30 de julio 2018 - 22:41

La modernidad de Butler en gran muestra

Una exposición que abarca obras de medio siglo de trayectoria del artista argentino, referente ineludible para entender las vanguardias del siglo XX.

Horacio Butler. “La plaza” (óleo, sin fecha), perteneciente a la colección del Banco Ciudad, y que integra la actual muestra en el Sívori.
Horacio Butler. “La plaza” (óleo, sin fecha), perteneciente a la colección del Banco Ciudad, y que integra la actual muestra en el Sívori.
"Viaje, modernidad, paisaje", muestra dedicada a Horacio Butler (1897-1983) curada por Malena Babino que se exhibe en el Museo Sívori, tiene como antecedente la dedicada al Grupo de París que la citada historiadora del arte organizó en dicho Museo en 2014. Estos "muchachos de París" allí instalados eran Víctor Pisarro, Alberto Morera, Pablo Domínguez Neira, Raquel Forner y Juan del Prete. También Héctor Basaldúa, Aquiles Badi, Alfredo Bigatti, Antonio Berni y Lino Enea Spilimbergo, quienes regresaron a la Argentina en la década del 30, influidos por las tendencias europeas, y renovaron el ambiente artístico local.

Es en este contexto que debe analizarse la muestra de Butler quien, en ocasión de la primera exposición colectiva del grupo en Buenos Aires en 1928 --aunque con ellos en París, desde donde enviaban sus obras y organizaban muestras--, señaló que el público y la crítica los acusaban de "hacer lo mismo", "que nos parecíamos como gotas de agua" y "que éramos unos revolucionarios disolventes". ¿Qué hacían? Además de compartir experiencias, el viaje a Europa era de rigor; su aprendizaje en lo de André Lhote y Othon Friesz, talleres, proyectos, estaban influidos por el pos-cubismo y el pos-expresionismo. No obstante sus diferencias ideológicas, Babino señala que los aglutina un espíritu de época que se relaciona con el retorno a la figuración de gran parte de los artistas europeos producido durante el período de entreguerras, y la vinculación del arte con el tiempo contemporáneo. Es en este contexto que debe verse esta muestra que abarca 50 años de trayectoria.

Una atenta observación propone una convivencia entre la abstracción y la figuración, un humanismo en los temas que aborda, su amor por el oficio; una combinación de equilibrio, nunca un desborde; aparece el arabesco, y aunque hoy se vean algo estático, la línea sólida se entremezcla con un cromatismo muy trabajado. En el libro "Butler-Conversaciones con Esther Vázquez", el artista explica cómo la transposición del color fue una de sus obsesiones para evitar caer en la monotonía de los verdes del Delta. En estas Conversaciones, Butler destaca a Cézanne como el gran maestro de su generación ya que sus enseñanzas eran la etapa obligada entre el pos-impresionismo y la construcción. En el museo de Bremen se exponían dos cuadros de Cézanne que fueron su alimento espiritual durante un largo tiempo. En varios de los cuadros expuestos también se ve la influencia del cubismo que Butler vio en los museos de Bremen y Hamburgo, su experiencia de casi un año en la colonia artística alemana de Worspswede donde se conecta con el expresionismo y la influencia del poeta Rainer María Rilke, los momentos estivales pasados en el midi francés, un ejemplo: "Paisaje de Sanary".

También se ven el contraste de luz y sombra: "recuerdo una mañana al llegar a Marsella después de haber pasado algunos años en París. La vegetación de los árboles de la calle proyectaba sombras definidas sobre la vereda. Esa luz era una luz argentina". Eduardo González Lanuza da cuenta de esto cuando dice que "en sus cuadros hay una particularísima luz argentina, imprecisa y verdadera que se expresa en una estática nostalgia". En 1934 alquila una casa-taller en el Tigre. Fue calificado como "el pintor del Tigre" por su enamoramiento del paisaje del Delta que en realidad era un poético modo de retornar al añorado mundo de su infancia, por ello menciona que Matisse, Picasso, al final de sus vidas, pintaban como niños.

Fue autor de escenografías, como por ejemplo "Estancia", con música de Alberto Ginastera a pedido del American Ballet de Nueva York, realiza por pedido del Sodre de Montevideo; los decorados y trajes de "La zapatera prodigiosa" de Juan José Castro, y de "Proserpina y el extranjero", también de Castro que se dio en la Scala de Milán.

Artista polifacético, es autor de ilustraciones y tapices, no debe dejar de verse el que se encuentra en la Iglesia de San Francisco, 12 metros de alto por 8 de ancho, pintó la figura humana, la naturaleza muerta, el retrato, temas religiosos . Escribió "La pintura y mi tiempo" (1966), "Las personas y los años"(1973), la novela Francisco (1978). Esta exposición en el Museo Sívori, que cierra el 23 de septiembre, se complementa con la del MAT (Museo Arte Tigre), donde se exhiben tapices y obra gráfica que cuenta también con la curaduría de Babino. (Infanta Isabel 555, Parque Tres de Febrero, y Paseo Victorica 972, Tigre.)

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