10 de agosto 2018 - 17:15

Tres razones por las que el mercado sigue desconfiando

Tres razones por las que el mercado sigue desconfiando
Por Diego Martinez Burzaco (*)

Después de prácticamente un mes de estabilidad cambiaria, hemos dejado atrás una de las semanas más difíciles en términos financieros para el Gobierno de Cambiemos. Los mercados volvieron a reaccionar de forma adversa para con los activos financieros argentinos, luego de que eventos particulares recientes profundizaron la desconfianza sobre la capacidad de esta administración para encauzar los desequilibrios macroeconómicos.

Por el momento, ni la salida de Sturzenegger del BCRA, ni el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional ni la confirmación del sobre cumplimiento de la meta fiscal para el 2018 por parte del ministro Nicolás Dujovne, lograron aplacar el descontento inversor con nuestro país.

Si bien el dólar había mostrado cierta estabilidad durante julio, pareciendo que lo peor de la corrida financiera había sido dejado atrás, lo que se hizo fue ganar tiempo para resolver los problemas de fondo de nuestra persistente decadencia: la elevada inflación, la corrección del déficit fiscal y la búsqueda de consensos de fondo para que un plan económico sustentable sea apoyado por gran parte del arco político.

Pasó el séptimo mes del año y no se verificó ningún atisbo de encauce a los mencionados desequilibrios, con el agravante de que los indicadores económicos publicados (Industria y Construcción) pregonan una recesión más profunda de la que estimó Cambiemos en una primera instancia.

Bajo este contexto, se verificaron tres señales adicionales en estos días que tienden a poner mayor presión al escenario en el corto plazo:

1. La depreciación de la lira turca de más de 15% el viernes último, esconde algo más que el simple miedo de los inversores por el rumbo económico de ese país. Donald Trump decidió duplicar los aranceles a las importaciones de acero y aluminio turcos en represalia a las fricciones en la relación entre ambos países, con el conflicto diplomático de Rusia mediante. Así, la tensión geopolítica no hace más que exacerbar los miedos del inversor global respecto a las economías emergentes, poniendo presión a sus monedas, debilitando los precios de las materias primas y fortaleciendo al dólar estadounidense.

2. El factor Cuadernos trajo un manto de incertidumbre difícil de medir en el corto plazo. Si bien de mediano término el combate y pena a la corrupción es una señal muy positiva, el hecho de haber empresarios y políticos involucrados en las actuales investigaciones genera una paralización de la inversión, deprimiendo aún más la alicaída actividad económica. Si esto se prolonga en el tiempo, entonces el impacto sobre la recaudación fiscal podría dejarse notar con más fuerza, llevando al Gobierno a redoblar el esfuerzo para cumplir con las metas de déficit fiscal acordadas con el FMI.

3. Finalmente la nueva conducción del BCRA dejó en claro que el camino para una reducción de tasas de interés en el corto plazo sigue estando lejano porque las presiones inflacionarias no cesan. Además, a pesar del fuerte ajuste del stock de Lebac vía de semejante devaluación, aún es un problema que el mercado considera como no resuelto, con el agravante de que una nueva "bomba de tiempo" asoma en el horizonte del Tesoro Nacional: la abultada concentración de vencimientos de Letes en dólares (casi US$ 15.000 millones) de acá a mitad de 2019.

Estos tres factores contribuyeron, cada uno a su medida, a que el riesgo país se ubicara en el máximo nivel de la era Macri, por encima de los 700 puntos básicos. Más allá de que el dato es una anécdota, es la variable más relevante para que el plan de financiamiento del Gobierno no tenga sobresaltos de acá a las elecciones de 2019.

Acudir al FMI tenía como objetivo volver, en algún momento de 2019, a los mercados voluntarios de deuda para renegociar condiciones y estirar plazos de las obligaciones financieras. Por el momento, las tasas actuales hacen que esto sea imposible de instrumentar.

Los bonos soberanos de mediano plazo ya rinden dos dígitos en dólares, mientras que los más cortos no se quedan atrás y coquetearon con el 10% de rendimiento el viernes último. Si bien esta semana tuvimos un fuerte aporte negativo del frente externo, la responsabilidad más importante de la incertidumbre actual recae sobre nosotros mismos.

El plan para recobrar la confianza debe incluir un rápido acuerdo político para pasar el Presupuesto 2019 y una Reforma Laboral que permita crear dinamismo en la nueva generación de empleo. Desde lo financiero, urge resolver los vencimientos de deuda de corto plazo (Lebac por parte del BCRA y Letes por parte del Tesoro). El tiempo apremia, pero la parálisis es lo peor que puede pasar en momentos definitivos como los actuales.

(*) El autor es Economista de MB Inversiones

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