11 de octubre 2018 - 23:41

Diálogos de Wall Street

Convulsión en Wall Street y llamada obligada para nuestro experto allí. ¿Cuál es la razón detrás de una caída brusca de 800 puntos? Gordon Gekko responde: es el poder de Powell.

Diálogos de Wall Street
Periodista: El Dow Jones se derrumba 831 puntos en la peor rueda desde febrero. O sea más del 3% en un día. Septiembre cerró en los récords. El tercer trimestre fue de gloria. ¿Qué cambió? ¿Comienza un octubre negro?

Gordon Gekko: Sólo mudó el discurso de la Fed. En concreto, el de su mandamás, Jay Powell. Y por lo visto, alcanza y sobra.

P.: La Fed le aumentó los decibeles a su prédica. Powell dijo que las tasas podrían seguir subiendo por más tiempo de lo previsto...

G. G.: Mientras la economía (de los EE.UU.) luzca tan robusta como ahora...

P.: No es un mensaje muy agresivo para las acciones...

G. G.: No lo es. La descripción de la actividad económica es impecable. Powell no tiene objeciones. Y, sin embargo, pateó el tablero.

P.: Primero sacudió a los bonos, elevó las tasas largas y recién más tarde le cayó la factura a la Bolsa.

G. G.: En efecto. Pero no seamos ingenuos, no podía ignorar que algo así iba a ocurrir, tarde o temprano.

P.: ¿La Fed quiere ponerle paños fríos a la exuberancia de Wall Street, extremadamente rozagante en el trimestre que cerró en septiembre?

G. G.: No es su objetivo principal. Pero mal no le viene. La idea es preventiva, agitar el follaje y que se caigan los frutos que están maduros.

P.: ¿Y cuál piensa que es la razón detrás de esta aparición tan vocal de Powell?

G. G.: No lo va a leer en ningún otro lado. Creo que el abogado Powell le está diciendo a los mercados de bonos que revisen su visión sobre la marcha de la economía, que cambien la sintonía porque el vigor subyacente es más sólido y duradero que lo que estiman.

P.: Una economía en pleno empleo y que no modera su empuje no es buena para los bonos de renta fija, pero no tiene por qué dañar a las acciones, la renta variable.

G. G.: Tal cual. La Fed se ocupará de evitar el recalentamiento. Es el propósito de la política monetaria gradualista que lleva adelante la nueva conducción.

P.: Esto es una escalera de suba de tasas de interés, previsible y anunciada, que no tiene prisas por desplegarse -a razón de una por trimestre- pero que tampoco se propone una pausa a mediano plazo, según las propias palabras de su mandamás.

G. G.: Le está hablando a los bonos, pero es para que lo escuchen todos. Como cuando, a principios de año y en su debut en funciones, abrió el paraguas de probables cuatro aumentos de tasa en vez de los tres que predecía el consenso en 2018. Lo que Powell busca, en rigor, es evitar que la curva de rendimientos se aplane y amague invertirse.

P.: Necesita para eso que suban las tasas largas, aquellas que no maneja de forma directa (aunque influye por la vía de la reducción de la hoja de balance del banco central).

G. G.: Correcto. Y eso lo consiguió. Se diría que por razones de estacionalidad -que ya hemos detectado en los años previos - la tasa larga -de los bonos del Tesoro a diez años - se encaramó por encima de 3% antes que la Fed modificara el guión de su partitura pública. Lo que Powell hizo fue sumar otro empujón, muy visible.

P.: Le marca un camino ascendente...

G. G.: Así llegó a sobrepasar el 3,20%. Y con suma rapidez.

P.: ¿Piensa que eso es todo?

G. G.: Considero que no. Un 3,50% está en el radar. Pero si la Bolsa se derrumba las tasas largas van a desensillar por un rato.

P.: El presidente Trump ha hecho saber ya varias veces que no está de acuerdo con la política que conduce su elegido en reemplazo de Janet Yellen. ¿Cómo puede afectar el curso de los acontecimientos?

G. G.: Powell le debe el poder a Trump. Otro presidente -más convencional- le hubiese concedido a Yellen un segundo mandato. Pero Powell, una vez entronizado, es un jugador independiente. Y su accionar lo demuestra. Si Trump quiere tasas de interés más bajas debería entender que son sus políticas -en especial, la reforma tributaria- lo que impide bajarlas sin poner en riesgo la bonanza. Es una paradoja: si las cosas salen bien, la economía prospera y la Fed continúa subiendo las tasas, tendremos fricciones. A cabeza dura Trump es de los mejores.

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