21 de marzo 2017 - 00:00

Un francotirador acostumbrado a desafiar al poder

James Comey, el jefe de la Policía Federal estadounidense, se convierte en un peligro para la administración republicana.

James Comey
James Comey
Washington - ¿Quién puede permitirse hoy en Estados Unidos mostrarle una tarjeta amarilla a Donald Trump sin arriesgar su cargo? Respuesta: James Comey, el poderoso jefe del FBI.

No es la primera vez que este gigantesco policía -mide dos metros de estatura- causa revuelo, pero el de ayer fue particularmente estruendoso. Y lo hizo sin apartarse de la calma que caracteriza a este hombre experto en audiencias en comisiones del Congreso.

Concentrado, con el ceño fruncido, el jefe de la Policía Federal se destaca en esa tarea, en la que logra proyectar una imagen de fiel servidor de la ley, a pesar de que es un zorro de la política.

Donald Trump está advertido: las palabras del jefe del FBI, fortalecidas por el carácter oficial de las investigaciones que él supervisa, no se borran fácilmente.

Hillary Clinton lo padeció en carne propia cuando Comey recomendó en una sorpresiva conferencia de prensa en julio de 2016 no denunciar a la exsecretaria de Estado por el caso de sus emails enviados desde un servidor privado, aunque comentó que la candidata demócrata había demostrado "una gran negligencia".

Aquel día Comey llenó de piedras los zapatos de la exprimera dama en plena campaña. Pero no conformó a los republicanos, que esperaban que la demócrata fuera formalmente acusada.

Cuando, a fines de octubre, diez días antes de los comicios presidenciales, el director del FBI relanzó el caso de los mensajes electrónicos, los republicanos lo aplaudieron y elogiaron en el otoño (boreal) una autonomía de la que dudaban en el verano. Todo indica que James Comey, de 56 años, es capaz de mantener el timón de la nave del FBI en medios de las tormentas.

Este exfiscal federal y exsubsecretario de Justicia fue largamente marginado por los republicanos, pero fue designado por Obama en su actual cargo. Donald Trump le pidió que continuara en funciones.

La tenacidad es uno los rasgos más sobresalientes de su carácter. Combinando firmeza y pedagogía, enfrentó incansablemente a Silicon Valley para convencer a Apple que desbloqueara un smartphone usado por el autor de un atentado en California. Finalmente los expertos del FBI lo consiguieron.

Bajo la administración Obama, Comey eclipsó a menudo a su superior jerárquica, la secretaria de Justicia Loretta Lynch. Esta ratificó así las recomendaciones de no acusar a Hillary Clinton.

Con esta ardiente investigación, Comey consolidó su fama de francotirador, aguantando los ataques de todos los bandos y saliendo indemne del avispero. Hay que decir que este padre de cinco hijos y de aspecto siempre impecable, tiene experiencia.

Comey navega desde hace tres décadas en los altos círculos político-judiciales, y se fabricó una coraza gracias a la cual a menudo puede enfurecer a las autoridades judiciales e incluso a la Casa Blanca.

Lo hizo, por ejemplo, cuando apoyó a los policías reticentes a comprometerse con su tarea tras la avalancha de críticas que recibieron por la muerte de Michael Brown, un joven negro abatido en 2014 en Ferguson (Misuri).

Agencia AFP

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