21 de junio 2017 - 23:49

Clave: más que festejar deuda, hay que festejar el menor rojo

SI MINISTRO SALABERRY EN 1917 HUBIERA EMITIDO BONO A 100 AÑOS, SE HUBIERA DEFAULTEADO TRES VECES - En segundo mandato de Carlos Menem bancos acercaron bono a un siglo pero oferta fue rechazada. La verdadera jugada positiva: dejar de financiarse con pesos que emite el Banco Central en 2018.

Clave: más que festejar deuda, hay que festejar el menor rojo
Si en 1917 el ministro de Hacienda de Hipólito Yrigoyen, Domingo Salaberry hubiera emitido un bono en dólares a 100 años, el mismo hubiera sido reestucturado en tres ocasiones. En ese año la deuda pública comenzaba a crecer fuertemente para financiar el rojo fiscal afectado por un mundo complicado y por un vicio argentino que aún subsiste: la contratación de empleados públicos. Hubo cesaciones de pago en 1930 pero provinciales. En 1956 se reestructuró la deuda en Francia dando nacimiento al Club de París. La fuerte suba de tasas en EE.UU. arrastró al default a México en 1982 y a 27 países, entre ellos la Argentina. Recién a los 10 años, en 1992 con el Plan Brady, se salió del default. El tercer golpe lo asestó Adolfo Rodríguez Saa con su ovacionado discurso en diciembre de 2001 anunciando la cesación de pagos. Aún hoy existen bonistas que no llegaron a un entendimiento con el país. Si el bono imaginario de Salaberry hubiera sido emitido en pesos, hubiera sido pulverizado por la inflación, con 13 ceros que se le quitaron a la moneda y cambios de nombre, desde el peso ley 18.188, al convertible, pasando por el argentino y el austral.

Lo que está claro es que pronosticar a un año en la Argentina es casi imposible. Al 2117 es todo imaginación. De todas maneras, lo que no se debe festejar es la emisión de un título de deuda. Esto, porque el mismo es consecuencia de un rojo fiscal que hoy es fácil de financiar pero se ignora hasta cuándo persistirán las condiciones de liquidez en los mercados internacionales. De nuevo, basta ver los eventos por los que atravesó el país sólo por contagio externo desde Salaberry a Dujovne hoy. Y los shocks "made in Argentina" que pueden sobrevenir que compliquen el acceso al financiamiento.

La buena señal que es que le otorguen financiamiento al país a 100 años cuando hace pocos años no lo tenía directamente puede tener una contracara fiscal. Es que al emitirse con el Argentina 2117 un cupón de intereses mayor, 200 puntos porcentuales, al de un bono a 10 años por ejemplo, se deberá cargar en los próximos años casi 60 millones de dólares adicionales en el rubro intereses de la deuda que podrían haberse evitado. Hoy las preocupaciones centrales de los analistas en el exterior es cómo hará la Argentina para reducir el déficit fiscal en 2018 a 3,2% del PBI. Y agregar carga al rubro intereses no es algo positivo. Por más que refleje la confianza existente en el país. En la segunda etapa de la gestión Menem, entre 1995 y 1999 se le ofreció al país también la emisión de un bono a 100 años. Pero en esa ocasión se lo desechó dado que los beneficios eran mínimos y la carga de intereses elevada. Si se lo hubiera emitido, a los 5 años hubiera entrado en default. Quizás el estiramiento de los plazos es lo que tiene por delante hoy el BCRA con la deuda de las LEBAC concentrado todos los meses. En las últimas licitaciones, Federico Sturzenegger está ofreciendo zanahorias para estirar vencimientos. Y ya que entra el BCRA en escena: ¿no es hora de que el Tesoro deje de pedirle al BCRA que emita pesos para financiarse si hay tanta liquidez en el mundo disponible para el país?

Lo que llama la atención igualmente es que en el exterior no exista preocupación por las elecciones de octubre. Recién el comunicado del MSCI (ver páginas 2 y 3) advierte algo en ese sentido. Pero aún en el mejor resultado para Cambiemos, ¿habrá ajuste de las cuentas públicas? Con la liquidez existente en los mercados del mundo, el gobierno se verá tentado nuevamente a aumentar en endeudamiento y postergar reformas. Más cuando al parecer el macrismo tiene "el sí fácil". Y la rendija que se abre es muy pequeña según admiten en el propio gobierno. Desde un eventual triunfo en las elecciones de octubre, hay margen para dar malas noticias hasta junio de 2018. La política luego mandará. El 2019 estará a la vista. Por ello es que la Argentina puede repetir historias, postergando ajustes y creciendo poco a cambio. Lo de Salaberry en adelante.

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