8 de enero 2019 - 00:03

Antes de predecir "brotes verdes" mejor mirar el 'índice calzoncillo'

NO SOLO CAMBIEMOS SUCUMBIÓ ANTE LA ESPERANZA DE LA LLEGADA DE LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA - Está claro que el Gobierno no se caracteriza por ser un buen predictor del nivel de actividad. Quedó entrampado en la esperanza del "segundo semestre". Podrían usar el indicador de la muda masculina.

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Cuando el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, contaba el 2 de mayo de 2017 que “esos ´brotes verdes´ que veíamos en enero se siguen robusteciendo y ya vemos un pequeño bosque de ´brotes verdes´ (mayo 2017)”, no se refería a una fronda de esas plantas fumables, sino a algunos atisbos de recuperación económica que permitían presagiar un tiempo de bonanza. El puntapié inicial a los “brotes verdes” parece haberlo dado el economista del Santander, Sergio Galvan, en el “miniDavos” que se celebró en septiembre de 2016 en el Centro Cultural Kirchner. Efectivos en el uso de slogans -o al menos eso creen- desde el Gobierno y aliados, inmediatamente se prendieron al concepto (uno de los primeros y mayores impulsores de la idea de los “brotes” fue irónicamente Dante Sica, un manifiesto “anti campo”, quien así abonó su carrera al Ministerio de Producción y Trabajo).

Cuando a mediados de octubre se celebraba el Coloquio de IDEA estaba claro que quien no hablara de los retoños, “estaba out”. Si bien los capullos tardaban en despuntar más de lo esperado y hubo que apelar momentáneamente al slogan del “segundo semestre” (en 2016 el PBI decreció 1,8% y en 2017 creció 2,9%, ergo un saldo de +0.84%), para principios de agosto de 2017 incluso el mismo J. C. De Pablo -hoy feroz crítico del Gobierno- se plegó a la idea que los “brotes verdes”. En un discurso del 9 de octubre de 1991 el ministro de finanzas británico de Margaret Thatcher, Norman Lamont, introdujo la idea los brotes (“The Green Shoots of economic spring are appearing once again”), brotes que se secaron con la crisis de 1992 cuando el “lunes negro (16/9/92) George Soros y otros obligaron a sacar a la libra del sistema monetario europeo, embolsándose de paso unos u$s2.600 millones de hoy.

El siguiente uso del término de parte de un famoso fue de Ben Bernanke, que en su primer entrevista televisiva como mandamás de la Fed (15/3/2009), que a la pregunta “¿Ve ´brotes verdes´?”, como el personaje de Chauncey Gardiner en “Desde el Jardín” respondió, “Sí, sí... veo ´brotes verdes´. No en todos lados…” (el original del libro: “¡Si habrá crecimiento en primavera!”). Dado en algún punto del largo plazo todos tenemos razón, no fue hasta el tercer trimestre de 2011 que el PBI norteamericano recuperó los niveles previos a la crisis 2008 y hasta mayo de 2014 que se recuperó el nivel de empleo, demostrando que incluso en el mejor de los casos, los “brotes” pueden quedar como tales por mucho tiempo. A pesar de esto, en mayo de 2009 la malograda ministra de Economía y Finanzas y vicepresidente del Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, Elena Salgado, saltó al ruedo con la primer apelación en castellano a la idea “verde”, al augurar en mayo de 2009 que “en unas semanas se verán los ´brotes verdes´ de la recuperación”.

La crisis española aún persiste. Lo que pasó entre nosotros con los “brotes verdes” lo sabemos (y vivimos) todos, a pesar de lo cual no dudamos que apenas puedan, las voces del oficialismo volverán a insistir con la metáfora vegetal, a pesar de su manifiesta ineficiencia como predictor.

En los ‘70 Alan Greenspan, uno de los gurúes económicos más prestigiosos del siglo XX, comenzó a promocionar la idea que algunos comportamientos sociales resultaban mejores predictores sobre el devenir de la economía (inicio y fin de las recesiones) que muchos de los agregados macro tradicionales, y en particular la venta de ropa interior masculina (MUI o Mens Underwear Index). El principio es que los hombres vemos estas prendas como una necesidad y no como un lujo, demorando su reposición más allá de lo aconsejable en tiempos de malestar económico y apresurándonos a renovar el lamentable stock apenas avizoramos una mejora en nuestras condiciones personales (en tiempo “normales”, la tasa de reposición es en función del crecimiento poblacional) .

Como predictor de la situación económica -algunos lo ven incluso como un anticipador del S&P500- este indicador ha sido más fiable que miríada de tradicionales y otros no convencionales, como son el largo de las polleras, cortes de pelo, gasto en tintorerías, comidas rápidas, robo de mascotas, etc., adelantando correctamente -siendo de los muy pocos- la crisis de 2008 y su posterior recuperación.

Tal vez más que agacharse buscando “brotes verdes” que nada pueden significar, nuestro establishment político y económico debiera comenzar a mirar sus propios calzoncillos y ver cuándo llego el tiempo de cambiarlos.

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