24 de junio 2016 - 00:00

Al universo K le llegó su big bang

La Argentina inició este año una era judicial que tiene antecedentes bien claros en otros finales de ciclo político que registró el país. La caída del poder precipita la velocidad de expedientes en el fuero federal ahora con manos liberadas. Esta vez hay efecto doble ya que la Justicia, además, actúa como un reordenador del PJ con consecuencias aún difíciles de medir.

El impacto ya se produjo. La contundencia de los actos de corrupción ventilados en las últimas semanas y que la Justicia se vio obligada a investigar tras años de adormecimiento marca un camino que se muestra devastador para el kirchnerismo. El bloque K de Diputados ya tuvo bajas importantes y hasta simbólicas, como la del Movimiento Evita. Esas salidas tienen dos explicaciones evidentes: parten del kirchnerismo, quienes buscan otro horizonte de supervivencia dentro de la interna peronista, pero también y con un sentido más letal para el universo K, los diputados y senadores que se niegan en los recintos a pagar el costo político de defender a funcionarios que hasta hace poco ejercían jefaturas. Por eso, aunque el efecto práctico sea moderado, el permiso para allanar a Julio De Vido votado ayer le dio un golpe devastador a la seguridad que hasta ahora ofrecían los fueros.

El efecto de estos días, entonces, es directo. La Justicia reacomoda la política y, al mismo tiempo, queda en evidencia por las demoras, sobre todo del fuero federal, en asumir investigaciones que durmieron por años y ahora se agolpan. El Gobierno realimenta sus proyectos de reforma judicial y en especial el que busca limitar el poder de la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó. Es la cara más complicada de todo ese paquete de cambios, por la estabilidad parlamentaria que tiene en su cargo, aunque ayude en los argumentos para su remoción la parsimonia con que sus fiscales dejaron dormir denuncias contra el poder.

La estrategia del Gobierno queda impactada en una doble vía por la patria judicial que volvió a la vida en este 2016. El macrismo no se quejó hasta ahora de tener que confrontar con Cristina de Kirchner como jefa de la oposición y no con un PJ revitalizado. Con ese argumento la Casa Rosada minimizó el acto que la militancia le prodigó a la expresidente cuando dio su primera declaración indagatoria ante el juez Claudio Bonadio por la causa del dólar futuro. Ese juego de sparring con Cristina de Kirchner no parece continuar: toda la realidad del peronismo decanta en estos días al nacimiento de un nueva conducción en ese partido que, para beneficio de Macri, aún no termina de tomar forma.

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