4 de marzo 2020 - 00:00

¿Quién ganó en el supermartes? ¿La Fed, el virus o el pánico?

Se sabía que era el supermartes, pero se desconocía su verdadera magnitud. El plato fuerte no era Sanders versus Biden como estaba programado.

Jerome Powell.

Jerome Powell.

Se sabía que era el supermartes, pero se desconocía su verdadera magnitud. El plato fuerte no era Sanders versus Biden como estaba programado. En el estrado principal no hubo internas ni primarias. Sorpresa uno: el G-7, a hora temprana, manifestó su voluntad unánime de cooperación. Ministros de finanzas y banqueros centrales prometieron hacer todo lo que haga falta. Como Mario Draghi en 2012 pero con el arsenal completo, monetario y fiscal. Sorpresa dos: quien movió primero fue Jerome Powell. Sorpresa tres: descerrajó medio punto de recorte de tasa sobre la mesa, así a rajatabla. ¿Se apuró? Claro. ¿No podía haber esperado a la reunión formal del día 18? Podía, hubiera preferido, pero la Fed consideró que no debía. La mesa estaba servida, vale recordar, para una acción coordinada de estímulo el domingo que pasó. El propio chairman apareció, fuera de agenda, el viernes último, a modo de aviso y “forward guidance”, y consiguió levantar el ánimo marcando muy levemente los precios del cuarto de hora de cierre. Sin embargo, nada se hizo el final de semana. Y así y todo, el Lunes Negro no se presentó a la cita. Desairando el instinto salvaje de los mercados de futuros y el parte médico escabroso de la OMS, sin echar mano al doping, Wall Street resucitó con los bríos de los toros de lidia. Clavó una recuperación de 5%, asombrosa al igual que su brusca caída, como si ya se hubiese curado el miedo y el moquillo. ¿Y a santo de qué entonces, ayer, el sablazo de emergencia de Powell?

¿Qué sabe la Fed que no sabemos? Quizás no ignoremos la razón. Se sabe que la infección del coronavirus se disparó en los EE.UU. (como lo hizo diez días atrás en Italia) y que dicho envión inicial es parabólico. Lo temíamos el fin de semana y se corroboró lunes y martes. El conteo de los decesos saltó de uno a ocho. Esa progresión habrá acelerado el pulso del banco central. Las dos semanas que restan al 18 de marzo se convirtieron en una eternidad. Las restricciones sanitarias no van a esperar, y la FED deberá mitigar las consecuencias negativas sobre la economía, el valor de los activos (que sirven de colateral al crédito) y las expectativas. La tasa de mortalidad en Wuhan orilla el 2% de los casos. Fuera de allí, en China, merodea 0,7%. En el estado de Washington, son seis las muertes y dieciocho el total de casos. ¿Una letalidad de 33%? Conociendo las extravagancias del sistema de salud de los EE.UU., deben ser muchísimos más los enfermos pululando sin identificar, varios de ellos ya curados o con síntomas imperceptibles, y una minoría, 1% quizás, en la antesala de un funeral. Mientras, a la par, obra el contagio de un virus tenaz e invisible. ¿Qué sabe la Fed? Que prefiere anticiparse, cavar la trinchera ahora y, eventualmente provocar una alarma infundada, antes que transmitir plena confianza y equivocarse por permanecer de brazos cruzados. No habrá sido una decisión fácil si no se tomó el domingo. Y volvamos a Italia: ningún muerto, dos viernes atrás; 21, el viernes pasado; 52, el lunes; y ayer, 79. Si hay que poner (buena parte de) la economía en cuarentena para mitigar la peste, así lo hizo China, la Fed tendrá que relajar las riendas de la liquidez para no agravar un shock crediticio. Mejor temprano que tarde. James Bullard, de la Fed de Saint Louis, una paloma estos últimos años, lo mencionó la semana pasada: una baja de tasas es posible de haber una pandemia. La poda ya se ejecutó, y el G-7 avisa que no se quedará atrás. ¿Qué pieza está ausente? La declaración de pandemia. Entonces no se podrá decir que la Fed se durmió al timón.

¿Quién ganó el supermartes? A la hora de escribir estas líneas no terminó aún la votación de las primarias demócratas. Sí se conocen el informe diario de la OMS y los cierres de Wall Street. El virus se atascó en China, pero avanza varias veces más rápido en el resto del mundo. La Bolsa perdió a manos del pánico por paliza: 2% abajo. Nada asustó tanto como el medio punto de rebaja de tasa exprés (cuando queda sólo otro punto disponible en el bolsillo). ¿Un error grave de Powell & Cía.? Si fuera una carrera de velocidad. Sin embargo, se trata de una prueba de medio fondo. No será el sprint inicial de las acciones, sino la resistencia de la economía a lo largo de toda la exigencia la variable crítica que sancione el veredicto final.

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