13 de noviembre 2020 - 00:00

Experiencia rosados, una alternativa que se impone

Pasaron de ser un producto secundario de la elaboración de vinos tintos y poco a poco se posicionan entre las preferencias del consumidor argentino.

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Si bien el argentino tiene el paladar acostumbrado a los vinos tintos, blancos y espumantes, poco a poco el rosado se impone entre los consumidores que buscan nuevas experiencias.

“El rosado no era muy consumido, era un producto secundario de la elaboración de tintos, de las sangrías de vinos tintos súper concentrados, con alto contenido alcohólico pero sin estructura tánica, tenía un maridaje muy difícil. Por eso el nivel de consumo en Argentina en general era muy bajo”, explica Rogelio Rabino, ingeniero agrónomo y responsable de Viticultura y Enología de la Bodega Kaiken.

“Pero luego mejoró mucho la calidad y se empezaron a hacer vinos frescos y versátiles. Esto hizo que aumentara el consumo”, continúa el especialista, quien aclara que “la mayoría de los vinos rosados no se elaboran con cepas rosadas”.

Leandro Azin, enólogo de Casarena Bodega y Viñedos, coincide con su colega al señalar que “Sin duda en Estados Unidos y en varios países han tenido rosados que se han adelantado a nosotros en el tiempo. En Argentina lo estamos trabajando desde hace poco, entonces es cuestión de que la gente se anime a probar esos rosados, no tan concentrado en color, pero no por tener menos color significa que sea menos concentrado, todo lo contrario. Tienen mucha más concentración, aroma y fruta, son mucho más frescos. Entonces se tienen que animar a probar esos rosados que son los rosados de alta gama que se están buscando ahora. Y ese cambio de estilo va a hacer que la gente se acerque mucho más, ahora que vivimos en un mundo más desestructurado y se disfruta mucho más una copa de rosado, es ideal para estos momentos”.

De las cepas rosadas que hay en Argentina, las más comunes son: criolla chica, criolla grande, moscatel rosada y cereza. “La mayoría de los vinos rosados en Argentina se elaboran en dos métodos importantes: sangría o prensado directo de variedades tintas. La variedad más usada, como siempre, es el malbec, pero también hay rosados de syrah, cabernet, franc, merlot, pinot noir y sangiovese”, cuenta Rabino.

A la hora de recomendar un maridaje, el responsable de Bodega Kaiken considera que los rosados “son vinos que si son frescos, con buena acidez y sin dulzor, se pueden tomar solos como aperitivos. Hay mucha gente que los consume con ensalada de hojas verdes o con queso. Los rosados dulces también pueden tomarse como vinos de postre”.

Azin aclara que en la bodega “se fermentan uvas tintas como rosadas. Se realiza una cosecha temprana, una prensa directa que no es de sangría, sino de un vino alta gama. Entonces la uva que llega ya se trabaja para el rosado. No es como antes, que era una sobra de los vinos tintos o un corte con vino blanco. Luego se realiza una rápida prensada y separación para obtener un color bien clarito, un roseteo o piel de cebolla que un estilo de color del sur de Francia, en este caso con hojas en Argentina, pero eso se lo da con el punto de cosecha, adelantándonos para que no tengan tanto color”.

Según Azin, el rosado “se puede maridar con pasta, pero la verdad es que es muy lindo para acompañarlo con carnes también”. El especialista admite que el rosado “no está tan posicionado como el tinto y el blanco, pero es una tendencia de hace cinco años de buscar estilos de rosados bien hechos, prensa directa, donde se trabaja desde los viñedos. Es cuestión de seguirlo trabajando y la gente cada vez va a consumir más rosado”, concluye Azin.

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