19 de julio 2012 - 00:00

A Los Tres Chiflados con amor y distorsiones

Las actuaciones de Hayes-Diamantopoulos-Sasso y el logrado revival de algunas rutinas originales no siempre compensan el entre nostálgico y deforme homenaje de los Farrelly a Los Tres Chiflados.
Las actuaciones de Hayes-Diamantopoulos-Sasso y el logrado revival de algunas rutinas originales no siempre compensan el entre nostálgico y deforme homenaje de los Farrelly a Los Tres Chiflados.
«Los tres chiflados» (The Three Stooges, EE.UU., 2012, habl. en inglés). Dir.: Bobby & Peter Farrelly.Int.: S. Hayes, C. Diamantopoulos, W. Sasso, L. David, S. Vergara, C. Bierko.

Sin duda Los Tres Chiflados merecen todo tipo de homenajes, incluso este intento de resurrección a cargo de los hermanos Farrelly. Obviamente los directores de «Loco por Mary» concibieron esta deforme recreación de las andanzas de Curly, Larry y Moe desde la más honesta admiración, pero de todos modos su mezcla de remake y tributo al legendario trío delirante y ultraviolento que filmó centenares de cortos clase B entre los años 30 y 50 es, antes que nada, un híbrido por momentos dificil de asimilar, que oscila entre un tono de simpática nostalgia mezclada con desconcertantes distorsiones del trío a homenajear. Una cosa es ver a un actor moderno personificando a un icono del cine en una biopic (digamos Robert Downey Jr como Chaplin, o Martin Landau convertido en Bela Lugosi) y otro asunto distinto es un simulacro de aquellas locuras surrealistas en el marco de un largometraje en colores y ambientado en el siglo XXI. A favor de los hermanos Farrelly se puede decir que cada tanto la película ofrece alguna recreación eficaz de sus inconfundibles gags e incluso hay alguna acertada evolución de las herramientas utilizadas como instrumentos de tortura -empezando por una sierra mecánica- También hay que reconocer que los tres actores protagónicos (Hayes, Diamantopoulos y Sasso) realmente se esfuerzan en su misión imposible, logrando un espejismo digno de Los tres chiflados, sobre todo en los planos generales. En el elenco el que se luce es Larry David como una monja malísima, María Mengele).

Más problemática es la historia casi calcada de «The Blues Brothers» de John Landis, que a través del salvataje de un orfanato intenta explicar lo inexplicable al justificar la chifladura y las tortuosas relaciones entre los Chiflados. En general el argumento sólo ayuda a alejarse de la esencia del asunto. (ni hablar cuando Moe aparece ¡en un reality show!). con demasiadas secuencias de relleno entre cada auténtico revival de las legendarias rutinas chifladas, en algunos casos están lo bastante logradas como para poder recomendar la película, advirtiendo sobre sus contraindicaciones. Por otro lado, evitando el cine debate para puristas del slapstick, probablemente el film funcione mejor como entretenimiento lunático para nuevas generaciones de espectadores poco familiarizados con los piquetes de ojo.

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