Bots, inteligencia artificial y el rol del Estado

El ministro de Finanzas de Córdoba Osvaldo Giordano y el investigador del Conicet Dante Avaro se reunieron para conversar sobre la relación entre la inteligencia artificial y las políticas públicas.

El ministro de Finanzas de Córdoba Osvaldo Giordano y el investigador del Conicet Dante Avaro. 
El ministro de Finanzas de Córdoba Osvaldo Giordano y el investigador del Conicet Dante Avaro. 
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Son días agitados en tiempos preelectorales, pero cada uno los agita a su manera. De hecho, el pasado martes en Córdoba, donde las elecciones provinciales ya dieron ganador al reelecto Juan Schiaretti, el ministro de Finanzas, Osvaldo Giordano, se reunió con Dante Avaro (CONICET) para analizar la relación entre la inteligencia artificial y las políticas públicas.

Nada más lejos de la disputa, ni más cerca de la mejora de los servicios públicos que brinda el Estado. Para mejor, el puntapié inicial resultó, a su vez, la excusa perfecta: Laura, el cobot (robot colaborativo) que la cartera de Giordano implementó recientemente para agilizar los trámites de jubilación.

Laura es un software que recepta solicitudes de jubilación por parte de los ciudadanos, y luego realiza tareas burocráticas, mecánicas, de esas que a ningún ser humano le gustaría hacer. El sistema mejora la cadena de valor público estatal porque es más eficiente ya que trabaja las 24 horas todos los días, eficaz y más transparente porque todo el proceso de trabajo está continuamente trazado, por lo que es posible optimizarlo a cada paso.

El propio Giordano lo explica: “Antes, eran los ciudadanos que llevaban y traían expedientes, o sea, ellos trabajaban para el Estado; luego, en una segunda etapa, la Secretaría de Previsión Social dispuso que fueran los empleados públicos quienes llevaran y trajeran expedientes, desde diferentes oficinas públicas, para evitarle esa desagradable tarea a los ciudadanos; hoy, entendimos que lo mejor es que ese tipo de trabajos queden en manos de Laura, mientras que los empleados pueden realizar tareas de mayor valor agregado”.

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Avaro, experto en innovación y políticas públicas, aporta la dimensión humana de cualquier proceso que introduzca novedad: “Más allá de que Laura, como software, se puede comprar en el mercado, la innovación social es el resultado de construir nuevos problemas a los que les podemos dar solución. Y esto último implica persuadir, sensibilizar, negociar, acordar y, fundamentalmente, arriesgarse. No habrá sido sencillo presentar a Laura dentro del ministerio…”

“Claro que no” es la respuesta, previsible, del ministro cordobés. Ambos coinciden en que siempre hay resistencias que vencer a la hora de innovar. No obstante, Giordano, que impulsa la incorporación de tecnología desde 2007, advierte que el software todavía tiene mucho para dar. “Se paga una licencia anual, por lo que luego es cuestión de sacarle el jugo a esta herramienta. Estamos intentando incorporarla a la Dirección General de Rentas, y toda otra área que requiera procesos burocráticos automatizables”.

En contra de lo que podría suponerse, detrás de la implementación de Laura hay una revalidación del trabajo humano. El propio Giordano subraya que su objetivo es “desrobotizar” el trabajo de los empleados públicos. “Ellos poseen estabilidad, así que la robotización no es una amenaza. Pero ahora tienen la oportunidad de darle más valor agregado a tareas complejas, que Laura no podría realizar”.

En este sentido, quizá sea interesante abrir un debate público acerca del modo en que se incorpora empleados al Estado. Si las tareas mecánicas, repetitivas, burocráticas, pueden ser automatizables (incluso Giordano apuesta a que desaparecerán los salones de espera de las oficinas estatales) llegó el tiempo de incorporar empleo de calidad, calificado, y, por qué no, evaluable.

Lo cierto es que Laura, como proyecto, tiene ahora un marco normativo bastante sólido. Giordano afirma que la nueva Ley 10.618 de Simplificación y Modernización de la Administración Pública, no sólo piensa a los actos administrativos desde la perspectiva de lo digital, sino que habilita y regula lo atinente a la interconexión de bases de datos, elemento clave para automatizar nuevos procesos que conectan diferentes oficinas públicas y/o dependencias dentro de una misma oficina.

Esta es una actividad que viene desarrollando, con bastante éxito, el poder ejecutivo cordobés al menos en dos ámbitos: la Dirección General de Inspección de Personas Jurídicas, y el Monotributo en convenio con la AFIP. Sin embargo, incluso la nueva ley permitirá avanzar en ciertas áreas de la inteligencia artificial todavía no exploradas por el gobierno: Big Data y aprendizaje profundo.

Este asunto tomará tiempo, pero cabe señalar que sólo será posible si el Estado cordobés diseña una política pública consistente para trabajar con expertos, tanto en la incorporación de la inteligencia artificial, como así también en su evaluación. Este tema, a juicio del ministro Giordano, “es fundamental, pero todavía no está en agenda”.

Desde Aristóteles, al menos, aceptamos la idea de que los humanos somos animales gregarios, pero resulta que los cobot también lo son. Laura trabajaría mejor si tuviera la oportunidad de interactuar con otros artefactos de su misma especie.

“Si las demás provincias avanzaran en la dirección que lo está haciendo Córdoba, la agenda de automatización de tareas y de mejora en la cadena de valor público adquiriría volumen y ritmo. Pero no sólo eso, también podríamos, como sociedad política, encaminarnos a construir una agenda pública más fructífera que nos conduzca a fortalecer el federalismo y a cerrar brechas institucionales”, cerró Giordano.

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