17 de octubre 2022 - 00:00

El maíz se prepara para una estrategia defensiva

La sequía golpea de lleno a la producción de granos y se constituye como la principal problemática a superar en el corto plazo.

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Argentina, uno de los mayores productores y exportadores del mundo de granos y subproductos padece la llegada de un tercer evento climático “La Niña” y sus consecuencias ya están a la vista.

Hasta ahora, los dos cultivos más afectados son el trigo y el maíz. En el caso del trigo -cuya siembra comenzó a mitad de año- ya se perdieron 200 mil hectáreas sólo en la zona núcleo y la producción caería a 16,5 millones de toneladas. El mayor temor radica en que hasta el momento y según información aportada por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el 53% de la superficie total del país sembrada con trigo reporta una condición hídrica regular o de sequía, por lo tanto se espera que las pérdidas puedan se mayores a las esperadas con la consecuente tensión que se genera por el poco trigo que quedará disponible y sobre el cual se abre una puja lógica entre quienes exportan y quienes lo necesitan como un insumo básico para la industria local.

La situación es similar para el maíz temprano, que se debió sembrar en el mes de septiembre. Al respecto, un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario destaca que la superficie plantada con maíz es la menor en 6 años debido a que la falta de agua impide acelerar la siembra y asegura que “en tanto persistan la falta de lluvia y el azote de las heladas, el avance de siembra de maíz seguirá atrasado en relación con sus promedios históricos”. Hasta el viernes último, la siembra del maíz temprano sería de unas 800 mil hectáreas y dependiendo de las estimaciones de siembra, se ubicaría en torno al 10% / 15% de la proyección total que se ubicaría entre 7,5 y 8 millones de hectáreas.

La poca expectativa que queda para la campaña de este cereal, donde la Argentina se ubica como tercer productor mundial, esta puesta en el maíz tardío.

Federico Zerboni, vicepresidente de la cadena del maíz y el sorgo (MAIZAR), aseguró en diálogo con Ámbito que “el productor se volcó al maíz tardío obligado, porque no tuvo humedad para sembrar antes. Siempre se siembra un 40% de maíz temprano y un 60% de tardío porque la idea es diversificar riesgos ya que en diciembre también se siembran otros cultivos, como a soja. En este caso, nada de esto se pudo hacer por falta de humedad en suelo”.

A poco más de un mes para comenzar la siembra del maíz tardío, los productores esperan que se recarguen los perfiles de suelo, porque sembrar con bajo nivel de humedad es muy riesgoso. Según Zerboni, “el productor no puede utilizar la mejor tecnología porque es muy poco probable que llueva en todos lados donde se necesita agua durante los primeros 90 días, que son los mas críticos para el maíz. La probabilidad de que lluevan 500 milímetros en el verano es muy baja, por eso el productor debe encarar la campaña con menor inversión, por una cuestión de riesgo ante la baja probabilidad de lluvias”.

PLANTEO DEFENSIVO

En el sector productivo los especialistas aseguran que comenzar la campaña de maíz tardío con un planteo de alta tecnología no tiene sentido desde el punto de vista agronómico.

Agustín Sosa, especialista de ACA Semillas detalló a Ámbito que desde julio se observa un cambio de estrategia hacia los maíces tardíos y en algunos casos hasta se desistió de hacer maíz y se pensó en ir a soja. “El maíz tardío o de segunda va a tener este año un rol central y una importante participación en la superficie. Este cultivo le da estabilidad al rendimiento y asegura un piso para que el productor se sienta con la seguridad de que la decisión tomada es la correcta”.

Según Sosa, la Asociación de Cooperativas Argentina tiene disponible un paquete tecnológico muy completo y ofrece también herramientas vinculadas a la siembra de precisión y ambientación de lotes, como así también sugiere un correcto análisis de suelos para conocer detalles acerca de la necesidad o no de nutrientes, por lo tanto la correcta elección del híbrido y el manejo en cuanto a densidad, fecha de siembra y fertilización serán claves para tener éxito esta campaña.

El análisis de quienes tienen el rol de asesorar a los productores se basa en la probabilidad de lluvias. La inversión se hace según el potencial esperado: si tenemos buen ambiente y lluvias se puede apuntar a altos rendimientos de 12 mil kilos, pero en condiciones como las actuales se hace un planteo para llegar a los 8 mil kilos. No es un tema financiero, es un tema agronómico porque con menos agua cambia la densidad de siembra.

En este sentido, Fernando Guerra, de la firma KWS, aseguró a Ámbito que “es el momento de los planteos defensivos. El año pasado aprendimos mucho de eso, de planteos conservadores, de ir a buscar esos pisos de rendimiento. Sin embargo siempre esta esa incertidumbre de pensar qué pasa si llueve, si se puede llegar a los techos de rendimiento y ahí es donde intervenimos nosotros con nuestros híbridos y nuestra genética”.

Según Guerra, “la genética permite que la planta tenga recursos para tolerar algún nivel de sequía, para aprovechar más los nutrientes, pero también viene un gran aliado que es la agronomía, la estrategia que ponemos sobre la genética. Se habla mucho de la densidad a la que vamos a sembrar, de la respuesta que puede tener el material pero eso solamente se puede hacer con diálogo para comprender cuál es la expectativa que tiene el productor”.

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