16 de enero 2018 - 21:53

El Papa visitó una cárcel de mujeres en Santiago de Chile

El Papa junto a una reclusa en el Centro Penitenciario.
El Papa junto a una reclusa en el Centro Penitenciario.
El Papa Francisco visitó este martes el Centro Penitenciario Femenino de Santiago, en la capital chilena y brindó un discurso frente a más de 620 reclusas.

"Gracias por la oportunidad que me dan para visitarlas, gracias por poder estar cerca de tantos hermanos nuestros que hoy están privados de su libertad", arrancó Francisco, su discurso hacia el auditorio.

"Todos tenemos que pedir perdón, sin eso perdemos la conciencia de que nos equivocamos. Dijo Jesús que el que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra", continuó.

"Muchas de ustedes son madres y saben lo que significa gestar la vida. Hoy a ustedes se les pide que gesten el futuro y que lo hagan por el futuro y la sociedad toda. La maternidad nunca es ni será un problema", sentenció.



"Estar privadas de la libertad, no significa perder la esperanza y perder la libertad, ni la dignidad", siguió el Papa.

En el gimnasio de esta prisión femenina en la que actualmente cumplen su pena 1.200 reclusas, respecto a una capacidad de 1.080, Francisco criticó que "a veces la cárcel se reduce a un castigo sin ofrecer los medios adecuados para generar procesos. Y esto está mal".

Improvisando sobre el discurso que tenía escrito, el papa agregó: "Una condena humana sin futuro es una tortura. Toda la pena tiene que tener un horizonte, el horizonte para reinsertarse y prepararse para la vida fuera".

"Exigírselo a ustedes mismas y también a la sociedad", dijo y después reiteró que "la sociedad tiene la obligación de reinsertar a cada una de ustedes", concluyó el Papa.

Previo a sus palabras, saludó a varias de las detenidas. Entre las asistentes, varias mujeres alzaron a sus pequeños niños para que el Sumo Pontífice los bendiga. El Papa besó a varios de ellos y habló con sus madres.

La capellana del Centro Penitenciario femenino, Nelly León, también pronunció unas palabras previo al Santo Padre y afirmó que "en Chile se encarcela la pobreza".

Finalizado en discurso, Francisco saludó a los agentes penitenciarios y a las autoridades y partió hacia su próxima actividad.


• Misa ante una multitud en el Parque O'Higgins


Francisco elogió la capacidad de levantarse y de volver a empezar del pueblo chileno. En el parque O'Higgins, en el que en 1987 también celebró misa el papa Juan Pablo II, dedicó su homilía a la lectura del Evangelio sobre las "bienaventuranzas".


El Papa dijo que las bienaventuranzas nacen de "los hombres y mujeres que saben de sufrimiento, que conocen el desconcierto y el dolor que se genera cuando 'se te mueve el piso' o 'se inundan los sueños' y el trabajo de toda una vida se viene abajo", en una referencia a las catástrofes naturales que han afectado a Chile.

"Pero más saben de tesón y de lucha para salir adelante; más saben de reconstrucción y de volver a empezar", dijo Francisco en su homilía.

Y exclamó: "¡Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar; cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos derrumbes!".

Agregó Francisco que las bienaventuranzas "no nacen de actitudes criticonas ni de la palabrería barata de aquellos que creen saberlo todo pero no se quieren comprometer con nada ni con nadie, y terminan así bloqueando toda posibilidad de generar procesos de transformación y reconstrucción en nuestras comunidades".

El pontífice llamó a sacudirse también la "resignación que nos hace creer que se puede vivir mejor si nos escapamos de los problemas, si huimos de los demás; si nos escondemos o encerramos en nuestras comodidades, si nos adormecemos en un consumismo tranquilizante".

Esa resignación, criticó Francisco, "nos lleva a aislarnos de todos, a dividirnos, separarnos; a hacernos los ciegos frente a la vida y al sufrimiento de los otros".

Esta primera misa en Chile, celebrará otras dos en este país, estaba dedicada "a la paz y la justicia" y destacó la felicidad "de aquellos que son capaces de ensuciarse las manos y trabajar para que otros vivan en paz" y de aquellos "que se esfuerzan por no sembrar división".

"De esta manera, la bienaventuranza nos hace artífices de paz; nos invita a comprometernos para que el espíritu de la reconciliación gane espacio entre nosotros", agregó.

El Papa exhortó a los fieles a "¡Sembrar la paz a golpe de proximidad, de vecindad! A golpe de salir de casa y mirar rostros, de ir al encuentro de aquel que lo está pasando mal, que no ha sido tratado como persona, como un digno hijo de esta tierra".

Y señaló que esta "es la única manera que tenemos de tejer un futuro de paz".

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