30 de julio 2018 - 21:37

Trump arregla con Europa y amenaza más a China

Xi Jingping y Jean Claude Juncker.
Xi Jingping y Jean Claude Juncker.
¿Qué quiere, en verdad, el presidente Donald Trump? ¿Ir a la guerra, destruir el comercio internacional, o, simplemente, hacer un buen negocio? Con Europa, Trump acaba de girar en redondo y pactar una tregua comercial que promete sellar la paz. "Es grandioso retomar la sintonía con la Unión Europea. Éste es un gran día para el comercio libre y justo", celebró por tuiter. "Vine a hacer un trato, y cerramos un trato. La Unión Europea mantiene su posición a favor del comercio libre y justo", se pavoneó en otro tuiter Jean Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea. El comunicado conjunto subraya la voluntad, "primero que nada, de trabajar juntos hacia aranceles cero, cero barreras no arancelarias y cero subsidios en (importaciones/exportaciones) de bienes industriales ex autos". Mientras duren las negociaciones, además, no regirán nuevos gravámenes. La amenaza de un arancel de 25% sobre el intercambio automotriz se devuelve al congelador.

Con Trump, ya se sabe, todo es posible. Su marca registrada, nuevo cliché de la diplomacia, el "comercio libre y justo" es compatible con todo el espectro imaginable de aranceles, incluyendo el nivel cero, y con un "zapping" oportunístico a lo ancho del dial. ¿Cuán serio, pues, es este armisticio? ¿No puede cancelarse con una seguidilla de tuits de la Casa Blanca? Desde ya. ¿Cómo distinguirlo de otra tregua, la que bendijo el secretario de Comercio, Steven Mnuchin, con China, dos meses atrás, y que pronto quedó en la nada?, pregunta el veterano economista Fred Bergsten. "Trump siempre está negociando", le dice a Financial Times otra leyenda activa, Mark Mobius, un célebre inversor. Es fácil comprender que no hay garantías, pero también por qué sí debería perdurar. Europa le arrimó a Trump lo que necesitaba: un comprador "ya" de la soja que China penaliza a modo de represalia. El poroto es un asunto muy importante "a big thing", recalcó Trump en su anuncio público como para desechar el trato. Basta hurgar las cuentas nacionales. Las exportaciones dieron un salto inesperado el segundo trimestre dado la urgencia por enviar a China toda la soja disponible antes de sus restricciones. Y Trump tuvo que soportar la humillación de anunciar que romperá el chanchito, y habilitará ayudas por 12 mil millones de dólares para "nuestros grandes agricultores" perjudicados por la jugada de Beijing. ¿Qué pasará en los estados agrícolas en noviembre? ¿Seguirán votando republicano? La guerra del comercio los tiene en la primera línea de fuego. Entiéndase bien: les moja la munición y los expone como blanco fácil de las represalias. No en vano es el Viejo Continente: "los representantes europeos me dicen que comenzarán a comprar soja inmediatamente. Y también que comprarán grandes cantidades de gas natural licuado" (Trump dixit). La tregua le calza como anillo al dedo.

Trump se dispersó en demasiados frentes de batalla. Si cierra el frente europeo, y como anticipa el presidente mexicano Peña Nieto, le baja los decibeles al NAFTA, podrá concentrarse en su objetivo principal: China. La paz con Europa "y la unión de fuerzas para proteger mejor a las compañías (de ambos) de las prácticas comerciales injustas" y el compromiso por "reformar la OMC" y "atacar prácticas injustas como el robo de propiedad intelectual, la transferencia tecnológica forzada, los subsidios industriales, las distorsiones creadas por empresas estatales, y el exceso de capacidad" es un mensaje a Beijing. Trump ensaya la Gran Kissinger. Si Nixon otro republicano se alió con la China de Mao para neutralizar a la Unión Soviética, ahora el triángulo apunta hacia ella. ¿Renace la paz en Occidente para que recrudezca la guerra comercial con China? Es posible. Pero, de vuelta, Trump es un hombre de negocios. No es rencoroso (que lo diga Kim Jong-Un). Si China quiere negociar, se sentará a negociar (que es lo que sabe hacer). Las condiciones China las conoce. Y ahora toma nota de una posición estratégica inferior. Circunstancialmente. Que China -y Xi Jingping comparten con Trump la obsesión por la supremacía pero tienen algo de lo que Trump carece: todo el tiempo del mundo. No arruinarán sus planes de largo plazo por un accidente en el camino.

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