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Moretti: “Me llevo bien con todas las personas que fui”
El cantante de Estelares editó “Demasiadas pocas cosas”, un libro que conforma un viaje sensible a través de una de las miradas más atractivas del rock local. De la angustia de estar vivo a la dicha familiar.
P.: El paso de tu propia historia. ¿La palabra en papel adquiere otro valor que en una melodía?
M.M.: Siempre estuve muy atento y defendí mucho el universo de la palabra. Es cierto que trabajé muchos años más allá de la canción: cuatro años de Bellas Artes, dos en la escuela de teatro, armonía, cine. Este libro permite una explicación mayor de todo ese bagaje emocional.
P.: ¿Cómo es ser observador en tiempos de ansiedad?
M.M.: La observación que me moviliza tiene que ver con la dificultad del encuentro o el desencuentro amoroso. El motor sigue siendo la búsqueda. Lo que observo no tiene que ver con tiempos sociales, aunque eso sea algo que atraviese al sujeto. Tiene que ver con la afectividad. Con la carencia o la construcción. Es la médula emocional de cada sujeto. Como hombre de occidente, y argentino, estoy atravesado por esta realidad y todo lo observo desde un melodrama italiano. Pero no es algo que tenga que ver con el tiempo. Siempre digo que lo mejor de algo que me sale bien es por un registro sensible.
P.: En otro momento del libro hablás sobre la idea de "anestesiar al vacío". ¿Cuánto cuesta?
M.M.: Hay algo que tiene que ver con mi personalidad que está ligado a la imaginación o a la construcción artística. Lo emocional, no lo intelectual, es una de las pocas cosas que no me aburren y que me ha sacado de mi naturalidad para con el aburrimiento. Y a veces el aburrimiento es muy peligroso. Pero por suerte aparece un nuevo libro de Aira, una serie como "Better Caul Saul", una canción linda de Indios o un disco como el último de Julio Moura. La comunicación sensible.
P.: En algún momento hiciste un acuerdo natural con la melancolía. ¿Cómo la vivís hoy?
M.M.: Tengo el cariño y el amor por todo lo que me formó. Creo que la melancolía ya tuvo mucho de mí. Hoy disfruto del amor de mi familia, de mi profesión. Ya me conozco bastante con la melancolía. Puedo darle un abrazo e irme con otra gente.
P.: Te llevo a la infancia. ¿Leer era un escape o un placer?
M.M.: Era algo que disfrutaba. Pero me formé con la radio AM, con los melódicos y el tango. Mi madre era docente y tenía una gran relación con el conocimiento. Cuando era chico me devoraba los Atlas, me sabía todas las capitales del mundo, pero eso fue más una vida de escuchar música. El patrón artístico venía de jugar al futbol. La enseñanza llegaba desde ahí. De un aprendizaje muy creativo. El manejo del espacio, de la pelota, del adversario. Así fue la primera etapa, entre los 11 y los 16. El ser social en la cancha. Tuve una adolescencia muy grata, pero era bastante solitario.
P.: ¿Hoy tenés espacio para la soledad?
M.M.: Becerra dice que "la mejor agenda es la familia". Y coincido. Me llevo bien con todas las personas que fui. Son amigos. A veces vienen y se sientan a la mesa con nosotros. Incluso, el que entró en conflicto, se maltrató y se quiso morir. Hoy también es amigo. La paliza ya pasó. Disfruto bien. No tuve que apagar a ningún Manuel.
P.: "No sé hablar de mí. Creo que eso es futuro", escribiste en uno de las canciones más viejas. ¿Qué dice ese futuro?
M.M.: En aquel momento la realidad y el tiempo me llevaban de las orejas. Hoy soy más cuidadoso. Hubo cosas de mi accionar que me pusieron en conflicto. Con problemas serios de esperanza. Y sin embargo apareció un oficio que no planeaba, como juntar la melodía y la palabra. Y eso me hizo entender que a algunas personas esas canciones las tocaba. Fue una construcción que me llevó a lo más cuerdo de mi corazón. Hoy mi familia tiene unos elementos de dicha que si me lo decías hace 10 años te decía que era ficción. Y sin embargo, hoy lo construyo desde lo real.
Bruno Lazzaro |
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