25 de mayo 2018 - 17:46

Drexler: "Mi idea es estar menos en la ruedita del hámster"

Como su hermano Jorge, Daniel es músico y médico. En “Uno”, su séptimo disco, deja de lado la ciencia para buscarse en el campo de la poesía. Los detalles de cómo revivió a un chico en la playa en enero pasado.

Drexler: Mi idea es estar menos en la ruedita del hámster
"Celebrar el desatino/ sin que haya otro lema/ que vivir de monte en monte/ de poema en poema", canta Daniel Drexler en "Febril Remanso", la cara visible de "Uno", su séptimo disco. Y en ese elogio al mal paso, la búsqueda toma la forma de quien la mire. Y es que luego de vivir entre dos mundos, como la ciencia y la música, el doctor Drexler dejó de lado el delantal para atravesar su propio latido, "como si al fin el destino/ fuera andar por el camino".

"A mis 49 años (cuenta el artista que este sábado a las 21 se presenta en La Usina con entrada gratuita) la llama sigue prendida. Mi idea es estar estar menos en la ruedita del hámster. Bajarme de ahí y vivir la vida en una dimensión poética, si es que esa dimensión existe. Y no sólo me refiero a la poesía sino también a vivir la vida con creatividad tratando de no apagarse. De no alinearse y de no entrar en un callejón sin salida. Es un desafío diario, una necesidad personal, que me lleva a estar súper interesado en los vínculos humanos".

Grabado en Río de Janeiro, con tomas adicionales realizadas en Buenos Aires y Montevideo, el disco cuenta con la mano esencial de Alexandre Kassin, uno de los productores más importantes de Brasil. "Cuando me dijo que sí, me agarró un cagazo bárbaro. Pero a esta altura cuando sentís un cosquilleo, hay que hacerle caso. Además, todas las canciones pedían una intersección entre el pulso afro montevideano y el pulso afro carioca", dice el artista. Y agrega detalles del lugar de grabación: "El estudio parece 'La peluquería de Don Mateo', pero en vez de Porcel está el gordo Kassin. Todo funciona de una manera tan caótica y absurda que para mí, que vengo de un universo más estructurado, fue un gran desafío".

Periodista: ¿Cuál es el desafío hoy? Ya volcado al arte, ¿es un temor no encontrar ese campo poético?
Daniel Drexler: El temor más grande lo tuve entre los 18 y los 40. Me vi en la situación de no poder seguir adelante y con el miedo de que la vida se me apague. Ahora ya estoy ubicado de este lado del mostrador. Y me puedo relacionar con la ciencia desde un lugar creativo. Es un mensaje para mí y sería lindo que me lo repitiera todas las mañanas (risas).

P.: En "Los peones de la guerra" hablás sobre los desclasados y hacés mención a "los dos lados del muro/ quién está adentro/ y quién afuera/ en este apuro". ¿Cómo analizás la situación social de Latinoamérica?
D.D.: La canción nace de "No robarás las botas de los muertos", un libro de Mario Rodríguez, que cuenta cuando el ejército colorado derrota a los blancos en la previa de la Guerra de la Triple Alianza y luego de fusilar a sus oficiales, incorpora a los soldados a su bando y se los lleva como parte de su tropa. Todo eso me llevó a pensar en el valor de la vida. En esa gente que estuvo un mes luchando y se la llevaron. Una vida sin valor. Un fenómeno que se sigue dando en Iberoamérica donde tenemos sociedades fracturadas. Que se ve en Rio de Janeiro, Lima, Buenos Aires, Santiago de Chile. En todas las grandes ciudades. Una canción que al principio no iba a ir y que Kassin me convenció para agregarla.



P.: ¿Por qué pensaste en no incluirla?
D.D.: Porque creo que es una traba generacional. Nadie de mi generación y mi entorno toca de frente el tema social. Algo que hubiese sido completamente natural en los 60. Pero yo vivo en Montevideo y mi ciudad se está llenando de cercas y rejas. La marginalidad no es ajena. Se impone la violencia. Pero siempre hay que tratar de no cerrar los ojos para incidir. Y la música es una forma.

P.: La canción además, tiene otro tono en lo musical.
D.D.: Es que iba a ser un rap. Estuve mucho tiempo escuchando a los Beach Boys y, especialmente, "God Only Knows". Una de las mejores canciones de la historia de la historia.

P.: Top tres. Ya lo dijo Paul McCartney.
D.D.: Claro. Es que "Penny Lane" le debe mucho a esa canción. Y si ves la bajada de "Los peones de la guerra" también se lo debe a esa canción. Armónicamente tiene mucho de los Beach Boys.

P.: Esas son las mejores deudas.
D.D.: ¡Claro! La reconozco con gratitud y alegría. La hice con el pulso de "Penny Lane", pero empecé a sentirla como tangueada y por primera vez la escribí de un tirón.

P.: Te saco del disco. A principio de año se conoció la noticia de que le habías salvado la vida a un chico que sufrió un paro cardíaco en medio del festejo por tu cumpleaños. ¿Cómo te impacta esa experiencia a la distancia?
D.D.: Al principio no la pasé bien. Fueron muchas etapas. La primera fue de pánico. Los días posteriores no podía dormir. Me levantaba de noche con imágenes de la secuencia porque cuando trabajás como médico, lo vivís todo el tiempo y estás preparado; pero yo ya bajé esa cortina y ya no tengo piel de elefante.

P.: ¿Lo conocías?
D.D.: No lo conocía personalmente, pero había venido a mi fiesta. Vino como amigo de amigos. Encima luego me enteré que era estudiante de medicina y que había hecho un disco. Tuvo un nivel de viralización que me asustó mucho. Estuve cerca de él cuando se despertó, cuando se fue de viaje a Vietnam y estoy cerca de él en este momento. En el último teatro que hice antes de venir para acá, estaba parado en la primera fila.

P.: "No hay nada más feliz que ser feliz al menos un segundo", cantás en el disco. ¿Fue tu momento de mayor felicidad volver a verlo con vida?
D.D.: Es que fue toda una cadena. Yo fui un eslabón importante pero también la acción de la gente del hospital de Rocha. Es una de las cosas que más orgullo me provoca. Pero cuando me encontré con el pibe con un paro, fue terrible. Hasta le pegué una piña a un médico en la playa que se acercó a romper los huevos. A decir que no, que había que reducirlo. Y al pibe le había dado un paro. Ahora puedo estar agradecido a la vida por darme la oportunidad de estar ahí. Y hoy Matías es un amigo. El año que viene ya hablamos de festejar mis 50 y el primer año de su nueva vida en el mismo lugar.

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