27 de mayo 2019 - 00:01

Coworking, nueva era: dejando atrás el espíritu adolescente

Los espacios de trabajo compartido exigen otra gestión, mejor servicio, un staff motivado y buen rinde para el inversor. Casos y números para decidir.

Hay equipo en La Maquinita. Juan Manuel Otero (izq), Director de Producto, Marina Corbata, Directora de Marketing y Comunicaciones, y Martín Orlando, CEO. Son los fundadores de la firma, que hoy suma 10 espacios.
Hay equipo en La Maquinita. Juan Manuel Otero (izq), Director de Producto, Marina Corbata, Directora de Marketing y Comunicaciones, y Martín Orlando, CEO. Son los fundadores de la firma, que hoy suma 10 espacios.

Foto: Ignacio Petunchi.

La oferta de espacios de coworking crece de manera pronunciada en el mundo. Hacia fin de 2018, se contaban alrededor de 18.900 lugares que ofrecían este servicio en el planeta, mientras que hasta 2017 trabajaban en ellos cerca de 1,2 millones de personas, según el sitio Statista.com, especializado en investigación y procesamiento de datos.

En la Argentina, en tanto, había cerca de 150 espacios de este tipo a fin de 2018, según el sitio El Plan C (elplanc.net), especializado en economía colaborativa. Si bien no hay aún datos oficiales, algunas fuentes consultadas sostienen que la oferta nacional alcanza a unas 25 mil posiciones de trabajo, con un nivel de ocupación mayor al 80%.

YO, TÚ, NOSOTROS

Pero ¿de qué se trata el coworking? Consiste en ambientes que permiten a profesionales independientes, emprendedores, pymes o aun grandes empresas de diferentes rubros compartir un mismo espacio de trabajo. “Hay un montón de situaciones, como el pago de impuestos y el mantenimiento, de las que no te hacés cargo. Y lo más importante es que no perdés contacto con otras personas y otros colegas, más que nada si trabajás de manera independiente”, puntualiza la experta en relaciones del trabajo y directora de la consultora DOS, Carolina Brinusio.

En cuanto a la oferta de servicios, varía desde puestos en lugares rotativos, donde los usuarios reservan el espacio y concurren con su computadora portátil consumiendo una suerte de “créditos” mensuales, hasta espacios fijos individuales, escritorios o áreas con varios puestos para pymes, u oficinas privadas.

Las facilidades incluyen salas de reuniones, lockers, sanitarios, cabinas telefónicas, cocinas, comedores, bicicleteros, recepción, lugares de descanso y hasta espacios recreativos. Y los servicios no se quedan en las instalaciones: “tenemos un staff especializado en ‘crear comunidad’ y uno de nuestros eventos emblema es el Meet Your Neighbour (conoce a tu vecino), pensado para facilitar las conexiones entre los coworkers y fomentar el networking o trabajo en red”, relata Marina Corbata, cofundadora de La Maquinita, un coworking con sedes en varias ciudades del país. Los valores de puestos de trabajo en esa empresa parten en $3.900 al mes e incluyen el uso de todas las instalaciones. Para las empresas, existen planes que pueden adaptarse de acuerdo a las necesidades, el tiempo de permanencia y la cantidad de personal.

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Sol y actitud. Al equipo fundador se sumó el Director de Finanzas, Francisco Ledesma (2do desde la izquierda).
Sol y actitud. Al equipo fundador se sumó el Director de Finanzas, Francisco Ledesma (2do desde la izquierda).

En el caso de La Maquinita, alrededor del 75% de los clientes se dedica al desarrollo tecnológico, el 17% a publicidad y marketing, el 6% a diseño y un pequeño porcentaje a otras profesiones independientes relacionadas con recursos humanos.

De acuerdo con Brunisio, algunos coworking se especializan en servicios o productos de un determinado segmento: “terminás asesorando o haciendo servicios con otras personas, se genera una sinergia de trabajo”, apunta. A diferencia de los ámbitos tradicionales, los horarios los fija cada usuario según su ritmo de trabajo o los requerimientos de sus clientes.

CON FOCO EN EL NEGOCIO

Las primeras experiencias de trabajo colaborativo surgieron a comienzos del milenio en California, de la mano de la industria tecnológica. En la Argentina, la novedad arribó a principios de la década actual y su crecimiento se profundizó en los últimos cuatro años.

“Nos metimos en la ola cuando acá estaba muy en pañales, y tuvimos la tarea de contar qué era el coworking, no sólo lo que era La Maquinita -recuerda Corbata en relación a los primeros pasos de la firma-. Ahora no son solo los emprendedores los que se dedican al coworking, cada vez más empresas grandes deciden apostar por esta filosofía de trabajo y mudar sus oficinas, o parte de sus oficinas, para beneficiarse de las prestaciones que te da un coworking.” Entre esas características está el poder trabajar en diferentes locaciones, ya que las empresas que tienen sedes en varias ciudades permiten rotar los espacios de trabajo.

“Mi compañía me llevó a vivir temporalmente en Chile, México y California, y la mejor solución para el trabajo remoto siempre fue un coworking”, comenta la jefa de Product Partnerships and Developer Programs de Facebook Latam, Susana Cipriota, que antes de ingresar a esa multinacional llevó a cabo tres proyectos independientes durante 10 años. “La vida del emprendedor es muy solitaria y los espacios de coworking brindan un grupo de contención; además, el home office es complicado cuando tenés una familia con hijos”, agrega.

Con el tiempo, algunas compañías se acercaron a los coworking para llevar a cabo capacitaciones y eventos, gracias a la ambientación y la potencialidad que ofrecen, algo que antes realizaban en hoteles o salones. Así nació el “Innovation Lab”, en Palermo, un espacio para brindar herramientas y realizar encuentros para startups y empresas en cuyo desarrollo tuvo participación Facebook. Su origen fue posible tanto gracias a los contactos generados por Cipriota durante su pasado en sitios de trabajo colaborativo, como a su actual función en el gigante de las redes sociales.

NUEVOS DESAFÍOS DE REAL ESTATE

En la actualidad, los principales impulsores del sector de coworking buscan nuevos modelos de inversión para financiar la apertura de espacios. En algunos casos, la mira está puesta en la sociedad con propietarios inmobiliarios. En otros, en la creación de fideicomisos o bonos avalados por Sociedades de Garantía Recíproca (SGR).

“Estamos buscando formas de financiación en las cuales puedan participar inversores chicos y medianos, donde aseguramos una rentabilidad fija en dólares y una rentabilidad variable”, especifica el CEO de La Maquinita, Martín Orlando, que además es cofundador de la empresa junto con Marina y Juan Manuel Otero. Para eso, anuncia que en poco más de un mes lanzarán Obligaciones Negociables Pyme (ON Pyme) por un monto de $40 millones, que operarán en la Bolsa de Valores y otorgarán una renta fija. “La SGR respalda la inversión, entonces son inversiones con muy poco riesgo”, detalla. En pocos meses más también lanzarán un fideicomiso de real estate. En ese aspecto, el directivo considera que las compañías que subsistan en el sector serán aquellas que mejor financien su crecimiento.

“Antes ingresábamos plata en la empresa a cambio de acciones. Hoy, la inversión está destinada directamente a un proyecto”, explica. Como tercera opción de inversión, existen las clásicas franquicias. En el caso de la compañía encabezada por Orlando, el 50% de los 10 espacios que ofrecen consisten en negocios de ese tipo, montados por terceros.

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