17 de mayo 2017 - 23:48

Diálogos de Wall Street

¿Cuál es el posicionamiento de los administradores de cartera? Nasdaq y acciones europeas lideran las preferencias. Conversamos con Gordon Gekko sobre fobias y favoritismos de los inversores.

Periodista: El Nasdaq navega con rumbo a su récord número 33 en lo que va del año. ¿Que Trump comparte información secreta de seguridad con Rusia? ¿Que la Casa Blanca fomenta escándalo tras escándalo y no se toma descanso? El Nasdaq no hace política, suma y sigue; balance decente, clic, caja. No hay con qué darle. ¿Es así?

Gordon Gekko: No durará por siempre. Está claro: hoy, largo el Nasdaq es la apuesta más popular. Pero hasta el mes pasado el podio lo dominaba el dólar, que durante cinco meses fue el activo favorito entre los mánager de cartera.

P.: Y así le fue. El superdólar no se sostuvo, y se desmorona a niveles más bajos que cuando Trump ganó la elección.

G.G.: En diciembre parecía que la jugada no podía fallar. El discurso de Trump, tomado al pie de la letra, era muy pro dólar. Hasta que lo cambió, y se inclinó por el otro lado de la moneda. El dólar fuerte podía ahogar a la economía. "Nos está asfixiando," dijo. Y se abstuvo de impulsar medidas, o mensajes, que le dieran alas. La reforma tributaria, la hojita borrador, no mencionó ningún ajuste impositivo de frontera, y esa era la clave del superdólar.

P.: Me parece que no es muy conveniente liderar el ranking de preferencias. Es el momento de fama de precede a la caída.

G.G.: Todo un gentío subido al mismo bote no es la mejor recomendación de inversión. Es difícil maniobrar si algo sale mal y todos quieren bajarse a la vez.

P.: ¿Podemos estar cerca de ver volcar también el entusiasmo por la Bolsa?

G.G.: Pese a la sucesión de récords, el entusiasmo de los mánager por el Nasdaq es relativamente reciente. En abril, aparte del dólar, las acciones europeas, los bonos corporativos y los papeles de los bancos tenían preeminencia. Y la Bolsa siempre puede rotar, concederle descanso a un sector y montarse a otro más rezagado.

P.: Dólar y bancos corrigieron fuerte. Las acciones europeas, después de las elecciones francesas, picaron en alza.

G.G.: Son la segunda opción más elegida, detrás del Nasdaq.

P.: De a poco, a medida que la Bolsa sube, va esmerilando la reticencia a involucrarse.

G.G.: Con énfasis todavía en "de a poco".

P.: Con Macron en el poder, el riesgo europeo es más apetecible.

G.G.: Por de pronto, el peligro de desintegración de la Unión Europea ha dejado de ser el ogro más citado por quienes manejan grandes fondos.

P.: Era la espada de Damocles de 2017.

G.G.: Salvo en enero, cuando los inversores temían una guerra comercial a instancias del proteccionismo de Trump, la suerte de la unidad europea figuraba al tope de la lista de preocupaciones.

P.: ¿Las elecciones que falta celebrar en Europa -generales en Alemania o legislativas en Italia y Francia- no mueven el amperímetro?

G.G.: No es que no sean importantes, pero no se dirime en ellas el futuro de la integración. En ese sentido, el alivio es enorme y bien fundado, el nacionalismo perdió la batalla, aunque un Macron carente de apoyo parlamentario puede echarle un balde de agua fría al actual entusiasmo.

P.: Le Pen perdió la batalla, pero no la guerra.

G.G.: Tendrá que esperar cinco años para tener revancha.

P.: ¿Cuál es el fantasma alternativo, el cuco que hoy asusta más a los mercados?

G.G.: China y su proceso de apretón crediticio.

P.: Hemos visto caídas bruscas en los precios de las materias primas, atribuibles al frenazo en China, pero que han despertado poco o nulo contagio. Es el caso de los emergentes, que siguen empujando pese a las vicisitudes de los precios de los productos primarios.

G.G.: Los chinos aprietan porque los números de la economía les dieron bien. Atacan excesos, a partir de su confianza en poder satisfacer su meta de crecimiento del 6,5%. El 6,9% del primer trimestre fue alentador.

P.: Pero se pueden equivocar y tensar la cuerda de más.

G.G.: Pueden fallar, y ese es el temor. En todo caso, no será la primera vez que los veamos aflojar a toda prisa.

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