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Nizhni Novgorod recibió al plantel argentino sin clima de Mundial pero con el aliento de los hinchas
Que Argentina mejore la imagen que dejó ante Islandia es una urgencia más que futbolística, apuntó otro fanático: "Tenemos todo el viaje planeado con Argentina primera de grupo. Si quedan segundos, tenemos que cambiar todas las entradas. Va a ser muy difícil".
Los argentinos no son los únicos que ponen color a Nizhni Nóvgorod. Varios hinchas croatas, reconocibles por los cuadros rojos y blancos, pasean también por la peatonal. Los grupos de un país y otro se cruzan, se miran o coinciden en terrazas tomando algo, aún sin atreverse a interactuar. El clima es de fiesta.
Otros vienen de terceros países, pero volaron a Rusia con un objetivo: "¡Messi!, ¡Messi!", respondió Azad, un iraquí con camiseta albiceleste. Su amigo Hasanan se inclinó por Portugal y a Cristiano Ronaldo. Ambos prometen que llevarán al estadio una bandera con un mensaje: "Los invitamos a jugar en nuestro país mesopotámico".
Con la caída de la tarde, comenzó a correr el rumor: la llegada del plantel argentino desde Moscú y su procedencia rumbo a la concentración, cerca del centro de Nizhni Nóvgorod. Al principio esperaron frente al edificio más periodistas y cámaras que hinchas, pero cuando apareció el micro que trasladaba a Messi y compañía, pasadas las 16, había medio centenar de seguidores cantando.
"¡...Que de la mano de Leo Messi todos la vuelta vamos a dar!", gritaban agitando banderas y camisetas. Los policías rusos sonreían y, en la vereda de enfrente, una decena de vecinos observaba la escena y sacaba fotos. No de los jugadores, sino de los hinchas.
Los futbolistas nacionales bajaron rápidamente del micro y entraron en el hotel sin girarse hacia los hinchas, que seguían cantando a unos diez metros. Solo Messi y Javier Mascherano giraron y alzaron brevemente el brazo en señal de saludo.
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