9 de mayo 2018 - 00:11

De Teresa a Singh, la avanzada del FMI recupera protagonismo

• NÉSTOR KIRCHNER FUE EL ÚLTIMO PRESIDENTE QUE TUVO UN CONVENIO VIGENTE CON EL FONDO MONETARIO
En los últimos 20 años fueron famosos los encargados de supervisar que los gobiernos argentinos cumplieran las metas de los acuerdos. Con Macri, ese papel recaerá en el italiano Roberto Cardarelli.

Billetera. Néstor Kirchner junto a Felisa Miceli y Alberto Fernández, el día que anunció el pago al FMI en 2006.
Billetera. Néstor Kirchner junto a Felisa Miceli y Alberto Fernández, el día que anunció el pago al FMI en 2006.
Luego de 13 años y ocho meses la Argentina vuelve al marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Ese tiempo pasó desde que, en septiembre de 2004, el entonces presidente Néstor Kirchner se negó a firmar una renovación del convenio que había vencido, pese a la presión de Washington. Después, el 3 de enero de 2006, le pagó en efectivo la deuda de u$s9.500 millones y se sacó de encima cualquier atisbo de supervisión o sugerencias en materia de política económica.

Los acuerdos con el FMI vienen, inevitablemente, acompañados de condicionamientos cualitativos y cuantitativos, como se plantea en la jerga de la burocracia internacional. El Fondo presta más barato que un inversor privado. Pero, como quiere cobrar, plantea exigencias. Y esto convierte a los encargados de supervisar la aplicación de las metas en virtuales ministros de Economía de los países bajo acuerdo.

En Argentina, los funcionarios del FMI que desempeñaron esas tareas en los últimos 20 años se convirtieron en celebridades. Al menos para la prensa local.

Teresa Ter-Minassian, Anoop Singh y Roberto Cardarelli.

La italiana Teresa Ter-Minassian, primero, y el indio Anoop Singh, después, fueron los casos más emblemáticos.

Ter-Minassian se ocupó del caso argentino entre 1997 y 2000. Visitó Buenos Aires en varias ocasiones, le gustaba alojarse en el Sheraton de Retiro y salir a caminar sola por la Ciudad. Cuando se hizo famosa por sus posiciones duras como negociadora y sus vestidos multicolores, se vio obligada a limitar sus excursiones. Quedó en la historia como la que le dio el último empujón al derrumbe de la gestión de Fernando de la Rúa. El FMI cortó el combustible del blindaje y el final se precipitó.

Anoop Singh hizo su aparición estelar allá por 2002, cuando el piloto de tormentas era Eduardo Duhalde. Lo primero que lo destacó fue su parecido con el actor Peter Sellers en la película "La fiesta inolvidable". Su influencia se fue diluyendo hasta que Néstor Kirchner decidió ignorarlo completamente.

Después del ostracismo de la década kirchnerista, los encargados del caso argentino en el FMI empezaron a asomar nuevamente. Pero en este caso, sin el glamour de Ter-Minassian ni el perfil hollywoodense de Singh.

El actual jefe del Departamento para el Hemisferio Occidental es Alejandro Werner, un argentino con muchos años en Washington que prefiere mantener las distancias que impone la nacionalidad. En realidad, ya hubo antes (en los años 90) un argentino en ese mismo cargo (el mendocino Claudio Loser) que también logró su objetivo de pasar desapercibido.

El enviado de Werner para ocuparse del "trabajo sucio", es decir, encabezar las delegaciones que supervisan la marcha de la economía "in situ", es el italiano Roberto Cardarelli. Menos extravagante para vestirse que su compatriota Teresa, Cardarelli ya estuvo un par de veces en Buenos Aires cuando Mauricio Macri aceptó retomar la supervisión del artículo IV. Su preocupación es evitar que los salarios suban mucho y empujen la inflación.

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