21 de noviembre 2018 - 17:43

La Davis, tan cerca y tan lejos: a 10 años de la traumática final en Mar del Plata

El Polideportivo Islas Malvinas de Mar del Plata pasó de ser un hervidero lleno de ilusiones a quedar devastado por un golpe inesperado que no entraba en la lógica. No había forma que Argentina perdiera la final de la Copa Davis 2008 ante España, pero pasó. Se transformó en uno de los episodios más oscuros e insólitos del deporte nacional y que, diez años después, todavía sigue flotando en el aire.

Ni siquiera el heroico triunfo en Zagreb en 2016 ante Croacia terminó de dar por tierra aquellos tres días de noviembre (del 21 al 23) en La Feliz. A la larga, sepultó la deuda histórica del tenis argentino, pero no borró el recuerdo.

La temporada 2008 significó una chance histórica. El azar jugó a favor de Argentina, que disputó todas las series de local: repetidos triunfos 4-1 a Gran Bretaña y Suecia y un trabadísimo 3-2 sobre Rusia, el día que Juan Martín Del Potro prometió "sacarle los calzones del or..." a Rafael Nadal como promesa para la contienda definitiva.

Del Potro formó parte de las polémicas, entre su viaje a Shanghai y las discusiones con Nalbandian.

Justamente, allí comenzó la espiral turbulenta del equipo albiceleste de la Davis. Si algo necesitaba el grupo conducido entonces por Alberto Mancini era una segunda figura para acompañar la estrella de David Nalbandian. Pero el rápido ascenso del tandilense, que antes de la serie con los rusos había conseguido cuatro títulos consecutivos y ya merodeaba el Top 10, terminó siendo contraproducente en la relación entre ambos.

Se tejieron mil historias alrededor, versiones que surgen en cientos de lugares. Algunas, como las discusiones entre el cordobés y "Delpo" (o su entorno más cercano), fueron públicas, en la misma cancha donde se jugó la final y que fue uno de los puntos más controversiales en el seno del cuarteto nacional.

El propio Nalbandian, que insistió hasta último momento con que la sede fuese Córdoba por intereses personales, buscó que la superficie fuese lo más rápida posible, acorde a su juego. Otros integrantes no se sentían cómodos con la velocidad del piso. Se sabe, la Davis tiene ese plus: que el piso potencie al local y afecte a la visita.

Córdoba o Mar del Plata. La sede tuvo su protagonismo. La Feliz se quedó con la localía, y luego comenzaron las idas y vueltas por la velocidad de la cancha.

La cancha, el reparto de premios, las escapadas nocturnas o el viaje para asistir al casamiento de Juan Ignacio Chela, incluso la participación de Del Potro (tenía 20 años en ese momento) en el Masters en China -al que el "Rey David" aseguró que no viajaría si se clasificaba- o las disputas por dónde se llevaría a cabo el trascendental match que terminó involucrando a la política, fueron rispideces que empezaron a implosionar el camino argentino a la gloria.

Un hecho clave ocurrió pocas semanas antes del inicio de la final. La "Torre" pasó en el ranking a Nalbandian y quedó como N° 1 nacional. De no haber cambios en las posiciones, los cruces habrían sido los opuestos. ¿Qué hubiese pasado, entonces, si el cordobés jugaba ante López, y Del Potro ante Ferrer, quien lo incomodaba menos por su estilo de tenis?

Como tantas otras veces a lo largo de la historia del deporte argentino, los intereses personales le arrebataron el papel estelar a la necesidad de actuar en equipo. Como nunca, Argentina estuvo tan cerca de obtener la Ensaladera de Plata y a la vez tan lejos. Fue una oportunidad única, de esas que llevan a pensar "nunca más se ganará".



Emilio Sánchez Vicario, capitán de España por aquellos días, definió en su libro que esa fue la final más difícil de ganar. De visitante, en un país que suele hacer sentir la presión a los que vienen a jugar, en una superficie incómoda y sin la presencia de Nadal, el número 1 del mundo en el cierre de esa temporada.

En lo deportivo, Nalbandian destrozó a David Ferrer por 6-3, 6-2 y 6-3, pero ese fue el fin de los éxitos nacionales. Del Potro llegó con lo justo en lo físico y terminó perdiendo 4-6, 7-6 (2), 7-6 (4) y 6-3 ante Feliciano López. Fue una derrota demasiada costosa, porque más allá de no obtener el punto, el tandilense se lesionó y no pudo volver a competir.

El propio unquillense junto a Agustín Calleri cayeron en el dobles en un ajustado duelo ante López y Fernando Verdasco, quien cerró la historia ante José Acasuso en cinco sets electrizantes, la tarde que en Mar del Plata se cantó "Verdasco tiene miedo" pero que en la cancha no se notó.

Granollers, Ferrer, Sánchez Vicario, Verdasco y López, triunfadores de la final más difícil de ganar, según el propio capitán español.

Luego llegó el caos total, con más versiones, una conferencia de prensa absurda que no llegó a un buen término y el fin del ciclo de Mancini. Tres años después, también con Del Potro y Nalbandian, aunque con Modesto Vázquez en el banco, Argentina viajó a Sevilla para otra final y con mismo resultado.

Sólo la llegada de Daniel Orsanic, la evolución de un equipo que comprendió la importancia de la unión, y un "Delpo" legendario que volvía al circuito tras sus sufridas operaciones, lograron saldar la deuda. Justo en una temporada que Argentina jugó todas las series de visitante, que no estaba en los planes ser campeón de la Davis. Casi de forma idéntica a 2008, cuando no había posibilidad que se escapara la Ensaladera. Salvo por la histórica tendencia albiceleste de minar el propio camino a la gloria.

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