17 de diciembre 2018 - 00:01

2019, un duro camino de esperanza

El columnista es titular de la entidad que reúne a todos los industriales del sector maderero del país, uno de los rubros que este año acusó fuertemente el impacto de la devaluación y de la caída del consumo.

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Para poder pensar en cómo será 2019 y cuáles son los desafíos de la administración Cambiemos, es importante precisar primero desde dónde partimos. El sector industrial fue el más afectado por el cambio de ciclo económico que la crisis cambiaria detonó en 2018. Se espera que la industria manufacturera caiga cerca de 3% este año y la caída de empleos industriales ya se cuenta por más de 80.000 en los últimos 24 meses. La magnitud de estos datos cobra mayor notoriedad al considerar que el sector industrial emplea al 20% de la población económicamente activa y es el que paga mejores salarios en promedio con respecto al resto de la economía.

Estos indicadores se profundizan cuando posamos la vista en los sectores pyme mercadointernistas, como lo es el bloque de madera y muebles. Desde FAIMA estimamos que la producción de la industria maderera caerá cerca de 9,5% en 2018, empujada por una muy notoria caída de la demanda, que junto con los aumentos de costos en materia financiera y tarifaria condicionan la rentabilidad, limitando la inversión. En las regiones más caracterizadas con la industria mueblera se están dando suspensiones y despidos. De acuerdo con el relevamiento de nuestro Observatorio FAIMA de la industria de madera y mueble, una de cada tres empresas disminuyó su dotación de personal en 2018; un dato que por las características mano de obra intensiva de nuestro sector (representamos más de 188.000 puestos de trabajo formales entre directos e indirectos) no es común y no se dio en recesiones anteriores como la de 2016. En el marco del 139° Congreso Maderero celebrado el pasado viernes 23/11, algunas de nuestras 28 cámaras han solicitado que como sector declaremos a nuestra industria en “estado de emergencia”.

Si bien las condiciones están dadas para que en 2019 se empiece a ver cierta recuperación, lo que nos apremia son los tiempos. Las expectativas para el año que se inicia están puestas en el ingreso de divisas que las cosechas, que se esperan excepcionales, puedan aportar y en el despegue de Vaca Muerta. En la medida en que dichas expectativas se cumplan y la política monetaria y cambiaria que está aplicando el Banco Central logre terminar de estabilizar el tipo de cambio y la inflación empiece a desacelerarse sostenidamente, habrá más margen para que se estimule la economía real y, por ejemplo, baje la tasa de interés, que a los niveles actuales reprime toda oportunidad de financiamiento. Pero el ritmo de este contagio no asegura inmediatez. La transición de este proceso hacia una economía en crecimiento donde se recupere el consumo es un desafío que no todas las pymes pueden superar. Esperar es difícil.

Consumo

En este sentido, el problema de fondo que enfrentan los sectores industriales que operan en el mercado interno es la caída del consumo. La pérdida de poder adquisitivo que tuvo lugar este año condiciona fuertemente los lubricantes del contagio de la recuperación económica. Los salarios no esperan recuperar en 2019 lo perdido este año, así como en 2017 no recuperaron plenamente lo retrocedido en 2016. Por ende, el consumo va a seguir siendo un motor apagado. A su vez, si bien algunos segmentos mejoraron sus ventas externas tras la corrección cambiaria, el impacto de la política de retenciones, el efecto de la inflación sobre la competitividad cambiaria y el discreto crecimiento de la demanda brasileña por debajo de lo esperado, hacen que las exportaciones industriales tampoco sean un canal que brinde oxígeno en el corto plazo.

Por ello, se requiere de medidas que en lo inmediato le permitan a las pymes transitar esta recuperación. Y este es el trabajo y la propuesta que elevamos a las instancias de diálogo y trabajo técnico de Gobierno en las mesas sectoriales. El sector maderero es el único que participa de tres mesas sectoriales: la de competitividad de toda la cadena de valor, encabezada por el presidente de la Nación; la Mesa Sectorial del Mueble, con una agenda prácticamente diaria de temas con los técnicos que coordina el Ministerio de Producción y con la Mesa de Construcción con madera, la cual viene avanzando en mejorar las condiciones para que el uso de madera en construcción sea un mercado viable y activo. A través de nuestras gestiones y pedidos en todos estos espacios hemos logrado nuevos esquemas de ventas en cuotas (Ahora 3 y 6, y plan de 25 cuotas en compras de muebles con Banco Nación), hemos logrado que se flexibilice el scoring que utiliza AFIP para denegar planes de facilidades, que se avance en reglamentos técnicos para mejorar la competencia ante importaciones, que se considere como “tradicional” al sistema de construcción de entramado de madera. Hemos conseguido garantizar la continuidad de capacitaciones en temas clave, a pesar de que los presupuestos para 2019 son muy exigentes. Estamos dando pasos en acercar a nuestros productores con grandes retailers para mejorar el posicionamiento de la industria maderera en las góndolas que visita el gran público. Y estructuralmente, se están haciendo esfuerzos para bajar costos logísticos y de transporte.

Sin embargo, ante la gravedad del momento económico actual, esto no alcanza. Nosotros podemos profundizar al límite el trabajo en la micro sectorial, pero si la macro no funciona, la micro no se luce. Por ello, la clave para que las empresas industriales puedan sobrevivir a la transición de la salida de esta crisis es la de operar sobre condiciones que impacten en la macro, al tiempo que descompriman las cuentas de las pymes. En este sentido, en la última reunión de la mesa sectorial con el presidente Macri el pasado 4/12, FAIMA, en conjunto con instituciones colegas de la cadena de valor, propuso acciones sobre algunos puntos clave. En materia de financiamiento productivo, se solicitó la restitución de la Línea de Crédito de Inversión Productiva (LCIP) de muy buenos resultados durante su vigencia (llevó la participación de crédito pyme sobre el total a empresas del 7,4% en 2009 al 15,2% en 2015). Si bien las líneas de tasas subsidiadas lanzadas recientemente muestran un esfuerzo en este sentido, el volumen destinado a ellas es insuficiente; los $29.000 millones de cupo son sólo el 7% del financiamiento pyme (que alcanza los $405.000 millones y es el 18% del financiamiento total al sector privado). Así como se han pensado instrumentos creativos para que el peso de las Lebac pueda desarmarse; creemos necesario que se dispongan iniciativas de igual creatividad para el financiamiento pyme. Asimismo, urge reglamentar la factura conformada, parte de la sancionada Ley de Financiamiento Productivo, para que todos los sectores puedan acceder a ese instrumento de financiamiento. Con respecto al crédito a la demanda, la revisión de las tasas de los programas bajo la modalidad Ahora 12 puede bajar costos y volver accesibles productos. En la misma línea, que exista la posibilidad para supermercados de poder ofrecer bajo estas modalidades productos madereros es un punto fundamental a corregir en el diseño del instrumento.

Reformas

Es necesario para la industria de madera y muebles, así como también para otras ramas pyme sensibles de la industria, que se le adelanten los beneficios de la reforma laboral y tributaria, como ha ocurrido recientemente con los sectores de textil y calzado. También se solicitó hacer efectivo el cumplimiento del anuncio hecho por el presidente de la Nación en la reunión de la Mesa Foresto Industrial del 5 de abril en Misiones, de reducir en un 50% el ritmo de aumento de tarifas eléctricas en el NEA y el NOA. Promesa que hasta el momento no ha sido cumplida. En materia tributaria, es mandatoria la suspensión por 180 días de la aplicación del scoring en planes de AFIP y la ampliación a 60 cuotas de los planes de facilidades. Asimismo, creemos fundamental que se dé marcha atrás con el retiro de los beneficios del Decreto 814/2001, que estimulaban el empleo formal en economías regionales al permitir descontar de IVA nuevos aportes patronales.

Los próximos 300 días tienen como desafío recuperar los deshilachados tejidos de la economía real. La audacia y decisión política para tomar medidas que tengan impacto en el corto plazo van a ser fundamentales de parte de una administración que encara el último año de un mandato que buscará renovar. La industria ha puesto el hombro redoblando trabajos y esfuerzos. Pero hoy en los sectores pyme el tiempo apremia. Sin un mercado fortalecido va quedando cada vez menos hombro que poner. El año 2019 nos abre un duro camino de esperanza que debemos transitar.

(*) Presidente de FAIMA

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