26 de febrero 2020 - 00:00

Diálogos de wall street

¿El bull market se rinde al coronavirus? Wall Street se desploma ante la evidencia del contagio fuera de China. ¿Es el fin de una era? ¿O se trata de una corrección? Nos contesta Gordon Gekko desde su trinchera en Manhattan.

Wall Street

Gordon Gekko: Se asustó. Se le cayó el barbijo. Y se volvió emocional. No es lo mismo Milán que Wuhan, parece.

P.: La infección ya está con nosotros. Dejó de permanecer confinada en una lejana provincia de China.

G. G.: No en vano la primera caída de Wall Street atribuible al coronavirus se registró luego de la primera señal de su impacto económico en los Estados Unidos. El informe PMI acusó un retroceso de la producción en febrero, lo que no ocurría desde octubre de 2013, a un mínimo de 76 meses. Lo elabora Markit con data temprana, recopilada a principios de mes. Lo que se podía ver como un mal distante ya nos comenzó a erosionar hace semanas. Viajes y turismo, exportaciones, la logística de abastecimiento. Todos ellos sintieron el virus de mucho antes que la Bolsa.

P.: Sabemos que China en cuarentena, trabajando a media máquina, es una mochila fabulosa. Pero no importó. Y ahora que se suspende el carnaval de Venecia es como si se viniera el mundo abajo.

G. G.: Así son los mercados. Toman riesgos, y más cuando están entonados. Muchas veces deben decidir a ciegas. Lo interesante aquí es que el rally aceleró su marcha con información delicada a la vista, como el confinamiento en sus casas de 60 millones de personas en la provincia de Hubei. No lo frenó el “alerta” de Apple. Ni la gran retracción del PBI de Japón, que es el prólogo posible de una recesión. No tembló ante la cuenta astronómica que se fue acumulando, sino recién el lunes.

P.: La idea, lo conversamos varias veces, era que la epidemia se consumiese sola. Y muy rápido.

G. G.: Que ya no se hablara (en tono de alarma) del coronavirus en marzo. No era un capricho, déjeme decir, sino una lectura estilizada de la historia comparada de otras infecciones recientes.

P.: Lejos de ser así, surgen nuevos focos de irradiación. Singapur, Corea del Sur, Irán, Italia. El virus no está contenido. Y no lo estará en marzo. Europa, bajo amenaza, teme quedar en cuarentena, recluida; y sobre todo para sus habitantes, es un shock inesperado. ¿Qué harán los mercados? ¿De ignorar el problema, o subestimarlo, a exagerarlo?

G. G.: Es otra tendencia que no les resulta ajena. Cambiaron el chip ante la evidencia de un contagio mayor, y comenzó el ajuste de precios. Fuerte. Los mercados están largos, casi sin posiciones vendidas en descubierto, sin defensas ante un giro brusco de opinión.

P.: Usar la baja como “oportunidad de compra” quedó para mejor día.

G. G.: Los mismos algoritmos y robots que te llevaron para arriba ahora te van a triturar. Las noticias van a poner el ojo en las historias y anécdotas europeas, que tienen otro calado emocional que cuando vienen de Asia, y la preocupación in crescendo va a ser el contagio en el propio EE.UU.

P.: ¿Será el meneado comienzo del bear market?

G. G.: Es el principio de una corrección de manual. El SARS produjo una merma en la Bolsa del 10% hasta que se comprendió que se exageraba.

P.: Pero la factura económica será más grande...

G. G.: Okey. La corrección puede ser más profunda. Sin embargo, ¿cuánto del daño es permanente? ¿Y cómo se comportará el virus de aquí en adelante? La nueva percepción en boga es que se volvió incontrolable. La misión de la OMS in situ dice otra cosa. El techo de la epidemia en China se registró entre el 23 de enero y el 2 de febrero. Bien medidos, los casos allí declinan desde entonces. Por supuesto, hubo que tomar medidas extremas. ¿Se adoptarán en otras latitudes? Mientras, la cuenta de los destrozos económicos seguirá sumando por un buen tiempo. Será una pulseada emocional. Ya las valuaciones -en relación con los fundamentos- eran altas antes del virus. Si además ese criterio cambia, será otra historia.

P.: Y la única vacuna que hay disponible es la Fed y los bancos centrales...

G. G.: Se necesitará como puente para absorber los costos financieros transitorios de un parate. Y como dique de contención de los mercados, por lo menos, hasta que se aplaque la difusión internacional del virus.

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