24 de julio 2019 - 00:00

Comienza el desafío de hallar la cuadratura del círculo del brexit

Las autoridades comunitarias no quieren ceder más para evitar que el divorcio se convierta en un precedente atractivo para otros países.

No a Boris, sí a Europa. La consigna de los británicos partidarios de la permanencia en la UE crece en vigor ante el ascenso del nuevo premier.
"No a Boris, sí a Europa". La consigna de los británicos partidarios de la permanencia en la UE crece en vigor ante el ascenso del nuevo premier.

Londres - El próximo primer ministro británico, Boris Johnson, realizó una apuesta arriesgada al prometer sacar al país de la Unión Europea (UE) en el plazo acordado del 31 de octubre pese a la negativa del bloque a tocar una coma del acuerdo que alcanzó con Theresa May.

El líder conservador y próximo primer ministro esgrime la amenaza de una salida sin acuerdo en esa fecha, pero cree al mismo tiempo en la posibilidad de hallar un compromiso.

Lo ideal sería que Boris Johnson pudiera obtener un nuevo acuerdo de retirada en lugar del negociado por la primera ministra saliente, que fue rechazado en tres ocasiones por el Parlamento. Pero el propio Johnson admite que eso está casi fuera de su alcance, dado el receso parlamentario de verano boreal y el establecimiento de nuevos equipos de gestión tanto en Londres como en Bruselas.

Solo le quedarían unas pocas semanas en septiembre y octubre, como mucho, para negociar, lo que parece muy escaso, dado que el acuerdo actual es el resultado de 17 meses de difíciles discusiones que dieron lugar a un texto extenso de 585 páginas.

La Unión Europea, por su parte, sigue repitiendo que solo está dispuesta a cambiar la declaración política sobre los vínculos futuros, que acompaña al tratado de retirada, pero no el acuerdo en sí.

La otra posibilidad prevista por Johnson es que el Parlamento ratifique solo las “mejores partes” del acuerdo de Theresa May. Esto incluiría cuestiones menos polémicas como los derechos de los ciudadanos europeos, las cuestiones de seguridad y la cooperación diplomática, y excluiría el controvertido backstop, red de seguridad destinada a impedir el retorno de una frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte.

Los detractores británicos de este mecanismo argumentan que Irlanda del Norte podría quedar así virtualmente unida a la República de Irlanda -y a la UE- y separada del Reino Unido al establecer las aduanas en el mar de Irlanda.

Johnson confía en una estrategia de “ambigüedad constructiva”, en particular con las 39.000 millones de libras esterlinas que se supone que Londres debe pagar a la UE bajo el brexit. Esta cantidad podría utilizarse como medio de presión hasta que se firme un nuevo acuerdo de relaciones comerciales con la UE.

Para evitar el retorno de una frontera a Irlanda durante este período transitorio, Johnson se refirió al uso de determinadas soluciones tecnológicas o exenciones.

El nuevo primer ministro asegura que todo puede estar resuelto “mucho antes” de las próximas elecciones parlamentarias del Reino Unido, previstas para mayo de 2022.

Queda la solución muy incierta de obtener clemencia de los líderes europeos, pero Bruselas debería evitar hacer demasiadas concesiones que sentarían un precedente para otros euroescépticos del continente. Por ello, la amenaza de un no deal, o brexit sin acuerdo, tiene sentido.

Sin embargo, este escenario temido por la comunidad empresarial tendría consecuencias mucho más graves para el Reino Unido que para el continente, que tiene una economía mucho más grande y diversificada.

Esta solución también podría poner en peligro el acuerdo de paz de Irlanda del Norte, que ha puesto fin a décadas de violencia, y sería un rotundo fracaso diplomático para el Reino Unido.

La estrategia de Boris Johnson despierta mucho escepticismo, agravado por algunas declaraciones suyas recientes que causaron perplejidad.

En particular, aseguró que la salida de la UE el 31 de octubre, incluso sin un acuerdo, no se traduciría en nuevos derechos de aduana en un futuro inmediato.

Pero eso solo podría ocurrir si Londres y Bruselas se pusieran de acuerdo, algo que Boris Johnson no conocía y que finalmente reconoció.

Agencia AFP

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