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La necesidad de ganar el pan fue el único límite a la huelga opositora
Como la semana pasada, la protesta se hizo sentir más en el este acomodado de Caracas.
También en La Vega se gana la vida con su quiosco Alexander Amarista, un joven que se declaró chavista pese a no mostrar entusiasmo por Maduro. "El Gobierno está intentando hacer algo para salir de ésta; la oposición sólo quema autobuses, clínicas y destruye", afirmó al mostrar su disconformidad con el paro.
Amarista dijo que nadie va a poner comida en su mesa si cierra dos días su quiosco, y, empleando el término despectivo con que Chávez designaba a sus detractores de buena posición social, culpó a los "empresarios 'escuálidos'" de la "guerra económica" que a su juicio provocan el desabastecimiento y la inflación galopante en el país.
Una mujer mayor, clienta del quiosco y vecina de La Vega, entró en la conversación y coincidió con el joven al explicar el éxito del paro en las áreas más prósperas de Caracas. "Allí ellos pueden hacerlo porque no tienen tanta necesidad", señaló la mujer, que rechaza la medida de la huelga pese a estar en contra de Maduro y la Constituyente con que busca elaborar una nueva carta magna.
Incrustada en el este por lo general acomodado está el Petare, la villa de emergencia más grande de América Latina y escenario en las últimas semanas de enfrentamientos entre vecinos que quieren la salida de Maduro y miembros de la Policía militarizada.
Más comercios bajaron las persianas en Petare, que, aunque rebajado por los efectos del paro, mantenía ayer su característico bullicio de motos, automóviles, vendedores callejeros de fruta y vecinos que caminan.
Preguntado sobre el relativo seguimiento del paro, un vecino señaló al pasillo que da entrada a una especie de patio, donde según él tienen su base de operaciones los temidos "colectivos". Estos grupos a veces armados dicen defender la revolución chavista en los sectores más populares y han sido acusados de atacar e intimidar a opositores y vecinos descontentos en lo que ven como sus feudos.
Justo enfrente de la montaña atestada de casitas en Petare tiene su tienda de colchones Hassan, un comerciante de origen sirio que abrió ayer porque esperaba a unos mecánicos para hacer reparaciones.
"Cuando terminen, cerraré. Una huelga no tumba gobiernos, pero hay que apoyar", dijo y responsabilizó a Maduro de la "destrucción de la clase media" y de la explosión de los precios con la brutal depreciación del bolívar.
Hassan lamentó que la crisis haya obligado a emigrar a parte de los empresarios de la comunidad árabe -"en unos pocos años han perdido lo que construyeron en cuarenta"-, y dice sobre sus anhelos de cambio: "Sólo queremos vivir como antes".
Este empresario ve las calles más vacías que otros días, y cuenta que asociaciones de comerciantes de Petare sí se sumaron a la huelga.
Imágenes de la Virgen María y fotos de Hugo Chávez con el presidente sirio, Bashar al Asad, decoran la tienda de Hassan, que se queja de Maduro y no esconde su añoranza del iniciador de la Revolución en Venezuela: "Chávez era otra cosa. Tenía grandes ideas, las sacaba adelante, tenía soluciones".
Agencia EFE |
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