18 de agosto 2017 - 00:00

Las milicias, peligro en pleno crecimiento

Muchos de sus miembros se sienten atraídos por el presidente y asisten a sus actos. Se entrenan mensualmente con fuego vivo.

juegos de guerra. Los milicianos de Georgia se entrenan para un conflicto con el poder central de EE.UU. El islam concentra parte de sus odios.
juegos de guerra. Los milicianos de Georgia se entrenan para un conflicto con el poder central de EE.UU. El islam concentra parte de sus odios.
Jackson (Estados Unidos) - Cada mes, Chris Hill se reúne con sus amigos durante un fin de semana en un remoto bosque de Georgia, en el corazón profundo del sur de Estados Unidos. ¿El plan? Acampar, comer carne a la parrilla... y ensayar ataques con fusiles semiautomáticos para el caso de que el Gobierno intente venir a arrebatarles sus armas.

Vestidos con uniforme y dotados de armamento militar, la veintena de milicianos de la "Georgia Security Force", bajo un intenso calor, patrulla en equipo por el bosque y dispara municiones reales durante un asalto a una casa falsa.

"Yo estoy preparado para la guerra civil, un ataque nuclear de Corea del Norte, de Rusia, una invasión extranjera o de mi propio Gobierno si opusiera sus armas contra el pueblo para desarmarlo", cuenta Hill, de 42 años, que prefiere el mote de "Bloodagent" (agente de sangre) cuando lidera este grupo que creó en 2008.

La de Hill es una de un estimado de 165 milicias antigubernamentales que operan actualmente en Estados Unidos. No son un movimiento homogéneo, pero están unidas principalmente por un profundo recelo hacia el Gobierno, un fuerte credo en las libertades individuales como el derecho constitucional a portar armas y, desde la última campaña presidencial, una afinidad con Donald Trump.

Las banderas confederadas, símbolos asociados al racismo en el sur, adornan el campamento, al igual que banderas negras.

Rooster e Yvette Di Maria, un matrimonio proveniente del vecino estado de Carolina del Sur, equipados con un carro remolque último modelo, con uniformes militares y fuertemente armados, encontraron en esta milicia una "familia".

Para Rooster, el atractivo del grupo reside en "estar con mentes afines, que creen en las mismas cosas, en la Constitución, en el cristianismo, en hacer lo correcto y en tener una buena moral". Su esposa Yvette, la única mujer, muestra una manicura impecable mientras dispara su fusil de asalto. Ambos estaban desilusionados de la política hasta que Trump anunció su candidatura, e Yvette dice que se sentía ridiculizada por sus pares, que la acusaban de racista y homófoba.

"En vez de quedarme en casa y quejarme, sin hacer nada, decidí unirme a un movimiento donde asumo abiertamente quién soy", dice. "Puedo expresar mi opinión, estoy con personas que quieren escucharla. Estoy con personas que pueden identificarse conmigo. Soy esposa, madre, patriota estadounidense, cristiana, emprendedora", añade.

Las milicias, que regularmente "resguardan la seguridad" en manifestaciones, acudieron especialmente los mítines de Trump, armadas, para contrarrestar cualquier protesta "antifascista".

"La persona típica en el movimiento de milicias es un blanco de clase trabajadora. No son pobres, pero tienen empleos mal remunerados y son atraídos por Trump", explica Carol Gallagher, profesora en la American University de Washington. Algunos son expertos en supervivencia o promotores del derecho a portar armas, mientras otros defienden el legado confederado, rozando incluso el supremacismo blanco.

Estas milicias son vistas como grupos extremistas por el FBI y por asociaciones civiles. Según el Southern Poverty Law Center (SPLC), una organización de lucha contra el extremismo, unos 623 grupos antigubernamentales operaban en Estados Unidos en 2016.

La muerte en Charlottesville, Virginia, de una activista antirracista -que fue arrollada por un simpatizante neonazi- en una manifestación de supremacistas blancos el 12 de agosto, puso de nuevo sobre el tapete este compendio muy diverso de grupos, en ocasiones armados y de ideología ultraconservadora, a veces xenófobo y racista. Hill prefirió no decir si algún miembro de su milicia estuvo presente en esa manifestación.

En el pasado, las milicias antigubernamentales estuvieron involucradas en actos terroristas. En 1995, Timothy McVeigh, un antiguo miembro de una milicia, hizo explotar un edificio federal en Oklahoma City, matando a 168 personas. Su objetivo era incitar a una rebelión contra el Gobierno.

Hill afirma que selecciona con cuidado a sus reclutas y que cualquiera que muestra algún indicio de lo que considera radicalización sería expulsado. Sin embargo, en el seno de la milicia, ideas que muchos considerarían un pensamiento extremo son abiertamente formuladas, en especial los ataques a los musulmanes.

Agencia AFP

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