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Con respecto al borrador de la reunión de ministros del G20 celebrada en Gyeongju en octubre, este párrafo reafirma la importancia de los bancos centrales para mantener la estabilidad de precios y la necesidad de mitigar la excesiva volatilidad de influjos de capital que afrontaban economías emergentes como Brasil.
"Esto significa un sistema cambiario flotante determinado por el mercado, fuimos capaces de ponerlo en el documento. Y esto fue firmado por los 20 países, incluidos China y EEUU", agregó el ministro.
"Las diferencias entre China y EEUU fueron muy obvias y ellos decidieron que tratar de resolverlas aquí no era posible. Pero creo que hubo un claro entendimiento de que hay una fecha para hacerlo, algo que no existía antes. Y en el primer trimestre de 2011 habrá una evaluación de los desequilibrios económicos".
El ministro brasileño fue precisamente quien acuñó el término "guerra de divisas" ante la negativa de Pekín de devaluar su moneda, el yuan, y poco antes de la inyección de 600.000 millones de dólares anunciada la semana pasada por la Reserva Federal de EEUU, que según sus análisis llevaría a una devaluación del yuan.
Sin embargo, economistas como John Kirton, director del Grupo de Investigación del G20 de la Universidad de Toronto, señaló hoy a Efe que dicha guerra nunca llegó a desatarse, pero que existía un riesgo de lo que prefería llamar "devaluación competitiva".
En virtud del documento rubricado, los países firmantes se han comprometido a crear unas directrices para medir y detectar desequilibrios por cuenta corriente e irregularidades en el mecanismo cambiario de su moneda, entre otros puntos, que presentarán a principios de 2011.
Según el ministro brasileño, el propio secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, aseguró durante la reunión surcoreana que la inyección de liquidez de la Reserva no tenía por objetivo devaluar el dólar, sino a promover la recuperación económica de su país.
El ministro de Finanzas brasileño celebró también la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI) que permitirá una mayor representatividad de los países emergentes y la capacidad del G20 para cooperar con el objetivo de lograr soluciones que funcionan, como ya hicieran en 2008, al estallar la crisis financiera.
"Ha sido una reunión de mucho éxito", concluyó: "Como decimos en portugués, entre estar herido o muerto, al menos todos seguimos vivos. Creemos que todo el mundo se va a casa feliz".
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