26 de junio 2018 - 21:10

Miles de hinchas argentinos tiñeron de fiesta las calles de San Petersburgo hasta la madrugada



Los hinchas que llegaron en masa este lunes para alentar al seleccionado argentino en su crucial encuentro ante Nigeria "coparon" literalmente la bella San Petersburgo, empezando por la plaza principal y continuando luego por las calles que serpentean entre los numerosos canales que le dan a esta ciudad el mote de "Venecia rusa", hasta amanecer -a las 2.30 local-, reconociéndose a cada paso por la inundación de banderas y camisetas celestes y blancas.

Las denominadas "noches blancas" de San Petersburgo se manifiestan en su máximo esplendor con la llegada del verano boreal, y por eso el anochecer llega a las 23.30 y el amanecer a las 2.30, aunque el resplandor del sol en el horizonte se mantiene constante durante esas apenas tres horas de nocturnidad.

Por eso la alegría y el fervor de los hinchas argentinos no encontró límites en la oscuridad y tampoco en el sueño. La fiesta no tuvo interrupciones y en los bares y restaurantes los mozos y las camareras siguieron trabajando hasta que la casi inexistente madrugada dejó paso al nuevo día. A este martes "de la fe".

Se escuchó hablar "en argentino" más que en ruso por cualquier rincón de la ciudad que se transitara. Un simple semblanteo permitía identificarse a los argentinos sin escucharse siquiera, aunque era difícil ver a connacionales que no vistieran una camiseta de la selección.

"Los argentinos somos lo más lindo del mundo", le dijo a Télam, avalado por una mirada que se advertía brillante, el joven Pablo Rey, que llegó a Rusia el pasado domingo solamente para ver el tercer partido ante los nigerianos. "Nunca me hubiese imaginado que iba a ser como una final", reconoció.

Esa sensación, compartida por todos, fue la que impulsó a 5.000 de sus compatriotas a llegarse anoche hasta la puerta del hotel donde se concentró el seleccionado argentino como si se tratara de un clamoroso ruego popular para que se clasifiquen a octavos de final.

Y esta vez hubo "feeling" entre los futbolistas y quienes viajaron más de 15.000 kilómetros desde Argentina para alentarlos, al punto que varios bajaron hasta la calle para interactuar con ellos, encabezados por el arquero Nahuel Guzmán, que le pidió prestado el bombo a un hincha y se puso al frente de la "batucada" que se armó frente al hotel.

"Mientras hay vida, hay esperanza", refleja un dicho popular que se ajusta a este momento del seleccionado argentino. Y el aliento de su gente, que esta vez le sumó el celeste a las noches blancas de San Petersburgo, representa acabadamente a ambas.

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