18 de febrero 2018 - 23:54

El aumento de las naftas, un oasis temporal

El aumento de las naftas, un oasis temporal
Por Carlos Gold (*)

Los incrementos de precios de los combustibles acaecidos desde la liberación del mercado desde el 1 de octubre del año pasado traen a consideración si la alicaída rentabilidad de las estaciones de servicio ha tenido alguna recuperación como para frenar el cierre de estos establecimientos. Durante años esto ha sido una constante.

La realidad es que hubo un mejoramiento de la rentabilidad pero dista de ser plausible como un negocio provechoso. El eterno reclamo minorista de mejorar su margen/comisión, ante proveedores que le ofertan sus combustibles al precio de su propia mayor utilidad, aún continúa. Los últimos aumentos analizados aisladamente pareciera un oasis temporal para la continuidad de los 4.423 negocios que subsisten de los 6.500 que existían hace una década y media. El alto componente impositivo que deben afrontar, como seguramente los sufren otros tipos de negocios, aquí se potencia debido a los escasos márgenes con que deben operar, que son fijados por el concentrado grupos de empresas petroleras, como si fueran prácticas comerciales usuales y "aceptadas".

Los costos de los insumos de estas pequeñas empresas, ha aumentado sustancialmente, sea por los elementos básicos, energía y agua como por los servicios con que debe alimentarse para funcionar. Mucho se habla del costo laboral, pero a decir verdad no se menciona con la misma intensidad el alto costo contributivo que ello significa, donde un acuerdo paritario no solo eleva el salario sino también la contribución al estado. Ni que hablar de la avidez recaudatoria de las arcas provinciales y municipales, con impuestos y "tasas", que nacen para suplir una necesidad, y que nunca mueren, quedan eternamente. En síntesis, los últimos aumentos traen un viento positivo en los ingresos de las estaciones de servicio, pero con la misma intensidad sus costos construyen una pared. Es una cuestión de tiempo, si la pared se eleva más que proporcionalmente, como lo demuestra la historia, el viento no pasará.

En paralelo a la liberación de precios, el gobierno introdujo vía Reforma Fiscal un cambio al esquema impositivo aplicado a los combustibles, aspecto sustancial en la formación del precio que paga el consumidor, donde la carga tributaria representa nada menos que el 45% del valor del litro de combustible. En términos generales, al pasar la carga tributaria de valores porcentuales a valores fijos -aunque actualizables periódicamente- permitiría amortiguar la incidencia de la parte impositiva en el precio final cuando ocurran aumentos pronunciados en las variables que determinan el precio, con el consecuente beneficio para los consumidores. El esquema se aplica a partir del 1 de marzo, de modo que hay tiempo todavía para hacer una evaluación del desempeño en este sentido.

Hoy, con un Brent disminuyendo, hay ilusiones de una baja en los precios de los combustibles, pero no aún, ya que el tipo de cambio, se mantiene elevado y al momento pareciera no ceder, por lo cual, la ilusión de una baja por el momento, se esfuma. Pero si hubiera tal disminución será bienvenido para los consumidores, para la población en general y eso es realmente bueno, pero para las estaciones que deben afrontar los costos y salarios será todo un tema, que no pasa por la idea de provisiones anticíclicas, como alguien pueda insinuar, sino de compensar, sea por el estado o por el mayorista, para evitar el destino de nuevos cierres.

(*) Titular de CECHA

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