3 de octubre 2018 - 00:17

Para inversores moderados: mix de renta fija, y acciones con sesgo exportador

• RUMBO



Por Diego Martínez Burzaco.-

¿Acaso se puede tener una corrida cambiaria que dure 5 meses? Sí, en Argentina todo es posible. En parte, esto tiene una explicación lógica: en la política monetaria y cambiaria también se aplicó gradualismo. Primero se intentó con la política de metas de inflación, con metas ambiciosas imposibles de cumplir y agregados monetarios creciendo a más del 30% anual. Después, con la corrida cambiaria lanzada, se buscó un mix entre "tasa de interés y agregados más controlados", algo que tampoco funcionó. Ahora vamos hacia una política monetaria súper contractiva, con la base monetaria creciendo el 0% en términos nominales y una inflación instalada en torno del 40% anual.

La buena noticia es que ahora sí la dirección de la política monetaria está alineada con la política fiscal, algo que se reclamaba desde el día 0 a Cambiemos para poder controlar la inflación y recuperar la confianza en el peso.

La mala noticia es que los costos del ajuste actual serán muy superiores que los que se debían afrontar en 2016. Y no es un contra fáctico, sino que se basa en una realidad concreta: el nivel de confianza del consumidor y empresario está muchos escalones debajo de ese momento, lo que hace todo más cuesta arriba.

Con los anuncios, la atención del mercado se centró en el poder de fuego que tiene el BCRA para controlar el dólar si es que su cotización llega a la banda superior de la zona de NO intervención ($44). Los u$s150 millones de subastas diarias que prometió el presidente Guido Sandleris parecerían, a priori, escasos para controlar una nueva situación de estrés financiero. La sensación es que, más temprano que tarde, el mercado pondrá a prueba al BCRA y, de salir airoso, podría ser una señal efectiva para que comience a aparecer la oferta privada de dólares en un mercado cambiario donde abundan los compradores.

En este escenario de inestabilidad financiera, la principal víctima es el PBI, altamente golpeado por la paralización de la inversión, la ausencia de crédito y la gran contracción del salario real. Así, la promesa del Ejecutivo de conquistar 2 años de crecimiento consecutivos después de un lustro quedó en el camino, con un PBI que se contraerá en torno del 2,5%, una inflación que se ubicará cerca del 42% y un dólar que podría cerrar el año cerca de $45.



Así, el inicio de 2019, año con un fuerte condimento político por las presidenciales, luce muy desafiante. Y el inversor debe tomar nota de esto.

Es momento de estar en una posición defensiva del portafolio, con baja exposición a las acciones locales, las cuales sufrirán el cimbronazo de mayor recesión, altas tasas e inestabilidad financiera aún persistente. Hay que favorecer compañías con sesgo exportador o ingresos dolarizados y sin deuda, como Aluar o San Miguel, por ejemplo. No más del 20% del portafolio bajo las condiciones actuales. Un 60% en renta fija dolarizada, priorizando Letes de corto plazo entre 5% y 6% anual y el Bonar 2020 en torno del 7,5% anual. Los desembolsos del FMI deberían actuar como un blindaje a un potencial default, previendo cierta incertidumbre en esta situación de extrema confusión. Finalmente, la inflación se acelera y, con ello, la tasa en pesos se ajusta a la nueva realidad.

En la batalla dólar, inflación y tasa, vale la pena apostar 20% del portafolio a bonos indexados, buscando un retorno real del ahorro entre 8% y 9% con bonos como el PR13 o el Boncer 2021.

Proyecciones

Dólar a fin de año: $45

Inflación 2018: 42%

PBI 2018: -2,5%

* Director de MB inversiones

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