8 de enero 2020 - 00:00

Diálogos de Wall Street

Suenan los tambores de guerra en Medio Oriente, Washington se agrieta y Wall St., imperturbable, mantiene la calma. Que lo explique Gordon Gekko.

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Periodista: Trump pateó el tablero. Vaya que lo hizo. La conmoción es enorme. Después que eliminara al general Soleimani con la precisión furibunda de un rayo, Irán arde en clamor de venganza. Los aliados de EE.UU., estupefactos. En Washington los demócratas, furiosos, no contienen la ira. El presidente los arrastra a un pantano…

Gordon Gekko: Que es una emboscada electoral. Les cambió la agenda de prepo.

P.: El mundo es un polvorín. Y Trump, a sus anchas, jugando con fuego...

Gordon Gekko: Wall Street, diría, es uno de los pocos sitios apacibles, alejado de la excitación.

P.: Extrañamente. La Bolsa chocó de frente con una novedad de alto dramatismo.

G. G.: La reacción no es extraña. Es más bien de manual.

P.: No sé cuántas alusiones a una tercera guerra mundial leí o escuché. Y Wall Street tropieza apenas un 0,7% el primer día y después se recompone y levanta cabeza ya a la rueda siguiente. Sabemos que no le entran las balas, pero, ¿los misiles tampoco?

G. G.: Sólo la deprimen las subas de tasas de interés. El general Powell, no Soleimani. La Fed, no los Quds.

P.: Cuesta trabajo pensar que -desde un punto de vista estrictamente prosaico- ya pasó lo peor.

G. G.: Sobre todo porque, sinceramente, no pasó nada de nada. Y la metáfora del polvorín es acertada. Si Trump se entusiasma con los drones y los misiles como lo hizo con los aranceles, cualquier cosa puede ocurrir. Es objetivo, cambió la ecuación riesgo-retorno para peor.

P.: Y los precios son los mismos...

G. G.: En la Bolsa, sí. Se revalorizaron los refugios, con moderación. Oro, yen, títulos del Tesoro, hasta las criptomonedas. Aunque en el margen, ya en la segunda rueda, todos comenzaron a devolver una parte del avance.

P.: ¿Coraje? ¿inconciencia?

G. G.: ¿O, por qué no, un ejercicio de cálculo?

P.: Es muy difícil bajo condiciones de extrema incertidumbre.

G. G.: ¿La Tercera Guerra Mundial? ¿Una generala triple? Habrá quien quiera tacharla sin esperar más información. El cálculo, liviano y sujeto a error, es que Irán le escapó siempre a una guerra. Y Trump tampoco querrá una en plena campaña. Sí le sirve instalar el tema, como si fuera el General Patton, y abroquelar a la población detrás del comandante (que es él) en una circunstancia tensa, dramática para la nación, pero que permanezca bajo control.

P.: Es un juego peligroso.

G. G.: Muy. Si se viese forzado a mandar grandes cantidades de tropas a Medio Oriente se habría disparado un tiro en los pies.

P.: Todo calculado hasta que llegue una represalia que duela, y siga después la venganza de la venganza. Y así sucesivamente. ¿Quién puede asegurar que la situación no escapará de control?

G. G.: Nadie. Y la venganza va a existir. Tarde o temprano. Corregiremos 5%/10% si la mano viene pesada temprano.

P.: O sea que los mercados nos están diciendo que no, que llegará más bien tarde...

G. G.: La regla tácita es muy simple. En esta materia importan los hechos, no las palabras. Irán puede bloquear el estrecho de Ormuz, hundir barcos, perturbar el transporte del crudo. Es una amenaza creíble a priori. Bueno, ¿cuánto vale el barril? ¿Cuánto subió? Hechos, no palabras. 5% con el efecto impacto. ¿Y después? Después reculó un poco. En septiembre, cuando los drones hutíes destruyeron la mitad de la capacidad de producción y refinación saudita, los precios treparon 15%. Dos semanas más tarde habían vuelto al punto de partida.

P.: Mucho ruido y pocas nueces.

G. G.: Tiempo al tiempo. El ataque a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, es un ejemplo rotundo de venganza. Ahí se factura todo junto, pero no antes.

P.: ¿Escala técnica o fin del rally? Me temo que conozco la respuesta...

G. G.: ¿Haremos una parada técnica, sí o no? El informe de empleo, este viernes, tiene la palabra. Si es muy robusto se la suprimirá.

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