hundió a Brasil en esta crisis profunda", declaró.

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