16 de julio 2020 - 00:00

Más pesimista, CEPAL prevé ahora que Argentina caerá 10,5% en 2020

En su informe de abril había previsto una baja cinco puntos porcentuales menor. Lanza un interrogante sobre la evolución del precio de la soja y el petróleo al señalar que ambas impactarán en la actividad.

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La economía mundial experimentará su mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial y el Producto Bruto Interno per cápita disminuirá en el 90% de los países, en un proceso sincrónico sin precedentes. Sin metáforas, la CEPAL arrancó su último informe con esta frase que resume el brutal impacto que la pandemia provocará en la economía de la mayoría de los países del mundo. En el caso de la Argentina, el organismo prevé que el PBI caiga 10,5%; cinco puntos más de los que había previsto en su informe de abril.

Pero la mala noticia para la Argentina no se concentra únicamente en la contracción de su PBI, sino también en las pesimistas previsiones sobre el valor de dos productos básicos muy importantes para la economía nacional: la soja, cuyo precio promedio será 9,3% menor este año que en 2019; y el petróleo, con una caída del valor estimado para este año de 40,2% interanual, que hace inviable Vaca Muerta. La situación social también sufrirá un duro embate: la pobreza estimada para 2020 será 10,8 puntos superior a la estimada para 2019.

La previsión sobre la economía argentina ubica al país en el tercer puesto de las peores performances en América Latina y el Caribe, solo detrás de Venezuela (para el que estiman un desplome del 26%) y Perú (-13%). La contracción promedio de la región, calcula la CEPAL, será de 9,1% en 2020, una baja 70% mayor a la estimada hace tres meses. La traducción de esta contracción económica será un aumento de dos puntos porcentuales en la desocupación (que llegará al 13,5% en 2020 y afectará a 44,1 millones de personas en la región) y un engrosamiento de la pobreza de 45,4 millones de personas (37,3% de la población de Latinoamérica).

La explicación de este retroceso que hace CEPAL se concentra en tres aspectos principales: la caída del comercio mundial (para el que se estima un achicamiento de entre 13% y 32%), la baja del precio promedio de los productos básicos (contracción de -18,5% respecto de 2019) y la disminución del 7% en el envío de remesas por la caída del empleo en los países desarrollados (en los que los migrantes obtienen parte del ingreso que luego giran a sus familiares).

“Se observa una desconexión entre las condiciones financieras y la economía real, donde se tiende a una contracción muy fuerte y una creciente incertidumbre acerca de la dinámica económica. En este sentido, no se puede descartar una nueva ronda de mayor aversión al riesgo y deterioro de las condiciones financieras, a la que los mercados emergentes tendrían que hacer frente en una situación de vulnerabilidad todavía mayor”, señaló el organismo. Estas conclusiones hacen cada vez más relevante un eventual acuerdo entre la Argentina y los acreedores externos por la deuda que deberá pagar la administración nacional: hasta 2023, los vencimientos originales ascienden a u$s26.200 millones según Ecolatina, un monto que el ministro Martín Guzmán propuso en su última oferta llevar a u$s 2150 millones.

A nivel mundial, el organismo aseguró que, a pesar del levantamiento de las restricciones a la circulación en China, Estados Unidos y Europa, la recuperación es “lenta e incierta”. La CEPAL apuntó que las proyecciones sobre la economía mundial “se han deteriorado”. “Por primera vez en décadas, las autoridades de China no han fijado una meta anual de crecimiento, y se prevé que la expansión total de la economía se mantenga en solo un 1%, la tasa más baja en más de 40 años”, señaló. “Para los Estados Unidos, el Sistema de la Reserva Federal proyecta una caída del 6,5%, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) prevé una reducción del 8,7% del PBI en la zona del euro”, continuó el organismo.

Frente a esta situación, la CEPAL hizo cuatro recomendaciones: implementar un ingreso básico de emergencia como instrumento de protección social, un bono contra el hambre, apoyo a las empresas y los empleos en riesgo, y el fortalecimiento del rol de las instituciones financieras internacionales.

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