14 de noviembre 2018 - 00:00

Sacha Batthany: saldar cuentas con el pasado atroz de su familia

En “La matanza de Reichnitz” investiga la complicidad de su tía abuela, Margareta von Thyssen, con la ejecución de 200 judíos casi al fin de la guerra.

sacha batthany. Su libro investiga la matanza del 24 de marzo de 1945 (día fatídico) en las afueras del castillo de su tía abuela.
sacha batthany. Su libro investiga la matanza del 24 de marzo de 1945 (día fatídico) en las afueras del castillo de su tía abuela.
Tras una cena de ofrenda a un grupo jerarcas de la Gestapo, la SS y los Juventudes Hitlerianas realizada por su tía abuela en su castillo, los nazis hicieron desnudar a 200 judíos para luego dedicarse a dispararles hasta matarlos. Sobre este hecho de ferocidad se basó el periodista suizo Sacha Batthany para "La matanza de Rechnitz. Historia de mi familia." (Seix Barral), novela de no ficción que lo llevó indagar en el estigma familiar que le legó su aristocrática y nacionalsocialista tía abuela Margareta von Thyssen, y en qué medida esto marcó su propia identidad. La investigación le llevó siete años y viajar por el mundo en busca de entrevistas, documentos y respuestas, logrando una obra que se convirtió en éxito internacional y que no deja indemne al lector. Dialogamos con Batthany, que participó en el festival de literatura "Basado en Hechos Reales" que concluyó recientemente.

Periodista:¿Cómo fue aquel 24 de marzo de 1945, día también fatídico para la Argentina, en el castillo de su tía abuela?

Sacha Batthany: Algo terrible, de un extremo sadismo. Luego de brindar con champán salieron a dispararle a judíos que corrían desnudos. Los nazis sabían que el fin de la guerra estaba cerca. Sentían la delirante angustia de que todo iba a terminar, de que iban a perder, de que eso estaba por concluir. Vivian la agitación esquizofrénica de participar en una fiesta que los homenajeaba con el ejército soviético a las puertas. Los Aliados estaban a 15 kilómetros. Los judíos habían sido sacados de un campo de concentración nazi para que construyeran un absurdo muro de defensa que no pasó de un amontonamiento de tierra. Los prisioneros judíos estaban extremadamente débiles como para trabajar, como para poder levantar una pared. Todo era muy siniestro.

P.: ¿Es cierto que en los sótanos del castillo se habían hacinado 600 judíos, de los que sacaron 200 para dispararles?

S.B.: No, esa es una de las leyendas. El castillo de mi tía abuela era inmenso y estaba junto a un pequeño pueblo. Cerca había un campo de concentración. Esos 200 judíos de la masacre habían sido traídos de otro lado. En realidad la matanza inicial fue de 180, hombres y mujeres, a los que hicieron desnudar y correr por los jardines para dispararles en una especie de tiro al blanco. Hubo unos 20 que dejaron de lado para que enterraran los cadáveres, y luego los mataron. Los restos de esos 20 fueron los únicos que fueron encontrados hasta ahora.

P.: Así como se suele calificar a su tía abuela de "la condesa asesina" y "la anfitriona del infierno", en Vanity Fair se la sindica como "la obsesa sexual de la familia Thyssen".

S. B.: Margareta von Thyssen-Bornemisza estaba casada con el conde húngaro Ivan Batthany, el hermano de mi abuelo, pero tenía sus amantes. Como era antisemita los elegía entre sus relaciones. En el momento de la matanza uno de los perpetradores era uno de sus amantes, que no era un dirigente nazi importante en Alemania, pero sí en el pueblo de Rechnitz. El antisemitismo no era una cuestión de clase social, había al mismo tiempo gente de dinero, empresarios y aristócratas que estaban luchando contra Hitler.

P.: ¿Su tía abuela participó en esa matanza?

S. B.: Según documentos históricos fehacientes ella no salió del castillo en ningún momento. Pero siendo la amante de ese jerarca nazi sabía lo que iba a ocurrir y lo que ocurrió, y tras la derrota de Hitler ayudó a escapar a dos de los que participaron de ese crimen, donde había miembros de la Gestapo y la SS. Uno de ellos vino a la Argentina, el otro fue a Sudáfrica.

P.: En su libro, basado en hechos reales, usted es uno de los protagonistas con su trabajo con un psicoanalista para desentrañar ese drama que involucra a su familia.

S. B.: Yo no quería escribir un libro sobre los hechos que ocurrieron aquel 24 de marzo, ni un documento histórico, ni una crónica familiar, sino una búsqueda personal. Quería ver como era ese rompecabezas, donde una pieza clave es lo que había ocurrido; lo que se había silenciado nos estaba afectando al día de hoy. No empecé porque una colega me tiró un diario sobre Margareta y la tragedia de Rechnitz y me dijo: "¿Es de tu familia, no?", sino porque me implicaba y me llevaba a la búsqueda de mi identidad. Por eso, en alemán, el libro se llama "Lo ocurrido en Rechnit, qué tiene que ver conmigo", que me parece el mejor titulo, y que cambiaron en otros idiomas.

P.: ¿Vio la obra de Elfriede Jelineck "Rechnitz: el ángel exterminador"?

S. B.:
Salió después de mi libro. Es como todo lo de Jelineck, algo complicado, raro. Para ella Margareta era Satán, mi familia se quejó porque no era ese el retrato real de mi tía abuela ni era cierto como decía que habían ocurrido los hechos.

P.: Luego del éxito internacional de su opera prima, ¿qué está escribiendo ahora?

S. B.: Tengo algunas ideas, recién estoy comenzando. Me gusta unir ficción y no ficción en una obra, pero eso si no voy a dedicar una serie de libros a hablar de mí mismo. Como periodista sentí la influencia de los norteamericanos que hicieron novela de no ficción como Joan Didion, y desde ya Capote, Mailer, Wolfe, Talese. Me paso descubriendo autores nuevos que practican la novela basada en hechos reales. Para escribir sobre mí mismo me ayudó mucho haber leído al noruego Karl Ove Knausgaard autor de "Mi lucha", su autobiografía en seis tomos.

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