18 de octubre 2018 - 20:54

Un viaje a la intimidad del COI: los millones de los Juegos, su valor social y la paz mundial

Juan Antonio Samaranch
Juan Antonio Samaranch
Por Ariel Giuliani y Leandro Compton Hall.-

Su padre fue una pieza importante para revalorizar monetariamente los Juegos Olímpicos y, si bien dejó la presidencia del Comité Olímpico Internacional envuelto en casos de corrupción, el apellido Samaranch es respetado dentro del olimpismo.

Juan Antonio, su hijo, es el vicepresidente del organismo más importante del deporte mundial. A lo largo de más de 15 años ocupó diferentes cargos ligados a su experiencia en finanzas: marketing, televisión, comités organizadores. El objetivo de hacer Juegos Olímpicos más económicos, sustentables e inclusivos, según su visión, es posible.

Desde ese lugar, visitó Buenos Aires para los Juegos de la Juventud y se reunió con ámbito.com. Al ser consultado por los miles de millones que se invierten en cada cita olímpica, el español aclaró que desde que se puso en marcha la "agenda 2020" (115 reglas que rigen al olimpismo) los números están más claros y que desde el COI no permiten que se construyan obras únicamente para la competencia, sino que tengan un plan de uso a 30 años como mínimo.

"Hay que hablar con mucha precisión. El costo de los Juegos es un término que no funciona. Hay que referirse a dos cosas: los gastos de los juegos olímpicos y luego los de las infraestructuras que un estado quiera construir", diferenció el exdirigente del pentatlón español.

Samaranch, que el 1° de noviembre cumplirá 58 años agregó que "los ingresos tienen una contribución importante del Comité Internacional. Por ejemplo, para los de invierno de 2026 será de más de u$s 900 millones. Luego están la venta de entradas, los sponsors locales, el merchandising y algunos otros pequeños ingresos que históricamente sirven para cubrir el costo, que son el sueldo de los empleados, el overlay en los estadios, obras temporales y cualquier infraestructura que sea exclusiva del evento".

También dio por tierra un viejo postulado según el cual estos eventos generan pérdidas. "Desde hace muchos años los organizadores ganan dinero o, al menos, no lo pierden. El Estado tendrá que pagar seguridad, aduanas, horas extra de sanidad, etc. Ese dinero que se genera en unos Juegos de verano puede ser de 3000 millones de dólares y genera una carga impositiva directa por el incremento de actividad económica. Todo ese número equivale a un 20%, en una manera muy conservadora de calcularlo. Eso es suficiente como para que el contribuyente de impuesto, el ciudadano, pueda pensar que todo ese gasto adicional del Estado también tiene la compensación en los impuestos".

Samaranch quiso aclarar las dudas que se generaron en torno a los Juegos de Invierno de 2014 en Sochi, Rusia, donde acusaron al gobierno de gastar más de 50.000 millones de dólares. Según el catalán, el gobierno encabezado por Vladimir Putin decidió invertir un dinero excesivo para que quede establecida una gran infraestructura en este tipo de deportes, sumado a construcciones urbanas pertinentes, como hoteles, aeropuertos y centros de energía y agua.

El deporte y el ocio son antagonías que debieron aprender a convivir para sobrevivir. En ese aspecto, el Comité Olímpico Internacional tiene la mente puesta en incorporarse a este "nuevo mundo", pero sin perder los valores originales.

"Creo que la competencia económica que hay por la atención de la Juventud es tremenda. Nosotros tenemos que adaptarnos a eso, pero no olvidarnos nunca de lo que es el objetivo final, mejorar la calidad de vida de la gente a través del deporte. Por lo tanto, las modas y las tecnologías están muy bien pero nosotros tenemos que adaptarlas a que la gente haga ejercicios y tengan vidas más saludables", postuló.

• El poder transformador del deporte, la igualdad de género y la paz mundial

Samaranch creció con el olimpismo dentro de su casa. Ama el deporte y lo considera un pilar fundamental de la vida humana. Por eso se apasiona al explicar que "a nivel cultural y social el deporte sirve para muchísimas cosas. Te hace sentir mejor contigo mismo, competir, ser respetuoso con el rival y tener una vida más saludable. Por lo tanto, desde el punto de vista personal, es netamente indispensable".

Pero también le dio una invaluable condición social: "Es el de la interacción, de la hermandad, del respeto, el ir todos juntos, de competir e ir con fuerza, pero enalteciendo el fair play. Creo que hay pocas fuerzas en el mundo que tan indiscutidamente apoyen las causas de la paz, la hermandad y de la bondad como los Juegos Olímpicos o el deporte en general".

Samaranch, además, cree que fomentar el deporte a nivel nacional sería un gran ahorro en el área de salud y les manda un mensaje a los gobiernos de todos los países: "Nosotros intentamos general conciencia en las empresas y los sponsors sobre la importancia de ganarle un chico a la calle, pero todavía no lo hemos logrado al nivel que queremos. Porque cada vez hay menos horas de educación física en las escuelas del mundo, y esto, incluso desde el punto de vista económico, horas de gimnasia en los colegios, hace que los chicos agarren ritmo para hacer deporte y son muchos millones de dólares de ahorros en sanidad".

Los Juegos Olímpicos siempre resaltaron la hermandad y camaradería entre sus deportistas sin importar cual sea su raza y religión. Por eso, a principio de año medió entre las dos Coreas, la del Norte y la del Sur, para que ambas compitan bajo una misma bandera en la cita de Pyeongchang. Tal como lo hizo su padre hace casi 25 años, cuando invocó la tregua olímpica ante de los Juegos de Invierno de 1994 por la guerra de Sarajevo.

Al respecto, Samaranch dejó en claro que el COI siempre quiere hacer, pero depende del mundo de la política. "Nos gustaría ser parte de la solución para la paz, somos una fuerza del bien, pero no somos tan poderosos ni tan ricos ni tan influyentes. Lo que sí buscamos es que todo lo que sea en torno del deporte fomente la paz y los derechos humanos. Intentamos poner nuestro grano de arena pero mucha más gente, con mayor responsabilidad, tiene que empujar", finalizó.

El fuego olímpico ya no brilla en Buenos Aires 2018, que por primera vez en su historia respiró olimpismo con unos Juegos de la Juventud que mostraron que el deporte puede contribuir a un mundo mejor.

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