1 de agosto 2019 - 20:08

Discriminación en el deporte: cuatro historias de superación

Ámbito.com reunió cuatro casos de deportistas profesionales. Profesionales, amateurs, colectivos o individuales, muchos sufrieron agresiones que hicieron mella pero encontraron en el deporte una forma de combatir a la discriminación.

Gusti Fernández, un emblema de la lucha por un deporte más justo.
"Gusti" Fernández, un emblema de la lucha por un deporte más justo.
Australian Open

El límite entre aliento, pasión, euforia, y la agresión, el deseo de socavar al rival y la impotencia por una derrota suele ser muy delgado. Tanto que a veces se cruza un límite de forma desleal, invadiendo espacios personales y de pertenencia. La discriminación en el deporte es una realidad tanto a nivel amateur como profesional, pero es la misma actividad la que muchas veces reconvierte a las personas y las fortalece para mostrarles la verdad tal cual es.

Desde elecciones religiosas, políticas, sexuales o de cualquier índole, en centenares de estadios se pueden escuchar insultos de todo tipo. No obstante, muchas veces esto ocurre en el mismo seno de la práctica deportiva, por colegas, dirigentes o rivales.

¿A qué se considera discriminación? Según define el INADI, es el “acto por el cual alguien arbitrariamente de algún modo menoscaba el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional”.

Para la psicóloga deportiva Mariela García, tiene que ver con una situación de “superioridad” y “prejuicios”. “Constituye una visión del mundo que, consciente o inconscientemente, le permite al discriminador situarse en un nivel de superioridad respecto al discriminado y puede ser una necesidad de afirmar la propia identidad. Lo peligroso sucede cuando las víctimas terminan por creerse aquellos atributos y cualidades que se les cargan”, explica.

Las historias personales

Ámbito.com reunió a diferentes deportistas que vivieron experiencias de discriminación. Casi todos coinciden en que este es un flagelo que excede al profesionalismo o incluso que abarca a todos los sectores de la sociedad, aunque remarcan que la clave está en la fortaleza integral de cada individuo.

“Creo que existe, también a nivel profesional, y se debe combatir desde adentro mismo. A mí me pasó con respecto a la discapacidad, al deportista adaptado y la falta de objetividad que se genera por esto”, advierte Gustavo Fernández, estrella mundial de tenis adaptado y con una marcada lucha por una actividad sin prejuicios. E insiste: “Por la falta de objetividad, nunca se ve al deportista tal cual es. Primero sos un crack, un ejemplo de vida, sólo por estar en silla de ruedas. Pero después nunca sos considerado un real deportista profesional”.

Para el cordobés, un ejemplo concreto se da en los premios Olimpia. “Nunca se terna a los deportistas adaptados en sus respectivas categorías. Tampoco es cuestión de ponerlo en una terna en la que no hizo los méritos suficientes sólo para generar ‘inclusión’”, reclama.

La historia de Facundo Imhoff es diferente en cuanto al origen. El santafesino, recientemente incorporado a Bolívar Voley, uno de los equipos más grandes de la Liga Nacional, le contó al mundo hace ya ocho años su condición sexual, algo que lo hizo mejorar espiritual y mentalmente, así como en su rendimiento como atleta.

“Hay discriminación como en todos lados, sólo que en este ambiente hay un machismo mucho más grande. Hay mucho tabú con respecto a la sexualidad. Si sos gay, perdés esa masculinidad, esa agresividad y te mostrás débil”, detalla el central de la Selección.

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Imhoff no cree que la exclusión sea mayor en el deporte, “sí los miedos de uno”. Por eso una clave fue mostrarse firme ante “algún chiste medio desubicado que se pasa del límite”, o cuando los hinchas rivales lo atacan. “Me gritaban y yo me reía. No me afectó y no dejé que la gente viera que me afectaba, porque quieren debilitarte para que gane su equipo”.

Quien sufrió casos más graves es Mía Fedra, la primer tenista trans profesional de la Argentina. En 2012 hizo el cambio de identidad de género y la Asociación Argentina de Tenis le emitió un nuevo carnet de profesora. Sin embargo, a la hora de competir, repara que “hay algún rumorcito, que le pego más fuerte”.

“Siento la discriminación por fuera, algunos comentarios por detrás. Respecto a las asociaciones o no clubes, no. Me pasó jugando en un club súper prestigioso que un hombre que competía se acercó al alambrado y me decía: ‘No te parecés, sos muy diferentes’, o ‘Nunca vas a ser igual’. Lo ignoré, pero sentí que estaba en la infancia cuando me hacían bullying”, recuerda la oriunda de Adrogué.

María Laura Ábalo se alejó del remo, pero su historial denota medallas sudamericanas, panamericanas y una participación olímpica en Londres 2012. Hoy brega por el saneamiento del Río Reconquista, pista nacional de la actividad y en cuyas cercanías viven 4,5 millones de personas.

Para la porteña, “la discriminación depende del deporte. Algunos tienen naturalizado tener sexos mezclados, pero en otros predomina la figura masculina. En el remo, cuando yo empecé, no éramos tan aceptadas, a la mayoría de los entrenadores no les copaba la idea de entrenar mujeres. Pero nuestro rendimiento hizo cambiar todo”.

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<p>María Laura Ábalo (izq) junto a María Gabriela Best, campeonas panamericanas en el dos sin timonel en Guadalajara 2011.</p>

María Laura Ábalo (izq) junto a María Gabriela Best, campeonas panamericanas en el dos sin timonel en Guadalajara 2011.

La campeona panamericana en Guadalajara 2011 (dos sin timonel y cuádruple par) se empodera al recordar que no sufrió casos de discriminación “porque eso implica que una se deje poner en una posición inferior”. De allí surge la figura del deporte, que aunque no ayuda en forma directa, “te da el carácter para posicionarte y plantarte. El deportista lo que hace es exaltar sus cualidades”.

La función del deporte ante la agresión

Ábalo entiende que la competencia termina siendo un refugio para aquellos que vivieron estas malas experiencias: “El deportista puede mostrar un temple y fortaleza ante situaciones. El caso de Jennife Dahlgren, que siempre sufrió bullying por su tamaño y se cobijó en el deporte. O Paula Pareto, que no se quedó llorando por su altura, eligió una disciplina que le gustó y es campeona olímpica”.

“No sé si me ayudó porque el deporte es mi trabajo, pero sí lo hicieron mis compañeros y un proceso de crecimiento interno. Al principio tuve muchos miedos, pero me acepté y a partir de eso soy feliz. Hay muchos deportes con gays tapados, eso perjudica en cuanto a rendimiento y en la vida en general”, apunta Imhoff, que actualmente integra el plantel de la Selección de voley en los Juegos Panamericano.

Para Fernández, campeón este año de los tres Grand Slam de tenis adaptado, hay una doble condición: “La herramienta de enseñanza mía siempre fue el deporte, pero también el amor propio que logré desarrollar. Hay que erradicar la discriminación desde adentro y creyendo lo que uno es, haciendo que desaparezcan las barreras y prejuicios”.

Nota de Mia Fedra en TyC.mp4

“A mí el juego me da felicidad, soy plena en mi deporte”, expresa Fedra. Ella asegura que dentro de un court, no hay negativismo que la condicione: “Es bastante normal que te griten ‘puto’ o lo que sea, aunque para mí no lo es hoy. No me hace mella porque no me percato de la discriminación”.

“El apoyo psicológico es fundamental, es un espacio en el que se expresan sin juicios. Buscamos fortalecer la identidad. El deporte, bien gestionado, es una potente herramienta de educación, un elemento transformador y que puede romper barreras”, expone, por su parte, García desde su experiencia como terapeuta.

“Venimos de una sociedad en la que ser diferente está mal, y voy en contra de eso: sí, soy diferente, soy gay, y soy muy feliz. No estoy contando nada malo”, vive Imhoff a flor de piel. “Es importante luchar entre todos en todos los niveles, y empezar a lograr ver a las personas por lo que son”, pide “Gusti”.

Aunque los deportistas muchas veces son vistos casi como héroes modernos, no escapan a estos descarnados momentos, ya sea por género, condición sexual, nacionalidad o raza. Cuando la búsqueda de la debilidad del otro se transforma en un golpe a la integridad del rival, el deporte cruza una frontera de la cual ya no hay retorno.

El papel del INADI

El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo se encarga de monitorear todo lo relacionado con casos de exclusión, más allá de la actividad de la que abrevan los casos.

“Recibimos inquietudes, consultas sobre hechos y situaciones acontecidas en los escenarios deportivos. Se conforman informes técnicos y observaciones, lo

s que se registran y monitorean. Si así lo ameritan, son derivadas al área de asistencia a la víctima para su evaluación y consideración”, informan del Instituto a este medio.

En el último año, tanto por derivaciones como por vía directa, llegaron 29 denuncias, de las cuales 15 corresponde a estos siete meses de 2019. Según aseguran, “todas están en etapa de tramitación y/o evaluación para su dictamen”.

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Además de los relevamientos e informes, el INADI cuenta con diferentes campañas tanto en los recintos deportivos como en las redes sociales y en concordancia con los diferentes actores que intervienen las competencias. También incluyen participaciones de atletas profesionales (Dahlgren, Lisandro López, Fabricio Oberto, entre otros) que “aportan ejemplos a seguir”.

“Buscamos concientizar sobre las situaciones de discriminación para prevenirlas y desnaturalizarlas. El deporte es un camino virtuoso y ejemplificador de este cambio cultural”, aseveran.

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