- ámbito
- Edición Impresa
Kaufer: “El 93% de las personas que se operan nunca más usa anteojos”
Pionero en colocación de lentes intraoculares multifocales, reconocido internacionalmente por ser un referente en la cirugía de la presbicia y catarata. PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE CIRUGÍA REFRACTIVA Y CATA
¿Del anteojo podemos pasar a la lente intraocular multifocal o a la lente de contacto?
R.K.: La primera solución con la que el especialista prueba en las personas con presbicia que no quieren depender de anteojos son las lentes de contacto -que no todos toleran- y, como último recurso, la cirugía. En este sentido, las intervenciones con láser para modificar la curvatura de la córnea son desde hace tiempo una opción, que puede permitir vivir sin anteojos más tiempo. Algunas de las tecnologías usadas permiten incluso darle a la córnea una función multifocal que permita ver por igual de lejos y de cerca. Pero las últimas mejoras que se han dado en el campo de las lentes intraoculares multifocales hacen que hoy éstas sean la alternativa más adecuada y confiable para quienes pueden utilizarlas.
¿De qué hablamos cuando hablamos de lente intraoculares multifocales?
R.K.: Un lente intraocular es un cristalino artificial sintético que se coloca dentro del ojo para remplazar el poder de enfoque del cristalino natural que fue removido quirúrgicamente.
¿Requiere cirugía?
R.K.: Sí, requiere cirugía. La intervención se realiza con anestesia local mediante gotas, despierto o sedado según la preferencia del paciente, que no siente absolutamente nada, ni durante ni después, primero en un ojo y una semana después en el otro (la presbicia en general afecta a ambos). Allí se colocan las lentes en el lugar correspondiente al cristalino, y al salir del quirófano si bien es conveniente tomarse el día, se puede llevar una vida normal, yendo a la oficina o retomando actividades tranquilas.
¿Tiene algún tipo de efecto colateral?
R.K.: Inmediatamente después de la operación los pacientes pueden experimentar algunos efectos visuales, tales como halos en las luces nocturnas. Son comunes durante las primeras semanas pero estos efectos ópticos se deben a la forma concéntrica de los anillos de la lente multifocal, y al cabo de un tiempo son corregidos automáticamente por el cerebro a través de un proceso de neuroadaptación. La visión es un proceso en el que participan el ojo y el cerebro, y este con el tiempo se adapta y deja de percibir esa anomalía que produce el ojo.
¿Las lentes multifocales intraoculares son la solución para cualquier paciente?
R.K.: Definitivamente no. La cirugía en la que se colocan consiste en reemplazar al cristalino por un elemento artificial que, para corregir un problema funcional, produce una pequeña alteración de la calidad visual. Esta alteración es imperceptible en las personas que no cuentan con ningún otro problema de base en su ojo, pero podría empeorar el resto visual cuando existen otros factores como una afección e la retina o glaucoma. Esta cirugía sólo es aconsejable en aquellos donde el problema se encuentra únicamente en el cristalino del ojo.
Las cataratas son un problema que también se localiza en el cristalino, cuando este pierde su transparencia. Su reemplazo por una lente multifocal puede permitir, en quienes tienen cataratas y presbicia, solucionar ambos problemas a la vez. Asimismo la colocación correcta de la lente adecuada permitirá resolver también los problemas refractivos que el paciente pueda tener (miopía, hipermetropía, astigmatismo), logrando así una solución adecuada a sus necesidades y de por vida, porque la nueva lente es inalterable y el resto de los tejidos que conforman el ojo suelen sufrir menos que el cristalino el paso del tiempo.
¿Tiene estadísticas de los resultados del tratamiento?
R.K.: Sí. El 93 por ciento de las personas que se operan nunca más usa un par de anteojos. Hay un pequeño porcentaje que los usa para algunas tareas particulares, pero no depende de los anteojos. Lo que se busca es que la persona pueda realizar todas sus actividades cotidianas sin ellos: leer el diario en el desayuno, afeitarse o maquillarse, ver el tablero del auto al manejar y no tener que depender de ningún objeto cuando va al supermercado o al restaurante. Esa misma persona al llegar a su casa después de un día de trabajo se sienta a leer un libro, y probablemente se ayude con un anteojo si está cansado, pero no necesita de los anteojos para ninguna de sus otras actividades diarias, ni para llenar un formulario si va al aeropuerto. De manera que, para quienes sufren de presbicia y están dentro del grupo de quienes pueden realizarse esta intervención, el fin de los anteojos -con plena salud visual y autonomía- es una posibilidad real.
Leandro Ferreyra |
Dejá tu comentario