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26 de septiembre 2018 - 21:21

“El galán inesperado” tiene un protagonista igual de imprevisto

Figura mediática en el país trasandino, el escritor cultiva una literaturacuyo humor se reconoce en los textos de Philip Roth y Woody Allen.

Rafael Gumucio. “Mi personaje es fruto de una época que ya no existe, cuando el tipo llegaba a su hogar y su mujer le ponía las pantuflas”.
único escritor latinoamericano que ha escrito una novela centrada enteramente en el pene", se enorgullece el chileno Rafael Gumucio de "El galán imperfecto" (Random House). Gumucio figura destacada de la nueva literatura latinoamericana, ganador del Premio Anna Seghers, profesor de humorismo, ensayista y cronista implacable, se ha consagrado con novelas como "Comedia nupcial", "Los platos rotos", Milagro en Haití". En su breve visita a Buenos Aires dialogamos con él.

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Periodista: ¿Visita seguido los sitios porno de Internet?

Rafael Gumucio: Poquísimo. Tengo afición por las cosas eróticas, pero no me gusta la pornografía porque tengo que ver muchos penes ajenos.

P.: Así que no fue por saturación que decidió contar una comedia sexual dramática.

R.G.: Quise hacer una novela totalmente genital que no tuviera el mínimo erotismo. Es como pornografía sin emoción. Una historia antierótica y antisexual, que no deja de darle a Antonio, "el galán imperfecto", una experiencia sexual concreta y otra potencial. Me pareció divertida una novela que hable todo el tiempo de sexo y apenas se lo practique. Eso de sacar al sexo de su función específica es algo que de algún modo hace la pornografía. Esta novela urológica me ha erguido en el escritor latinoamericano experto en pene. Y hace un año que ando en gira internacional hablando sobre el tema.

P.: Ese hombre que a los 33 años debe ser circuncidado lo lleva a cuestionas bíblicas.

R.G.: Intenté ampliar el tema por todos sus lados. La circuncisión es un gran tema del Antiguo Testamento, y sobre todo del Nuevo Testamento. Dado que se trata de tan poca piel y tanto tema quise convertir eso en comedia. Hacer un libro vivencial y divertido sobre temas que no han sido aún superados y que predisponen a muchas preguntas.

P.: El personaje es acosado por una galería de mujeres desafiantes, "empoderadas".

R.G.: Yo creo que ellas siempre han sido así. Antonio es fruto de una época en que el orden patriarcal ha perimido, en que el tipo llegaba a su hogar abría el diario y su mujer le ponía las pantuflas, eso ya no existe. Si puse que Antonio tiene 33 años fue para que lo crucificaran. Y la galería de damas es porque para mí la mujer siempre ha sido más poderosa, más interesante y más desafiante que el hombre, hay en ellas más verdad.

P.: Hay en la madre de Antonio mucho de las madres judías de Woody Allen.

R.G.: Ha sido un abuso de parte de Woody Allen y compañía el que se quedaran con el monopolio de ese emblema. Ahora los católicos tenemos que pagarle patente a Woody Allen cada vez que sale una madre gigantesca. Y si se va a Irlanda, a Italia, a España, a Chile o a Argentina se ve que la madre católica puede ser peor o por lo menos del mismo tamaño que la madre judía. Pero, en el caso de Antonio, yo estoy del lado de su madre.

P.: La relación de Antonio con Valentina, su novia, es un absoluto disparate.

R.G.: Es muy chilena. Ella se va de viaje por el mundo seis meses pero quiere deja algo en Santiago, un señor esperándola. Eso está muy de moda últimamente. De nada vale sospechar las camas que conocerá por el camino. Bueno, la nuestra es una sociedad muy conservadora, por lo cual la gente hace todo tipo de macanas. En una sociedad así es donde se hacen más cosas libres, para decirlo de algún modo.

P.: En "Milagro en Haití" una chilena rica va a hacerse una cirugía estética en Haití, en "El galán imperfecto" el protagonista problematiza una cirugía menor, las dos novelas avanzan hacia una impredecible apoteosis.

R.G.: Están tiradas de los pelos. Se permiten la exageración, la caricatura, con seres creíbles, queribles, pero nada realistas; cada uno carga su locura y va para adelante. Hoy por su punto de partida clínico las veo como un díptico. Siento que tengo poco que ver con la llamada literatura chilena. Todo lo que escribo es muy chileno pero mi forma es poco chilena. Quizá se deba a que mi primera lengua fue el francés, y mis influencias son francesas y estadounidenses. La literatura chilena fue para mí un descubrimiento tardío, y es o muy realista o muy vanguardista. Lo mío es otra cosa. Me reconozco, eso sí, con el universo de José Donoso, pero su forma de escritura es contraria a la mía, y con el de Bryce Echenique, pero el de cuando era joven.

P.: Esas no parecen sus influencias en sus últimas novelas.

R.G.: Es cierto. Saul Bellow es muy importante para mí. Philip Roth también. Toda esa escuela judío norteamericana me ha sido fundamental. Uno de mis dramas al escribir "El galán imperfecto" fue si se podía parecer demasiado a "El lamento de Portnoy", y si me iban a joder y decirme eres un copión; qué culpa tengo si me pasan las mismas cosas que a Philip Roth. Él es uno de los pocos que reconozco que podían escribir una novela entera sobre un pene. Hay en ese grupo de escritores estadounidenses, de los que es epígono Woody Allen, obsesiones semejantes, que comparto.

P.: Después de vivir en Barcelona y en Nueva York, volvió a Santiago. ¿Que hace allí?

R.G..: Un poco de todo. Hago radio, tengo talleres de escritura creativa. En Chile soy una figura mediática que escribe en secreto.

P.: ¿Ahora que escribe?

R.G.: Acabo de publicar una biografía larga de Nicanor Parra, maestro en esto del humor, de la ironía. El título de mi novela se lo debo a él. "El galán imperfecto" es uno de los poemas de "Versos de salón". Ahora tengo muchos proyectos, mucho escrito, pero nada terminado. He publicado tres libros en dos años y es mucho.

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