29 de mayo 2017 - 00:00

Juguemos a los récords ahora que Trump no está

Tras el tropezón del miércoles 17, Wall Street avanzó en las siete ruedas que se sucedieron desde entonces. Igual, el Rusia-gate recién comienza a salir a la superficie.

Donald Trump
Donald Trump
El presidente Trump se fue de viaje, Washington entró en calma y Wall Street retornó a la faena que sabe: facturar una nueva andanada de récords. Un tropezón no es caída aunque lo del miércoles 17 -el S&P 500 se hundió el 1,8%- fue un golpe duro. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. Y, en este mercado bull, a la velocidad de la luz. La Bolsa trepó en siete de las siete ruedas que se sucedieron desde entonces. Un traspié no es mala noticia. Es oportunidad de compra, conforme el mantra de la onda verde. Redistribución de ingresos. ¿Que Trump puede ser acusado de obstrucción de justicia? Tal vez. Esta semana preocupó poco, quién sabe la próxima. Los cargos que sí hay que retirar son los de obstrucción de rally. La vía rápida está libre para todos, aun los rezagados, como los sectores de transporte y small caps, pequeñas compañías, que se sumaron a la fiesta. ¿Que el rally a los cielos del Nasdaq está confinado a sólo cinco empresas de tecnología: Apple, Facebook, Amazon, Microsoft y Alphabet (Google)? El rebote fue magnánimo. Tomaron parte estrellas y estrellados. Si algo impresiona del acto reflejo de la recuperación es la amplísima intervención de papeles. El "breadth" en alza, el saldo acumulativo creciente entre las acciones que avanzan versus las que declinan, estableció también un nuevo récord. Son picos gemelos. Cotizaciones y participación. El mercado bull no se rinde, y quiere más.

¿Qué pasó con la crisis política? Con el presidente Trump cosechando amistades en el extranjero, bajaron los decibeles de la puja interna. ¿Terminó la tragedia rusa? Si recién comienza a salir a la superficie. La novedad es que el yerno presidencial, Jared Kushner, está bajo investigación. Aunque no pesa acusación en su contra. No será sencillo pasarlo a segundo plano como se hizo con el fogoso Stephen Bannon (quien aun así, continúa merodeando y sueña con una próxima reivindicación). Ivanka lo tomaría mal. Y lo hecho, hecho está. Al parecer, con pelos y señales. Que en el Rusiagate, Trump y su tienda de los milagros, están en offside flagrante no hay quien lo dude. Antes de pisar el área chica, o sea, antes de entrar al Salón Oval. Agrava la cuestión su manejo amateur de la materia, y la disputa con los profesionales de los servicios de seguridad e inteligencia. Si los están grillando desde temprano es por las chapuzas de aficionados. De Kushner se dice que quiso establecer una línea secreta de comunicación con Moscú, y que exploró la posibilidad de usar facilidades rusas para esquivar la intercepción de las conversaciones. No lo logró. Entiéndase bien, no consiguió que fuera un secreto.

La Bolsa en las alturas, y las tasas, en el limbo. ¿Qué saben los bonos que las acciones ignoran (o prefieren pasar por alto)? Se teme que la economía dé un paso en falso. O que lo haga la Fed. O lo peor, una combinación de ambos. En la semana, la revisión al alza del crecimiento en el primer trimestre (del 0,7% al 1,2%) le dio munición al optimismo. Que la Fed de Atlanta haya rebajado su proyección para el trimestre actual no perjudicó: el 3,7% es más que alentador, demasiado inflamado como para ser creíble y zanjar la disputa. Las minutas de la Fed, pese a su rélax, confirmaron la voluntad de izar las tasas el 14 de junio (y comenzar luego la reducción del crédito primario). Lo bueno es que el banco central no se embarcaría en ninguna de las dos tareas si temiera un horizonte frágil de actividad. Con todo, la tasa de 10 años no levantó cabeza. Se hundió 8 puntos base en la semana. Los bonos, por lo visto, tampoco se rinden. Mantienen la pulseada y retribuyen la espera.

Si Wall Street va a volver a asustarse por la crisis política, como lo hizo el 17, entonces el rally tiene futuro de colisión. Cuanto más se hurgue, más evidencia negativa saltará a borbotones. Si mira para otro lado, como también sabe hacerlo, los contratiempos de Trump con los cosacos sólo serán escaramuzas. Terminada la temporada de balances, con notable ganancia de precios, la economía y la normalización de la política monetaria llevarán el timón. Con lecturas tan bajas de volatilidad esperada, reales o distorsionadas por la bicicleta del VIX, y una curva de rendimientos que se aplana, pedalear cada vez a más altura exige, como mínimo, asegurarse el casco.

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