7 de octubre 2018 - 20:38

Así votaron los brasileños en una elección histórica



Brasilia (enviado especial) - Muchas veces ocurre que los temores y rechazos de los días previos a una elección caliente ceden al momento de concurrir a las urnas. Un efecto catártico transforma esos sentimientos en algo más positivo, cercano a la esperanza. Eso es lo que palpó ámbito.com en una recorrida por colegios electorales del Distrito Federal.

Ciertos recelos quedaron de lado desde temprano. En plena calle, entre un ir y venir de gente, un hombre con una remera roja dijo a un grupo de tres chicas y un muchacho: "¡Todos a votar lista 13!", en referencia a la del Partido de los Trabajadores. El joven, siempre de modo amistoso, le replicó: "¡No, 17!", la de Jair Bolsonaro. Sorprendidas, sus amigas lo miraron con sorna y empezaron a gritar, mientras se alejaban de él: "Ele não", o él no, como el movimiento feminista local insta a no votar por el excapitán del Ejército. En otro momento, el intercambio bien pudo haber sido menos amistoso.

La ley electoral no impide concurrir a votar con remeras alusivas a algún partido o candidatura, e incluso con calcomanías adosadas a la ropa o con pines. Se considera que eso forma parte del derecho de cada uno a vestirse como quiera. Lo que está prohibido es hacer proselitismo, intentar persuadir a los votantes, hablándoles o entregándoles material de campaña, enfrente de los colegios. La escena relatada habría terminado, cuando menos, en un problema para los protagonistas y, en un extremo, hasta en un arresto de no haberse producido lejos de un local de votación.



Brasilia es uno de los muchos municipios de Brasil que comenzaron a adoptar la identificación biométrica de los electores. En esas ciudades, quien no haya completado el trámite no puede votar. Eso hizo que unas 3,5 millones de personas hayan quedado fuera de los padrones, sobre todo en el Norte y el Nordeste, los que, se supone, son bastiones del Partido de los Trabajadores. Ese hecho generó suspicacias, pero lo cierto es que no hay razones para mirar debajo del agua. La mayoría de los municipios brasileños adoptó esa modalidad y hubo tiempo más que suficiente para que la gente se adecuara.

Una recorrida por Vargem Bonita, una localidad ubicada al sur del Distrito Federal, de base social media y media baja, hervía de gente al mediodía. Todos confluían en los locales de votación, donde se formaban largas colas. Lo que demoraba el proceso, además de la fuerte afluencia, era el doble registro de los votantes, el biométrico y el tradicional, con un documento con foto. Luego, la votación en sí era rápida.



En todo Brasil se vota con urnas electrónicas. En Brasilia había que elegir candidato para seis categorías: presidente y vice, diputados federales, dos senadores, gobernador y concejales.

Cada candidato tiene un número (dos cifras en el caso del presidente, cinco en el de los ediles) y la gente se prepara en sus casas papeles en los que anota a quiénes van a votar. Fallar en el número que se selecciona en el teclado y darle ´confirmar´ equivale a anular el voto.

Pocas cosas son tan desesperanzadoras aquí, ya que el escrutinio prescinde de los votos en blanco y nulos y solo considera los válidos y positivos, esto es los realizados a favor de algún candidato en concreto. Salvo que anular sea lo que se desee.

"La verdad, le confieso que anulé. Pensé en votar a Bolsonaro, pero no me termina de convencer. Tengo dudas. Esta no es una elección para ir (a votar) con muchas certezas", le dijo a ámbito.com un hombre con expresión de cierta amargura, pero también de alivio.

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