18 de noviembre 2019 - 00:02

El Dow superó los 28 mil puntos, y siguen cayendo récords. ¿Quién da más?

Domina el calendario una fortísima estacionalidad favorable hasta enero (luego se atenúa, pero no desaparece). ¿Volcará el rally antes?

Donald Trump.

Donald Trump.

Noticias Argentinas.

Wall Street está encendido. Washington, también. En Manhattan, el rally de las acciones es arrasador. El Dow Jones, el S&P500 y el Nasdaq montaron nuevos máximos. El cielo es el límite. En el Capitolio, la política se recalienta en torno al probable impeachment del presidente Trump. Nada celestial podía esperarse. El revuelo es también enorme, pero el infierno se conservará a distancia mientras los amigos del presidente manejen los hilos del Senado. De ambos fuegos, pues, sólo uno calcina y urge a actuar. Con la Bolsa en ebullición, el efectivo arde en las carteras. Hasta los inversores institucionales decidieron quemarlo en las últimas tres semanas para hacerle un mayor lugar a las acciones. ¿Cartón lleno? ¿Ya se subieron todos al tren expreso a la prosperidad? ¿Acaso hay alguien que no se abrace a la repentina fiebre bursátil? Nadie habrá que no la haya advertido. No obstante, todavía existe espacio en los portafolios. De 100 dólares que emigraron de los fondos accionarios en forma neta a lo largo de 2019, señala Merrill Lynch Bank of America, sólo regresaron 15. El calendario invita a ir por más. Lo domina una fortísima estacionalidad favorable hasta enero (luego se atenúa, pero no desaparece). ¿Volcará el rally antes? La efervescencia debería corregirse, y no vendría mal una pausa, pero la tendencia de fondo puede sostenerse (el escenario más probable) a caballo de una mejoría prevista en varios frentes (política comercial, actividad económica, rentabilidad empresarial), y la magia que opera la política monetaria (recordar las tres bajas de tasas de la Fed) sobre los múltiplos de ganancias de las acciones.

Si hay que comprar con el rumor y vender con las noticias, ninguna novedad más esperada que un acuerdo comercial de modesta dimensión entre los EE.UU. y China (mucho menor, por ejemplo, que el que se descontaba un año atrás, y se frustró a último minuto). Las idas y vueltas de la negociación dictan los altibajos de las cotizaciones, e incitan a tomar más o menos riesgo de mercado. La llave de la situación, pues, está en manos de los dos líderes, Trump y Xi Jinping. El inquilino de la Casa Blanca es una fuerza de la naturaleza (y del cálculo político) que se desata en Twitter sin ningún tapujo. China, se sabe, se reserva sus emociones.Trump ruge como un león herido en la pelea por el impeachment, y los demócratas lo acusan de amedrentar a los testigos. En cambio, en materia de comercio, de súbito, es una seda. Allí no hay exabruptos. Que se entienda: EE.UU., China y la economía del mundo entero necesitan que haya paz. Es urgente y ya no se oculta. Trump creó la guerra de los aranceles en 2018. Y a su suerte se juega la reelección en 2020. La pax comercial es el salvoconducto para esquivar la recesión que arruinaría sus chances. Tardó en comprenderlo, pero lo hizo. ¿Cómo explicar, el viernes último, que Larry Kudlow, el principal asesor económico de la Casa Blanca, apareciera de imprevisto ante la prensa para ponderar los progresos de la negociación con China (y alentara así el salto de la Bolsa)? Si el propio secretario de Comercio, Wilbur Ross, reconoce un estancamiento. Wall Street oye las dos campanas, pero sólo escucha la que cree que, al final, se va a imponer. ¿Y cómo lo sabe? Lee los tuits del presidente. No detecta rastros de belicosidad comercial. Y nada se festeja más que los récords de la Bolsa, como si fueran un logro personal. Este es muy revelador: “Los mercados accionarios alcanzaron nuevos máximos históricos y de todos los tiempos, ayer. Ustedes tienen tanta suerte por tenerme a mí como presidente (estoy bromeando)”. El rally, pues, no es chiste.

La Bolsa (S&P500) cotiza a 17 veces las utilidades esperadas para los próximos 12 meses, por arriba del promedio de los últimos 5 años (16,6 veces) y muy por encima del promedio de los últimos 10 años (14,9 veces). La expansión de múltiplos es un ingrediente no despreciable del combustible alcista. Como muestra basta un botón. Desde que terminó septiembre, las ganancias esperadas se contrajeron 0,3%, pero la Bolsa escaló 1,1%. Que nadie se llame a engaño: el avance continúa, pero el valor escasea, y lo que acelera -y más que compensa- es el ímpetu del momentum. A la larga, el frenesí no alcanza. A la corta, basta y sobra. Se diría que Wall Street decidió poner su dinero donde está la boca de Trump.

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