4 de octubre 2017 - 21:38

La tortura de negociar con las inmobiliarias

• REAL ESTATE
La falta de profesionalismo, el maltrato al cliente y el desconocimiento del producto que se ofrece son algunos de los escollos que debe enfrentar el interesado a la hora de salir al mercado del real estate a buscar un inmueble.

La tortura de negociar con las inmobiliarias
La nueva ley de alquileres desató una ola de protestas de las inmobiliarias que incluso hicieron un piquete frente a la quinta presidencial de Olivos. ¿Pero quién defiende a los clientes de estas empresas que cobran comisiones abusivas para las gestiones que hacen a la hora de realizar la compra-venta de un inmueble? Quien está interesado/a en mudarse y adquirir una nueva propiedad deberá andar un tortuoso camino lleno de avisos caza-bobos, riesgos económicos y destrato profesional de parte de los encargados de las inmobiliarias.

Falta de profesionalismo, desatención al cliente y desconocimiento de las propiedades son sólo algunos de los desafíos que debe encarar quien salga al mercado del real estate a buscar un inmueble.

Sin embargo, existe una esperanza y un canal para volcar denuncias e irregularidades en el mercado inmobiliario. "Todo lo publicitado por una inmobiliaria en internet o en un sitio particular constituye para la Ley de Defensa del Consumidor una oferta. Y la oferta es viculante de acuerdo al artículo 7. Si la inmobiliaria cambia las condiciones da lugar al reclamo por incumplimiento", explicó a Ambito Biz, Fernando Blanco Muiño, titular de Defensa del Consumidor de Nación. Las denuncias se pueden realizar telefónicamente al 0800 666 1518 o en www.consumidor.gob.ar.

El martirio que significa negociar con las inmobiliarias tiene tantas aristas humanas como legales. El primer desafío consiste en lograr que los operadores de real estate contesten los llamados de los clientes para acordar una cita. El proceso puede demorar semanas, más aún si se trata de una propiedad alquilada. A pesar del volumen económico de las operaciones, que ronda desde los 100.000 hasta los 600.000 dólares para el caso de departamentos de dos a cuatro ambientes en barrios medios y medios-altos de la Capital Federal como Caballito, Colegiales, Palermo, Belgrano, Recoleta o Núñez, las comisiones no bajan del 4%. Es decir, el operador llega a facturar de 4.000 a 24.000 dólares por mostrar la propiedad y reunir los papeles para poder realizar la operación. La escritura se paga aparte,

El pago de la comisión no sería tan desproporcionado si los agentes realizaron un trabajo profesional con una adecuada atención al cliente, que no suele ocurrir en la mayoría de los casos. Las fichas que entregan las inmobiliarias cuando se visitan las propiedades no siempre responden a datos ciertos. Las superficies no se corresponden con las de la escritura, la cantidad de baños a veces no coincide y los valores de expensas están siempre subestimados. Avisos caza-bobos.

Sin embargo, los clientes de inmobiliarias se exponen a riesgos mayores. Suele ocurrir que incluso firmas de primera línea, como Zuker, Ávalos o Zommer, ofrezcan departamentos que se encuentran en trámite judicial. Es decir que tiene trabados embargos que todavía tramitan en la Justicia y que impiden firmar una escritura traslativa de dominio. En algunos casos incluso llegan a proponerle a sus clientes que abonen total del valor del inmueble de 400.000 dólares sin entrega de escritura, solamente con el boleto. En otros casos, las propiedades no tiene trabados embargos pero los consorcios presentan deudas o están implicados en juicios con las distribuidoras de servicios públicos por facturas impagas. Si el comprador está desprevenido, puede terminar invirtiendo una fortuna para comprarse un juicio, y deuda ajena.

Las citas con los encargados de mostrar las unidades son una pesadilla aparte. Tienen un desconocimiento total de las propiedades, de la ubicación de las cocheras o de detalles de construcción básico que no saben responder. Incluso tienen el descaro de agendar citas cuando los inquilinos o propietarios están durmiendo en una habitación, lo que le impide al interesado poder ver todos y cada uno de los ambientes de la propiedad.

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