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La canciller alemana Angela Merkel condenó la violencia, tildándola de "inaceptable".
"Puedo comprender totalmente las manifestaciones pacíficas", dijo Merkel, "pero las protestas violentas ponen en riesgo a la gente, ponen en riesgo a la policía y a las fuerzas de seguridad, ponen en riesgo a los habitantes, y eso es inaceptable".
Merkel agradeció a las fuerzas de seguridad por su labor, de proteger a la cumbre del Grupo de los 20 realizada en una zona de acceso restringido.
Miles de policías antimotines vigilaban unas 30 marchas de protesta. La mayoría de las marchas fueron pacíficas y hasta creativas, pero algunos manifestantes lanzaron bombas molotov, tubos de hierro y piedras.
Al caer la noche, algunos encendieron fogatas en las calles del barrio de Schanzenviertel.
La policía usó chorros de agua para dispersar a los manifestantes, mientras otros agentes tuvieron que sacar a rastras a los descontentos que se habían sentado en las vías de acceso al centro de convenciones y que habían gritado a los convoyes que iban entrando.
Además los manifestantes le impidieron a la primera dama estadounidense Melania Trump llegar al lugar donde las demás esposas de presidentes realizaban un evento.
Más tarde, los activistas trataron de llegar a la Sala de la Orquesta Filarmónica de Hamburgo, donde los líderes mundiales iban a escuchar un concierto y asistir a una cena. Buques de Greenpeace propalaron música a alto volumen para entorpecer el encuentro.
La policía condenó "la asombrosa criminalidad y el alto potencial de violencia", y tuiteó una foto de un policía con una herida sangrante, producto de un piedrazo.
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