21 de mayo 2019 - 00:01

Diálogos de Wall Street

¿Trump cruzó el Rubicón con las sanciones a Huawei? La venganza será terrible, dice Gordon Gekko. Conversamos sobre las últimas novedades de la porfía entre EE.UU. y China.

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Periodista: ¿Se cortó el diálogo? El presidente Trump decidió prohibir a las compañías de su país hacer negocios con Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones. La firma no podrá acceder a semiconductores y software esenciales para realizar su producción. Ya no estamos hablando de aranceles ni de la discusión de protocolos de propiedad intelectual. El futuro de Huawei está en la línea -como ya había pasado antes con ZTE- y Beijing jura que tomará represalias igualmente duras. Esta vez Wall Street acusó recibo. ¿Quo vadis, la relación entre EE.UU. y China?

Gordon Gekko: Cada uno sube su apuesta. Ya dijimos, es el juego de la gallina. China lo sacudió a Trump poniendo en duda su capacidad de soportar la tensión derivada de sus propias medidas comerciales. La Casa Blanca mostró debilidad. Trump subió los aranceles pero, en paralelo, flotó la idea de que todo se arreglaría en la Cumbre del G20 en Osaka.

P.: Que se celebrará recién a fin de junio...

  • G.: Correcto. Aplicó una de cal y otra de arena como para calmar la ansiedad de los mercados.

P.: China piensa que si los mercados se enervan, Trump buscará un alivio rápido.

  • G.: Trump tira piedras pero a la par posee la vitrina más valiosa del mundo. ¿Aguantará la presión si China se la astilla?

P.: ¿Pero cómo se llegó a esta prohibición de operar con Huawei?

  • G.: Es la respuesta presidencial a la tesis china del estómago flojo. Es ir por más, con un tema espinoso, que sabe que va a perjudicar a los proveedores estadounidenses de Huawei, muchos de ellos, los más grandes, cotizantes en Bolsa.

P.: Mientras Wall Street resistiera impávido, ningún problema. Pero esa solidez inicial se comienza a agrietar.

  • G.: El índice Sox -de semiconductores- se hundió más del 12% desde que comenzó mayo. Y la pulseada con Huawei recién comienza.

P.: Si todo quedara concentrado en un único sector, vaya y pase, pero la debilidad se esparce hacia los índices accionarios principales. ¿Cree que Trump no se mosqueará?

  • G.: No puede pestañear. Él eligió el blanco, la dosis de la sanción, el momento. Y nadie puede sorprenderse por sus consecuencias. Un resbalón de la Bolsa está en los cálculos del presidente. Es previsible.

P.: ¿Y no le importa?

  • G.: Le importa, pero menos que prevalecer en la pulseada. Wall Street tendrá que ponerle el hombro a la tarea de hacer grande a los Estados Unidos de nuevo, diríamos usando el lenguaje oficial. Eso dijo, palabras más, palabras menos, en abril del año pasado, cuando arrancó la cruzada comercial con los aranceles a la importación de acero y aluminio.

P.: ¿Cuánto le puede costar este juego a la Bolsa?

  • G: Una corrección estándar -una merma de 10% desde los máximos- es lo primero que viene a la mente. Y si uno mira los gráfico, también. Viene mucho mejor hasta el momento, pero el reloj seguirá corriendo.

P.: Y puede ser peor...

  • G.: Como todo.

P.: ¿Piensa que las negociaciones se retomarán en lo que resta del mes?

  • G.: Hay que esperar la represalia china a la decisión sobre Huawei. La venganza será terrible.

P.: ¿Se sabe por dónde rumbeará?

  • G.: La prohibición de exportar “tierras raras” es el candidato número uno. Estados Unidos cubre el 80% de sus necesidades con compras a China. De hecho estas importaciones están exentas de los aranceles que ya incrementó Trump y tampoco estarán gravadas con el aumento que se promete en la próxima ronda.

P.: ¿Y para qué se usan?

  • G.: La lista es larguísima: memorias de computadora, celulares, DVD, baterías recargables, convertidores catalíticos…

P.: Entramos en un camino acelerado de mutuos daños. ¿No se irá de las manos?

  • G.: Las guerras de comercio son buenas y fáciles de ganar, dijo Trump. No son buenas, ni fáciles, ni se sabe muy bien en qué terminan.

P.: Trump no tiene freno de mano. ¿Pero puede él iniciar una cruzada personal y arrastrar a todo el país y que nadie diga o haga nada?

  • G.: No es sólo Trump. Nancy Pelosi o Chuck Schumer, los líderes legislativos de la oposición, no dicen esta boca es mía. Apoyan con su silencio -o con una declaración formal, como en el caso de Schumer-. ¿Es una causa nacional? A buen entendedor.

P.: ¿Habrá solución para cuando se realice la Cumbre en Osaka, de la misma manera que se forjó una tregua en Buenos Aires?

  • G.: Tal vez sea la ocasión para retomar las negociaciones. Y si las cosas no marchan bien no descarte un faltazo. En cuyo caso la corrección no se limitará al 10%.

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