15 de agosto 2018 - 00:00

Cuidar que la cuerda no se corte

Suele decirse que el ser humano no tiene límites y que puede llegar hasta donde se lo proponga, siempre y cuando sea consciente de sus propias limitaciones, porque tensar de más la cuerda puede hacer que se rompa.

El apotegma aplica a la frágil relación que el Gobierno nacional mantiene con las provincias, en especial con las de la oposición, que son mayoría.

La eliminación anticipada del Fondo Federal Solidario encierra ese riesgo, porque puede terminar siendo el detonante de una tormenta con varios de los gobernadores, incluso con aquellos que militan en el denominado "peronismo dialoguista".

El Gobierno jugó ayer una carta inoportuna al borrar de un plumazo una porción clave de fondos para obra pública que resultaba vital para cerrar el preelectoral 2018.

El margen para las decisiones sorpresa es escaso. Los gobernadores, por lo bajo, no se cansan de mascullar el malestar por el apuro de la Casa Rosada para cerrar el paquete de ajuste con las provincias, estimado en $100 mil millones. Sugieren que, a esta altura, el esfuerzo es desigual y que la Nación aún no da señales claras de cuál será el recorte que aplicará en su propia caja para bajar los otros $200 mil millones necesarios para lograr el ambicioso déficit del 1,3% el próximo año.

La maniobra de ayer del ministro Nicolás Dujovne sorprendió a su pares del interior, que se vieron obligados a recalcular sobre la marcha la estimación de fondos con los que llegar a diciembre.

No fueron los únicos sorprendidos. Los gobernadores, puntas de lanza de la negociación política con Mauricio Macri por el Presupuesto 2019, no ocultaron su enojo.

"Nos corren el arco en la mitad del partido", graficaban desde despachos subnacionales.

La diáspora del PJ, profundizada estos días por el escándalo de los cuadernos, juega por ahora a favor del Gobierno.

Pero nunca hay que subestimar al contrincante. Sobre todo cuando lo que está en juego, como en este caso, es la piedra basal de la sustentabilidad política que tienen muchos de los gobernadores dispuestos a reelegir el año próximo. La delgada soga ya está deshilachada.

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