9 de julio 2019 - 00:00

A rodar

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Hoy se está viviendo una primavera en pleno invierno económico. El plan de subsidios del Gobierno hizo revivir el clima en las concesionarias. Como se viene publicando, la demanda está creciendo alrededor del 50%, en los primeros días de julio, respecto del nivel de actividad previo al lanzamiento del programa. Se sabe que seguirá (al menos) hasta fin de mes con un aporte adicional del Estado por el agotamiento de los $1.000 millones destinados. El propósito oficial para subsidiar la compra de 0 km fue reactivar un sector clave que venía en picada. En el caso de las fábricas y las concesionarias, la medida ayuda a reducir el abultado stock acumulado por el cambio de tendencia abrupto de la demanda. De ir a un mercado de un millón de unidades, se pasó a otro de menos de 500.000. Sobran autos. A fin de mayo, cuando se decidió lanzar los actuales incentivos, había 200.000 vehículos en los depósitos de terminales, dealers e importadores. Al ritmo que venía el consumo, servían para abastecer la demanda de unos cinco o seis meses. En este contexto de exceso de oferta se entienden los importantes descuentos. La pregunta que hay que hacerse es qué va a pasar cuando los stock se ajusten a niveles normales. Ya hay en el sector quienes se animan a aventurar un escenario para el año próximo, aun sin tener claro lo que suceda políticamente. Se cree que en algún momento del primer trimestre de 2020 se cambiará la matriz del mercado: de uno de oferta se pasará a uno de demanda. Traducido: faltarán autos. Esto es porque no hay expectativa de una recuperación fuerte de la actividad y no se apostará a producir o importar en un contexto de tanta incertidumbre. Hay que tener en cuenta que desde la toma de decisión de aumentar la producción o cerrar un pedido de importación pueden pasar cinco o seis meses. Nadie lo está haciendo en estos momentos. Lo malo es que este cambio de estrategia se sentirá en los precios. Acostumbrados a beneficiarse de descuentos, los consumidores pasarán a pagar valores más cercanos a los de lista. Después del golpe que recibieron por el derrumbe del mercado (costo financiero de soportar el actual stock) y tener que salir a “rematar” vehículos, hay mucha cautela y todo indica que los empresarios del sector prefieren entrar en una etapa donde la gente espere para tener su auto a que el vendedor espere al cliente.

El acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea dará mucho tema para discutir. Ya en Ámbito Financiero se vienen analizando algunas de sus implicancias. A medida que pasen los días, se sumarán más detalles. Uno que tiene preocupado al sector autopartista tiene que ver con la regla de región de origen. Un vehículo puede llegar desde Europa con preferencia arancelaria con hasta un máximo del 50% de su valor de materiales fuera de la UE. Por ejemplo, de Asia. Del valor de un auto, aproximadamente, el 60% corresponde a las distintas piezas. El resto son costos de ensamblado, impuestos, márgenes, etc. Esto hace que, en la práctica, el 80% de las autopartes puedan ser de China.

Un dato que llamó la atención, con el plan “Juni0km”, fue que Mercedes Benz -integrante de ADEFA- recibiera los fondos desde la parte que le corresponde a los importadores de CIDOA y no de lo asignado a la cámara de los fabricantes. Se pensó que el hecho podía enmarcarse en la reestructuración interna que está teniendo la compañía alemana. Hoy es una sola empresa pero, a fin de año, se dividirá en tres: autos, camiones y servicios financieros. Al separar la parte fabril de la importadora, tenía lógica que recibiera los fondos desde la cámara de distribuidores. En realidad, no tuvo que ver con este motivo sino más bien con los problemas internos de la automotriz, tras la decisión de no fabricar la pickup en Córdoba -que derivó en la salida de su entonces presidente, Roland Zey- y diversos movimientos de cargos. Todo esto generó confusión interna. Cuando se decidió el plan con ADEFA, MB decidió no participar. Después, al ver que hubo una cuota para importadores que participaba quiso sumarse, pero los fondos ya estaban repartidos entre las terminales. La única forma de incluirla era a costa del dinero que iba a CIDOA.

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